Vancouver se sube a la parra
De qué ciudad del mundo se puede decir que es más cara que Tokio y San Francisco, tiene una burbuja inmobiliaria mayor que la de Sydney o Hong Kong, y más diferencia entre ricos y pobres que Nueva York y Londres? La respuesta es Vancouver.
Si en la capital inglesa o en la Gran Manzana ya es problema grave una inversión de capital extranjero (con frecuencia compañías offshore) que distorsiona el mercado inmobiliario y lo hace inaccesible a los residentes locales, en Vancouver se nota muchísimo más al tratarse de una ciudad pequeña y relativamente provinciana (650.000 habitantes y 2,5 millones en toda el área metropolitana), que en la última década ha registrado un boom espectacular gracias a convertirse en uno de los grandes centros del cine y la televisión en Norteamérica, y atraer a los hipsters de las nuevas tecnologías, que encuentran en ella una alternativa a Seattle y California.
Zonas portuarias y de almacenes industriales como Marine Drive han sido reconvertidas en barrios de lujo con rascacielos donde un dúplex cuesta hasta 50 millones de dólares, los caseros de barrios tradicionales como Mount Pleasant remozan viejos edificios para subir los alquileres y expulsar a los inquilinos de toda la vida, los jóvenes no tienen manera de pagar la entrada de un piso por muy bueno que sea su trabajo, y los comercios tradicionales cierran para dejar paso a cafeterías y tiendas de cadenas capaces de pagar mucho más por el local.
“Los sueldos no están mal, pero entre la vivienda, el transporte y la comida, uno necesita 5.000 dólares para vivir decentemente, y sin demasiados lujos –se lamenta Eric, que conduce limusinas para el hotel Fairmont, uno de los mejores de la ciudad–. Chinos y rusos han disparado el mercado inmobiliario, y comprado más de 100.000 apartamentos que permanecen vacíos. Y como la demanda es mucho mayor que la oferta, los alquileres se han puesto por las nubes y una familia de clase media que se ha pasado la vida en el centro tienen que marcharse a suburbios como Richmond”.
La respuesta del alcalde George Robertson, del Nuevo Partido Demócrata (NDP, conservador) ha sido poner un impuesto adicional del 15% (el mayor del mundo, cuatro veces el de Sydney y Melbourne, y cinco veces el de Brisbane) a las compras de pisos y casas por extranjeros. La medida es muy polémica. En general la izquierda y los seguidores del primer ministro liberal Justin Trudeau están de acuerdo, pero no así los comerciantes, que la ven como un lastre al crecimiento de la ciudad, y sobre todo la comunidad oriental, que la considera una “tasa racista”.
La principal metrópolis de la provincia canadiense de British Columbia debe su nombre al explorador inglés John Jasper Vancouver. El más pequeño de seis hijos de un inspector de aduanas de King’s Lynn, entró en la Royal Navy y se convirtió en protegido del capitán Cook, participando en sus viajes por el Pacífico Norte y Alaska, en busca del mítico Pasaje del Noroeste.
Aunque el mallorquín Juan José Hernández Pérez había navegado ya las aguas de la Columbia Británica, fue el primer europeo que puso el pie en sus costas.
Cuando el capitán Cook fue asesinado por los nativos en las Islas Sandwich (hoy Hawái), Vancouver se salvó por los pelos, gracias a su labia, de correr la misma suerte. Y vivió para recibir la misión de desplazarse a la isla de Vancouver y negociar con el capitán español Francisco de la Bodega y Quadra la devolución de unos buques ingleses que la Armada tenía en su poder, y la pertinente restitución. El imperio español reivindicaba la exclusividad del comercio –sobre todo de pieles y madera– en la zona, pero Gran Bretaña estaba dispuesta a ir a la guerra.
Bodega y Quadra y Vancouver no consiguieron resolver el conflicto pero se hicieron amigos y evitaron que el conflicto llegara a mayores. El marino británico continuó sus exploraciones y llegó a la conclusión de que el pasaje del Noroeste no existía. Dio nombre a muchos de los montes, ríos, estrechos y bahías entre California y Alaska, entre ellos la ciudad que se ha convertido en una de las más caras y de moda en el mundo.
Foco de las industrias del cine y la alta tecnología, se ha vuelto una de las
ciudades más caras del mundo
Los inversores extranjeros han de pagar un polémico impuesto adicional del 15% a la vivienda