La madre del gobierno abierto
TRAS EXPORTAR AL MUNDO DESDE LA CASA BLANCA EL PARADIGMA DE GOBIERNO ABIERTO, BETH NOVECK DIRIGE EN NUEVA YORK THE GOVLAB, UN CENTRO DE INNOVACIÓN CÍVICA Y POLÍTICA
Noveck es una de las cien personas más creativas del mundo del negocio y una de las pensadoras punteras
Cuando el mismísimo Barack Obama le encargó en el 2009 abrir el gobierno estadounidense, Beth Noveck no sospechaba que su proyecto de “gobierno abierto” sería replicado en todo el mundo. Más que eso: construyó un nuevo paradigma de acción política, basada en la transparencia y los datos abiertos. Beth abrió la Casa Blanca, el gobierno Obama, y creó una tendencia de difícil vuelta atrás, gracias a la cual los gobiernos y la ciudadanía trabajan en la construcción de políticas públicas. ¿Qué Gobierno democrático se atreve hoy en día a defender la opacidad de las cuentas públicas? El open government es un marco incuestionable. En el 2017, en pleno reflujo del terremoto Donald Trump, Beth Noveck dirige en Nueva York el Governance Lab (The GovLab), un centro que pone el foco en la innovación política. Una que tiene más que ver con prácticas cívico-sociales que con una lógica exclusivamente tecnológica.
Para Noveck, el paradigma de gobierno abierto se queda corto. Los turbulentos tiempos en los que la alt right se ha apropiado del sentimiento antisistema requieren nuevos pasos, nuevas formulaciones. “La transparencia no es suficiente. ¿Y si la transparencia mantiene el statu quo de un gobierno cerrado que es un direccional?”, afirma Beth en declaraciones a La Vanguardia, en el Medialab Prado de Madrid, donde acudió al encuentro Ciudades democráticas. No es suficiente con que los gobiernos trabajen por y para la gente, “tienen que trabajar con la gente”. Beth considera que los nuevos horizontes de cualquier gobierno abierto pasan por “la participación” y “la colaboración”, formas de hacer necesarias para garantizar “una conversación que influya realmente en el proceso de toma de decisiones”.
En The GovLab, Beth investiga la capacidad de las comunidades y las instituciones para trabajar juntos en la resolución de problemas. A dicho proceso le ha bautizado como people-led innovation, que podría traducirse como innovación dirigida por la gente. O simple y llanamente, innovación ciudadana. “Con la tecnología es fácil saber las ideas que tienen las comunidades y la gente. Se trata de sacar provecho a las ideas de la gente, a sus consejos, a su experiencia. En la actualidad, usamos términos como civic engagement (compromiso cívico), innovación abierta y crowdsourcing (palabra utilizada cuando se usan plataformas o metodologías para que una multitud de personas resuelvan un problema)”, asegura Noveck. No es casualidad que Beth sea una de las fundadoras del núcleo neoyorquino Do Tank, que incentiva “formas de hacer” y no únicamente pensamiento, como los tradicionales think tanks.
La receta: el código abierto. Nombrada por la revista Foreign Policy como una de las cien pensadoras punteras en el 2012, o descrita como una de las cien personas más creativas en el mundo del negocio por Fast Company, Beth Noveck habla sin complejos, aunque con cautela, sabiendo que sus declaraciones suelen provocar reacciones. Aunque trabaja mano a mano con el sector privado, Beth defiende que lo público tiene que apostar por tecnología open source (licencias libres, sin patentes cerradas). “Si el objetivo es vender más productos, la empresa va a manipular artificialmente el diseño. El marco del código abierto permite profundizar en la democracia y en la legitimidad de la toma de decisiones. Mejora su eficiencia y no los beneficios empresariales”, apunta.
La autora de libros como Wiki government: How technology can make government better (2009) o Smart citizens, smarter state (2015) también elogia las redes de colaboración institucional que surgen cuando se usa software libre, como es el caso de la plataforma Decide Madrid del Ayuntamiento de Madrid, con la que está empezando a colaborar. “Cuando tienes docenas de ciudades utilizando el mismo software libre para incentivar la colaboración cívica o para echar adelante procesos de presupuestos participativos, se crea un laboratorio increíble”, matiza Beth.
A pesar de ser especialista en entornos digitales y plataformas web, Beth Noveck, que también enseña Innovación en Gobernanza en la Universidad de Nueva York, entiende la participación como un conjunto de repertorios. Lo físico y lo virtual, lejos de ser entornos excluyentes, se retroalimentan: “Necesitamos múltiples canales y múltiples formas de participación porque las personas tienen diferentes intereses y pasiones. También necesitamos tener una multiplicidad de diferentes mecanismos que estén diseñados para lograr los objetivos de legitimidad y efectividad, es decir, mecanismos para que los ciudadanos realicen propuestas para impulsar sus ideas”.