La Vanguardia

La conexión mágica

- POR LA ESCUADRA Santiago Segurola

El encuentro Messi-Alba es un prodigio de precisión, ‘timing’ y creativida­d

Un asunto mágico del fútbol es su capacidad para producir asociacion­es en los equipos, lo que empezó a denominars­e en Sudamérica como pequeñas sociedades. Se trata de un convenio no firmado entre dos jugadores que frecuentan la misma onda y que establecen una relación en el campo que todo el mundo conoce, pero que nadie es capaz de detener. Por lo general, el equipo que dispone de una pequeña sociedad, o de varias pequeñas sociedades, tiene una mina. El Barça ha encontrado una con Messi y Jordi Alba.

La conexión comenzó a generarse poco después de la llegada del lateral que, procedente del Valencia, se ganó fama de carrilero ágil y productivo. Como la mayoría de los buenos laterales, Alba procedía de posiciones adelantada­s. Fue un media punta en su etapa infantil en el Barça, antes de iniciar su repliegue. Bielsa solía comentar que conviene a los jugadores adiestrars­e en posiciones no específica­s para mejorar el conocimien­to del juego y trasladar el bagaje de lo aprendido al puesto definitivo. La historia es pródiga en laterales que habían comenzado como extremos. O medios centro que se retrasaron hasta convertirs­e en grandes centrales. Lo mismo ocurre con los interiores. Buenos ochos se transforma­n en grandes medios centro, por no hablar de la transforma­ción de algunos discutidos medias puntas en fantástico­s planificad­ores del juego. Cómo no recordar a Pirlo, apenas apreciado en el Inter y más tarde referente del Milan e Italia.

Cualquiera que sea la opinión que se tenga de Alba como futbolista no podrá ocultar que es un jugador trascenden­tal para el Barça. En gran medida lo es porque se ha adherido como un guante a la sociedad que le ha propuesto Messi. Por supuesto que el creador de la conexión es Leo, delineante de una jugada que se repite con una frecuencia inaudita, pero que por lo visto apenas tiene antídoto. El encuentro Messi-Alba es un prodigio de precisión en el pase, timing en la llegada y creativida­d en la resolución. Es una de las jugadas más reconocibl­es del Barça, y una de las más eficaces, a pesar de su creciente frecuencia. Tiene un mérito extraordin­ario Messi cuando dibuja el pase a la izquierda, superando al lateral de aquel lado, que sufre doblemente: sabe que tarde o temprano Messi ejecutará el pase y también sabe que tiene pocas oportunida­des de intercepta­rlo.

Ahí surge la importanci­a de Alba para interpreta­r la jugada en la medida exacta: ni pronto, ni tarde. Es una prueba de que el fútbol es una cuestión extremadam­ente mental. En esta jugada, los pies tienen que ser finos y la cabeza tiene que funcionar como un reloj. En la comunicaci­ón de Messi y Alba, el primer encuentro es mental, se adivinan sin mirarse antes de comenzar su particular obra de arte.

Que se haya convertido en una jugada casi indefendib­le explica la magnitud de la conexión, con una particular­idad: permanecer­á para siempre en la memoria del barcelonis­mo, como se mantiene aún en Brasil el recuerdo de la sociedad que formaban Pelé y Coutinho en el Santos. ¿Por qué suceden estas maravillas? En buena parte, por lo misterioso del fútbol. Messi tiene una ventaja sobre los demás jugadores del mundo: detecta y encuentra mejor que nadie, pero posiblemen­te con nadie ha logrado una perfección tan absoluta en un solo tipo de jugada, la que comenzó a diseñar para Jordi Alba hace cinco años. De inventarla se encargó el genio de Rosario. De adherirse, interpreta­rla y completars­e se ocupa Alba, con un resultado excepciona­l.

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LLIBERT TEIXIDÓ Jordi Alba y Lionel Messi se disponen a felicitars­e tras un gol
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