Domènech no apoyará “ni por activa ni pasiva” a Puigdemont
El líder de los comunes advierte al independentismo que no es momento de euforia
Xavier Domènech no ha dejado de proclamar durante la campaña que no haría presidente ni a Carles Puigdemont ni a Inés Arrimadas. Ayer no se movió ni un milímetro de esa posición. El candidato de Catalunya En Comú-Podem descartó apoyar una investidura de Puigdemont, ni siquiera con la abstención, y rechazó igualmente la posibilidad de llegar a un acuerdo de estabilidad. Los comunes se quedarán en la oposición. “No apoyaremos a un gobierno de Carles Puigdemont ni por activa ni por pasiva”, insistió.
Aclaró que no se trata de ningún “veto personal”, sino de rechazo a las “políticas antisociales” de Junts per Catalunya, y que no apoyarán ni a Puigdemont ni a otro candidato de esta formación. “No haremos un Mas como la CUP”, dijo en alusión al veto cupero que obligó a Artur Mas a dar un paso al lado para ser relevado por Puigdemont. “No nos subordinaremos a la derecha, a ninguna de ellas”.
Más que autocrítica, el ambiente en las filas de CatComú es de resignación. Aunque los resultados del 21-D sólo pueden leerse como una derrota, hay la sensación de que podrían haber sido peores, en unas elecciones tan polarizadas y dominadas por el eje nacional e identitario. Los comunes no han logrado la llave de la gobernabilidad, pero eso también significa que pueden replegarse en la oposición y concentrarse en la articulación del partido, tras la confluencia culminada en abril. Su presencia territorial, más allá de las zonas metropolitanas, se apoya sobre la militancia de ICV. Queda mucho por hacer.
Domènech ofreció una rueda de prensa en que la autocrítica, como hizo la noche electoral, se limitó a reconocer que los comunes deben abrir una “reflexión”, pero señaló que no deben hacerla sólo ellos sino el conjunto de las fuerzas progresistas catalanas ante el triunfo de partidos de derecha.
El revés electoral de CatComú es sonoro. Han caído a ocho escaños, tres menos que los logró Catalunya Sí que es Pot en el 2015 con un candidato poco conocido como Lluís Rabell, que no contó con el apoyo de los comunes de Ada Colau. Ahora, con la alcaldesa de Barcelona detrás, con una confluencia de izquierda recién estrenada que debía suponer un impulso, se les han escapado 44.000 votos. Han perdido dos escaños en Barcelona y el único que tenían en Girona. Mantienen el de Tarragona. En Lleida siguen sin sumar.
Los resultados en Barcelona, la ciudad donde gobierna Ada Colau, duelen. Son la quinta fuerza. Les han apoyado sólo un 8,4% de los votantes. Tampoco aquí hubo autocrítica: Domènech se limitó a de- cir que será en las municipales del 2019 cuando los barceloneses se pronuncien sobre la gestión en el Ayuntamiento. Sonó a pelotas fuera, porque durante la campaña no se han cansado de blandir los éxitos de Colau en Barcelona como las mejores credenciales. Los ganadores del 21-D son Arrimadas y Puigdemont, en este orden, admitió Domènech, que lo ve como una mala noticia porque significa “el triunfo de proyectos que abonan la confrontación” y “la hegemonía de fuerzas de la derecha que, aunque están muy enfrentadas, han votado políticas antisociales juntas”.
También señaló que “el gran derrotado ha sido Mariano Rajoy y el Partido Popular, por las políticas represivas que ha aplicado y la aplicación del 155”, y recordó que su formación es la única que ha presentado un recurso contra el artículo 155 ante el Tribunal Constitucional.
Domènech, sin embargo, advirtió a los independentistas que no es momento para la “euforia”. “Desde el catalanismo no se pueden leer estos resultados con alegría. Es una mala lectura”, reflexionó. También dijo que desconoce qué
“NO ES UN VETO PERSONAL” Subraya que no harán como la CUP con Mas; ni Puigdemont ni nadie de JxCat
REPLEGADOS EN LA OPOSICIÓN Los comunes se concentrarán en la construcción del partido: tienen trabajo
proyecto tienen los independentistas para Catalunya y les pidió que aclaren “que propuestas hacen, porque en la campaña no lo explicaron”.
En un corrillo con periodistas, aseguró que había intercambiado mensajes o hablado por teléfono con Arrimadas, con Miquel Iceta, con Joan Tardà... pero no con Puigdemont. No se comunican desde que se fue a Bruselas.
Domènech hizo un llamamiento al diálogo y prometió que en esta legislatura van a trabajar “para rebajar la tensión”. Sin embargo, descartó poner ninguna propuesta concreta sobre la mesa y consideró que “es al nuevo Govern de la Generalitat a quien le toca reflexionar cómo pueden favorecer nuevas vías de diálogo”.
Pese a los malos resultados, Domènech insistió en que se quedará en el Parlament y que no tiene intención de regresar al Congreso, de donde le sacaron para encabezar la lista de CatComú. Hasta ahora sólo había ganado –en las dos generales del 2015 y el 2016– pero esta vez no ha habido laureles.