Carrera de obstáculos
Si algo puede darse por seguro es que Carles Puigdemont es un político imprevisible. Lo ha demostrado con creces en estos meses. Así que cualquier desenlace es posible ante la formación de un nuevo gobierno. A él le corresponde tomar la iniciativa dentro del bloque independentista para recoser una alianza con ERC que los últimos acontecimientos dejaron maltrecha, pero que tiene todos los números de reeditarse. Antes, tendrán que superar otros obstáculos más urgentes.
Lo primero que Puigdemont deberá decidir es si regresa o no a Catalunya y, en caso de que opte por quedarse en Bruselas, quién le releva como aspirante a la presidencia de la Generalitat. En cuanto a la agenda política, es muy posible que continúe liderando una posición de enfrentamiento con el Gobierno central, tratando de colocar a Mariano Rajoy en situaciones comprometidas para insistir en reclamar la mediación de Europa, sobre todo si, como es probable, el líder del PP mantiene su inmovilismo.
Puigdemont ha basado su campaña en un llamamiento a los independentistas a votarle para permitir su retorno. “Si vols que torni el president, vota al president”, ha sido el mensaje más difundido por él y su equipo. La restitución del “president legítimo” desbancado en aplicación del artículo 155 ha sido el argumento principal –por no decir el único– que ha permitido a Carles Puigdemont remontar unos resultados se aventuraban adversos y batir a una ERC que ya acariciaba el poder.
Si regresa, su detención está asegurada, lo que perjudicará la imagen internacional de Rajoy, además de agravar esta crisis de Estado. Pero si opta por quedarse en Bruselas deberá explicar al electorado por qué incumple su promesa electoral. Su jefa de campaña y mano derecha, Elsa Artadi, ha asegurado que sólo volverá “si Rajoy acepta los resultados”, que es tanto como decir si se le garantiza que no será detenido, algo que el presidente del Gobierno central no va a hacer.
Estos días veremos cómo Esquerra se empleará a fondo en reclamar la restitución del Govern cesado, lo que le permite ganar tiempo para afrontar una difícil digestión del resultado. También Puigdemont hizo ayer una maniobra que le permitió desviar la atención y eludir la respuesta a todos estos interrogantes al plantearle a Rajoy una entrevista fuera de España cuando es muy consciente de que esa propuesta no tiene ningún recorrido.
La tercera opción que algunos ya cavilan consiste en intentar que se le invista en ausencia. Las salidas imaginativas son muy del gusto del expresident. Para empezar, tendría que convencer a Esquerra y a la CUP de que es preciso llevar a cabo una reforma del reglamento del Parlament que lo permita. En principio, todos ellos defienden la restitución del Govern destituido. La reforma del reglamento sería una iniciativa que, se pueda o no realizar, tendría garantizado el recurso al Tribunal Constitucional por parte de la oposición. Y volveríamos a la dinámica que ha sido habitual en los últimos tiempos.
Si Puigdemont no regresa o no lograra ser investido a distancia, deberá designar a la persona que optará a la presidencia. Los nombres que suenan son el del exconseller de Presidència, Jordi Turull, el de Artadi, pero también el de Jordi Sànchez en caso de que se le permitiera salir de la cárcel para ello. Esquerra también está muy pendiente de si su líder, Oriol Junqueras, sale o no de prisión, puesto que podría darse la circunstancia de que fuera excarcelado mientras Puigdemont sigue en Bruselas. En cuanto a la CUP, tanto los republicanos como los colaboradores de Puigdemont esperan que no ponga demasiados condicionantes para abstenerse y permitir la formación de gobierno.
Pero el frente más complicado será el judicial. La maquinaria de los tribunales no va a pararse. Es más, parece que arrecia. Ayer mismo, en plena resaca electoral, el Tribunal Supremo amplió la investigación por rebelión a Artur Mas, Marta Rovira y Anna Gabriel, entre otros. Todo ello mientras Oriol Junqueras, Joaquim Forn y Jordi Sànchez siguen en prisión y los que han salido de la cárcel saben que deberán pasar por un juicio. A nadie se le escapa que determinadas actuaciones políticas pueden enturbiar su delicada situación procesal.
Puigdemont podría plantearse reformar el reglamento del Parlament para ser investido en ausencia