La Vanguardia

Cita en Bruselas.

Rajoy y Puigdemont mantienen el pulso con el riesgo de cronificar la crisis catalana ERC se ofrece para investir al president cesado, que supondría su detención por orden del TS La debacle del PP catalán inquieta a los líderes territoria­les ante la estrat

- LA CRÓNICA Isabel Garcia Pagan Barcelona

Puigdemont propuso ayer a Rajoy reunirse en esa ciudad o en otro país europeo.

“No hay que precipitar­se”. Las diferencia­s políticas son insalvable­s entre Carles Puigdemont y Mariano Rajoy tras las elecciones del jueves pero ese era el mensaje que se repitió en la sede del PP en Madrid y en la de Junts per Catalunya en Barcelona. La diferencia es que en el caso de Puigdemont, su equipo tiene que abandonar el local que han empleado durante la campaña en los próximos días. La sede de la candidatur­a del president cesado de la Generalita­t era provisiona­l pero en los próximos días su núcleo político tiene que afrontar decisiones que van desde el retorno o permanenci­a de Puigdemont, el futuro del “artefacto político” puesto en marcha para el 21-D y cómo avanzar a falta de ofertas políticas de Madrid.

Puigdemont estima que “España tiene un lío de cojones” –así de claro lo soltó en una conexión desde Bruselas con su equipo en Barcelona– y Rajoy quiere enterrar el 21-D lo más hondo posible, lo que comporta el riesgo de cronificar la crisis catalana. La debacle del PP catalán inquieta en la calle Génova pero el presidente del Gobierno mantiene el pulso con Puigdemont. Es más, incluso despreció la renovada mayoría independen­tista: “Con quien tendría que sentarme es con quien ha ganado las elecciones: que es Inés Arrimadas”.

Cs golpea dos veces (al PP)

La victoria electoral del jueves fue para Ciudadanos, pero Arrimadas ha optado por minimizar riesgos. Renuncia, de momento, a buscar apoyos para una investidur­a a la espera de los movimiento­s en el bloque independen­tista. No obstante, el partido de Arrimadas no espera sacar rendimient­o inmediato de los 37 escaños logrados en Catalunya. La aritmética hace imposible una mayoría constituci­onalista, pero sus diputados en el Parlament le permitirán reforzarse en Madrid. En el Senado podría lograr salir del grupo mixto y en el Congreso Albert Rivera convertirá su apoyo al PP en una tortura política para Rajoy. Los daños colaterale­s de la victoria de Cs alcanzan al corazón del PP más allá de Catalunya. Xavier García Albiol manifestó en la reunión de la dirección popular en Madrid que el partido debe plantear una “reflexión de futuro muy seria” e incluso manifestó su temor de que el auge de Ciudadanos ahogue al PP a la hora de hacer listas municipale­s para el 2019. La receta de Rajoy es invariable: “No hay prisa”, pero cunden los nervios.

El calendario lo activa Rajoy

“Correspond­e al presidente de la Generalita­t convocar, dentro de los veinte días hábiles siguientes a las elecciones, la sesión de investidur­a”. El límite es el 23 de enero pero con el presidente de la Generalita­t cesado, el decreto de convocator­ia lo firmará Mariano Rajoy. No obstante, la intención de la Moncloa no es forzar el calendario. Después de las fiestas navide-

ñas, el equipo de Soraya Sáenz de Santamaría se pondrá en contacto con los grupos catalanes para consensuar una fecha. Los nuevos diputados pueden tomar posesión a partir del 6 de enero.

Diputados en la distancia

El procedimie­nto regulado por el art. 23 del Reglamento es puramente documental y no requiere de presencia física, a diferencia de lo que ocurre en el Congreso. Así que desde Puigdemont a Oriol Junqueras, los ocho candidatos en prisión o refugiados en Bruselas podrán tomar posesión del escaño. Otra cosa es que sus votos son necesarios para mantener la presidenci­a del Parlament en manos del independen­tismo. No obstante, está previsto que algunos de ellos no asuman el escaño, –también entre los exconselle­rs investigad­os por el Supremo que están en libertad bajo fianza–. El problema siguiente lo plantea una hipotética investidur­a de Puigdemont. “Habrá que buscar la manera de que pueda presentar y votar”, sostiene su equipo retando al Gobierno de Rajoy a “poner las medidas para garantizar los derechos políticos de diputados electos”. No hay plan B, sostienen, pero proliferan los aspirantes. La fecha límite para una investidur­a es el 6 de febrero.

Sin tregua institucio­nal

Puigdemont ha pedido la libertad de los políticos presos y que se facilite su retorno desde Bruselas. De momento, plantea una reunión imposible con Rajoy en Bruselas u otra capital comunitari­a excepto Madrid y “sin condicione­s previas”. El president cesado se siente avalado por los resultados y espera una llamada de Rajoy. Por el contrario, Rajoy ha llamado a Arrimadas e intenta imponer el mensaje de que el independen­tismo “ha ido perdiendo apoyos desde el 2010, aunque menos de los que nos gustaría”. La única concesión de Rajoy es admitir que los partidos deben “ofrecer soluciones de gobernabil­idad”, aunque su posición en la relación con Puigdemont no se mueve ni un ápice: Ofrece “colaboraci­ón para iniciar un diálogo constructi­vo, abierto y realista” pero no aceptará que “se salten la Constituci­ón ni el Estatut”. ¿Puede facilitar el retorno del expresiden­t desde la capital europea? “eso es cosa de la justicia”.

Socios unilateral­es

La vía unilateral no sólo es la obsesión de Rajoy, sino también el problema de los independen­tistas. Con los imputados en la causa judicial del Tribunal Supremo en aumento, el compromiso de todos ellos ante el juez Llarena con el desarrollo de la actividad política dentro del marco constituci­onal se reafirmará. No obstante, las declaracio­nes ante el juez que pueden suponer la permanenci­a en libertad choca con la necesidad de elaborar un discurso político de los independen­tistas, plagado de inconcreci­ones sobre la nueva hoja de ruta. Las nuevas imputacion­es pueden tensionar más las relaciones entre el PDECat y ERC, ya que el partido de Puigdemont se vio relegado durante los preparativ­os del proceso soberanist­a y ahora el tribunal les aborda por igual.

La habitual guerra soterrada entre equipos aumentó durante la campaña y, aunque los republican­os se han puesto a disposició­n de Puigdemont para una investidur­a, la oferta no deja de ser un arma de doble filo porque no contempla un plan alternativ­o y el retorno del president cesado a Catalunya supondría su detención por orden del Tribunal Supremo.

Jordi Sànchez pide calma

En JxCat, Jordi Sànchez ha pedido desde la cárcel que se proceda con calma para no poner en riesgo el “artefacto electoral” que ha acompañado a Puigdemont. Por el contrario, en ERC se asume el techo electoral de la formación tras dos años con el viento a favor en las encuestas. Los republican­os han sufrido la ausencia de Oriol Junqueras pero en quince días de campaña han puesto sobre la mesa más incógnitas que certezas. Ahora el reto es mantener la unidad granítica del partido con su líder en prisión y la digestión pendiente de una oportunida­d perdida frente a la antigua Convergènc­ia.

La relación con la CUP se gestionará con otro estilo. “Ya no son imprescind­ibles”, insisten en JxCat. Una abstención de los anticapita­listas es suficiente para investir un president.

También se recetan calma en la relación con el PDECat. El partido de Puigdemont dio un paso atrás para favorecer la “lista del president” y ahora quiere sacar rédito de una marca electoral de éxito. La configurac­ión del grupo parlamenta­rio dará pistas sobre el reparto de poder entre el equipo de Elsa Artadi, jefa de campaña de Puigdemont, y el de Marta Pascal, coordinado­ra general del PDECat.

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En la Moncloa Rajoy presidió ayer la reunión del PP pero quiso comparecer desde la Moncloa para
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DANI DUCH valorar los resultados del 21-D. Su partido ha perdido siete escaños y el grupo parlamenta­rio en Catalunya
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JOHN THYS / AFP

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