La Vanguardia

Martín Durán

PERIODISTA MEXICANO

- ANNA BUJ Barcelona

Especializ­ado en investigar las actividade­s criminales del narcotráfi­co de su país, Durán ha tenido que huir por las amenazas de los cárteles de Sinaloa. Este año, en México han sido asesinados 12 periodista­s, algunos de ellos amigos suyos.

Hace un mes que Martín Durán (1986) duerme en un piso de Sant Cugat. Ha escapado de Culiacán (Sinaloa), donde fundó La Pared, publicació­n especializ­ada en investigar el narco en el estado del Chapo Guzmán. Compartió redacción y calle con Javier Valdez, el gran reportero del narco asesinado el pasado mayo. Medio año después, ni se han detenido a los culpables ni han cesado los homicidios. Doce periodista­s han sido asesinados este año en México, igual que en Siria. El último fue Gumaro Pérez, de Veracruz, a quien mataron a balazos el martes pasado durante el festival navideño de su hijo. Durán es el primer periodista mexicano acogido en Catalunya por La Taula de Mèxic.

Hace meses que mataron a Javier Valdez y no ha habido detencione­s.

Yo creo que no hay respuestas porque tanto el Gobierno sinaloense como el federal no tienen la más mínima voluntad de que las haya. En México hay una complicida­d tácita entre las institucio­nes del Estado y los narcotrafi­cantes.

¿Denuncia sinergias entre el Gobierno y el narco para tapar asesinatos de periodista­s?

Donde hay narco involucrad­o, el mismo Estado mexicano es responsabl­e de las muertes de muchos periodista­s. El Estado en su conjunto, es decir la policía, funcionari­os... es sistémico.

Valdez fue el primero que le recomendó que dejara Sinaloa. Comenzó con una entrevista a Dámaso López, que lucha contra los hijos del Chapo por el control del cártel. La pugna se volvió más sangrienta desde su extradició­n. Los chapitos vieron mal la entrevista, y cuando sale publicada en febrero, tanto la mía como la de Javier, mandan a grupos de jóvenes en vehículos a comprar todos los diarios quiosco por quiosco. Ya había sucedido anteriorme­nte, pero fue mucho más visible y descarado con nosotros. Lo vi mientras me seguían.

¿A usted personalme­nte?

Sí, porque yo no tenía un encargado de repartir diarios. Lo hacíamos nosotros.

¿Qué tirada tenía?

Teníamos 3.000. Era quincenal. No ganábamos dinero, y por eso no me costó cerrarlo.

¿Por una publicació­n tan pequeña hubo tantas presiones?

Me pedían que dejase de publicar sobre la guerra por mensaje de WhatsApp. En un momento me mandaron un mensajero para decirme que me marcaban, que si no paraba, pasarían cosas malas. Cuando te dicen esto sólo piensas que debes distanciar­te, censurarte y dejarles que ganen. Fue lo que hice.

¿Les bastó?

El mensajero me dijo que no me iban a hacer nada, pero tenía que hacerles un favor: “Quieren que demuestres que vas a permanecer neutro en este asunto, publica algo a favor de los chapitos”.

¿Y lo hizo? Pedí igualdad de condicione­s, quería una entrevista con Iván Archivaldo, el hijo del Chapo, de la misma manera que había hablado con Dámaso. Lo rechazaron y me mandaron una nota para que la publicase, aunque me permitiero­n la libertad de escribirla a mi manera. Habíamos cerrado el diario y tuvimos que levantar la persiana para hacer esta edición. Salió tres semanas después de la compra masiva de periódicos.

Esta vez no los retiraron. Se hicieron cargo de la repartició­n y los regalaban en los cruces. Esos días me los pasaba borracho. Era más fácil sentirse menos en la realidad. También quedé para hablar con Javier en un bar.

¿Qué le recomendó?

Que tenía que irme un tiempo porque no veía otra salida. Incluso me ofreció ayuda económica e informó a Carlos Lauría, el director del CPJ para Latinoamér­ica. Una semana después mataron a Miroslava Breach, en Chihuahua.

Ella fue la tercera periodista asesinada este año.

Esos días se habían fugado unos reos de la cúpula del cártel de Sinaloa, y me dio miedo porque había publicado sus expediente­s. Los ánimos estaban crispados: al mismo tiempo secuestrar­on al correspons­al y equipo de Al Yazira. El 3 de mayo detuvieron a Dámaso López en México DF, el 15 mataron a Javier.

¿Temió por su vida?

Sí, y amigos míos también. Por eso me contactaro­n para salir de Sinaloa. El narco ha conseguido censurar a los periodista­s en Chihuahua, en Sinaloa... Han ganado la primera batalla, pero hay otros frentes.

¿Le quedan ganas de hacer periodismo?

Me quedan historias que contar, pero soy muy consciente de que debemos cambiar la manera de trabajar. La mejor forma de resistir y protestar es haciendo periodismo, pero a lo mejor no el mismo que hacíamos. Lo cubríamos como periodista­s de guerra, y es necesario hacer lo que llaman periodismo de paz. Sólo fomentábam­os la propaganda de los bandos.

EN CHIHUAHUA Y SINALOA “El narco ha conseguido censurar a los periodista­s”

COMBATIR CON LA PALABRA “La mejor forma de resistir y protestar es haciendo un periodismo de paz”

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KIM MANRESA Martín Duran, en Barcelona

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