La Vanguardia

La vida cotidiana de soldados en guerra

Una muestra en La Jonquera de Francesc Boix, el “fotógrafo de Mauthausen”, reúne 100 imágenes de 1937 y 1938

- SÍLVIA OLLER Girona

El fotógrafo Francesc Boix (Barcelona, 1920 París, 1951) ha pasado a la historia por las imágenes de la barbarie, los soldados y los mandos del campo de concentrac­ión de Mauthausen que sirvieron para que los crímenes del nazismo no quedaran impunes en los juicios de Nuremberg y Dachau. Su gran logro fue salvar de la destrucció­n los negativos que acreditarí­an el horror del campo de concentrac­ión y preservar unas 20.000 imágenes. Su presencia en el laboratori­o fotográfic­o del campo austriaco, donde ingresó en 1941 tras huir de España al finalizar la Guerra Civil y pasar por campos de refugiados franceses, le valió el apodo de“fotógrafo de Mauthausen”.

Pero su afición por la fotografía empezó mucho antes. Su padre, un sastre del Poble Sec, tenía un laboratori­o en la trastienda y le transmitió esa pasión. A finales de 1937, con sólo 17 años, se enroló como fotógrafo al frente de Aragón y luego, al del Segre. Con su cámara Leica retrató el día a día de los soldados de la 30ª División cuando no estaban luchando. Una exposición en el Museu Memorial de l’Exili de La Jonquera (Mume), organizada por el Institut d’Estudis Ilerdencs y comisariad­a por Ricard Marco y Ramon Barnadas, reúne más de un centenar de fotos que permiten ver la Guerra Civil desde dentro de las unidades. La suya es una visión del día a día del conflicto, sin víctimas ni heridos, distinta a la que ofrecieron otros grandes reporteros de guerra como Agustí Centelles.

La muestra, titulada Els primers trets de Francesc Boix, que se puede ver hasta el 11 de febrero, la integran imágenes realizadas en 1937 y 1938. Hay imágenes de los bailes o los chapuzones que los combatient­es se pegaban en el río, sus actos oficiales, desfiles, momentos de lectura de la correspond­encia de familiares y amigos, los partidos de fútbol en horas muertas, las visitas que les hacían las mujeres de las secciones femeninas de las Joventuts Socialiste­s Unificades o de la Aliança Nacional de la Dona Jove para elevar la moral de los soldados. También hay retratos de grupos de ellos que muestran la precarieda­d de sus uniformes y su calzado (algunos iban con alpargatas de esparto). Destacan también escenas de la convivenci­a de la tropa con la población civil, cuando ayudaban a recoger la cosecha, o de pueblos arrasados por los bombardeos como el de Vilanova de la Barca. Uno de los soldados del frente de Lleida fue el poeta Joan Brossa, recordado en esta exposición

Bailes, lectura de cartas y visitas de mujeres, entre los momentos de la Guerra Civil captados por Boix

con el poema La batalla del Segre o la segona naixença.

Boix falleció con 31 años por una tuberculos­is contraida en Mauthausen. “A pesar de morir joven, su trabajo cubrió vacíos visuales de periodos trascenden­tales de nuestra historia y la de Europa”, resume el director del Mume, Jordi Font.

Las imágenes de esta muestra se descubrier­on en Perpiñán, en el 2010, junto a otras atribuidas a su padre, Bartomeu Boix. Las tenía un coleccioni­sta que las puso a la venta en internet. La Comissió per la Dignitat consiguió con una campaña de crowdfundi­ng pagar los 7.500 euros requeridos y las depositó en 2016 en el Arxiu Nacional de Catalunya.

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COLAB.LV Partidos de fútbol de combatient­es en la Guerra Civil en horas muertas, una de las instantáne­as de la muestra

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