Al presidente de Foment
Querido presidente, Hace un año y medio le escribí desde esta misma página lamentando unas declaraciones de la patronal que preside respecto de la posibilidad de subir significativamente el salario mínimo interprofesional (SMI). Los argumentos que se utilizaban eran que aumentaría el paro, reduciría la productividad, produciría “deslocalizaciones” y que el salario mínimo debe ser proporcional a la productividad de nuestra economía.
Yo le decía que no había evidencia empírica que apoye la relación entre aumentos significativos del SMI y paro, y que nuestro SMI es significativamente más bajo que el de los países del resto de Europa en relación con la productividad (medida en términos de PIB per cápita). También le recordaba que el Gobierno conservador británico había anunciado el aumento de su SMI en un 34% a lo largo de una legislatura, a pesar de partir de un nivel un 40% superior al nuestro (siempre en términos relativos).
Hoy, en cambio, le tengo que felicitar en tanto en cuanto la CEOE ha participado en el acuerdo para subir el SMI hasta los 11.900 euros en el año 2020, lo que supone un 30% más que el nivel de 2016 (9.173 euros). Es más, leo que Joan Rosell ha declarado que la subida del 8% que ha tenido lugar en el 2017 “no ha tenido ninguna consecuencia negativa sobre el empleo”.
Subir el SMI es una cuestión de justicia, porque no es aceptable que una persona que trabaje a tiempo completo esté por debajo del umbral de pobreza. Pero también lo es de prudencia. En primer lugar, porque la estabilidad social es incompatible con la desigualdad extrema. En segundo lugar, porque los trabajadores pobres salen muy caros a la sociedad: cuestan mucho más en el estado del bienestar que lo que aportan en forma de impuestos. Dicho de otro modo: los empresarios y los clientes de las empresas que pagan poco están subvencionados.
Como era de esperar, no hemos dejado de oír voces críticas con el acuerdo por parte de economistas que se consideran liberales y que argumentan en base a la doctrina económica ortodoxa. No les haga caso, porque su comprensión de esa doctrina es defectuosa. Como declaró Churchill en defensa del primer salario mínimo en Europa, “antes se suponía que las leyes de la oferta y la demanda [...] producirían un salario justo [...], pero en el caso de los trabajos penosos [...] no se da el progreso, sino la degeneración progresiva”. Churchill, más sensato que muchos de nuestros pretendidos liberales, hablaba como ministro de un gobierno del partido liberal.
Ahora bien, no quisiera terminar sin alentarle a continuar por este camino. Como los precios catalanes son más altos que la media española, el SMI del 2020 todavía será en Catalunya un 30% inferior a los de los países de nuestro entorno. Si queremos, de verdad, apostar por la prosperidad, no podemos permitir que se sigan creando empleos tan baratos. Socialmente, nada bueno sale de ellos.
Atentamente.
Subir el salario mínimo es una cuestión de justicia, pero también de prudencia