Manual contra el separatismo
Fernando Savater publica un argumentario para rebatir un independentismo que juzga “reaccionario en el sentido más fuerte”
Por la brevedad del libro y tal vez por ironía consigo mismo, Fernando Savater lo llama “panfleto”. Pero su pequeño ensayo Contra el separatismo (Crítica) –90 páginas de las que sólo la mitad son inéditas– supera la extensión de la octavilla y, lejos de la mera colección de proclamas, es un razonado manual de urgencia para ciudadanos opuestos a la secesión de Catalunya. El filósofo vasco subraya esa palabra, ciudadano, como base de su discurso.
El cogollo del texto es un argumentario de siete puntos o “razones por las que el separatismo es un achaque político que hay que evitar y combatir”: el secesionismo es “antidemocrático, retrógrado, antisocial y dañino para la economía; genera amargura y frustración, y crea un peligroso precedente”.
Savater decidió escribir el libro llevado “por la indignación ante lo que estaba ocurriendo y ante la falta de un discurso contundente y no retórico en contra de ello”, explica a La Vanguardia. Pues “parece mentira que tras la experiencia triste del País Vasco no supiéramos que lo que da la ciudadanía no son los territorios sino el Estado; que los ciudadanos son libres e iguales”. Ante esa situación, él quiso ofrecer una explicación “sencilla y rápida” que sirviera para ilustrar a los anti independentistas “con unos conceptos claros y no sólo con una idea difusa de que les están tomando el pelo”.
Para Savater, toda salida del problema pasa por “aplicar activamente el Estado de Derecho”. Y no por “cambiar la Constitución para que Catalunya esté cómoda, como si se tratara de una señora gorda en un sofá que busca la postura buena”.
El origen del conflicto reside en su opinión en unas concesiones desmedidas a Catalunya –y el País Vasco–, en parte precisamente por medio de la Constitución; en concreto, a través de “unos párrafos dedicados al apoyo a las lenguas regionales que están muy bien pero se escribieron sin saber que darían lugar a la postergación o persecución de la lengua común”. Eso “por no hablar de cosas tan estrafalarias como los derechos históricos, que nadie sabe lo que son pero han dado lugar a una enorme mangancia”, afirma.
Savater vincula la corrupción con la reactivación del independentismo: “Si la mangancia desenfrenada hubiera seguido sin que nadie denunciara el 3% y el pujolismo ladrón, y si encima hubiera persistido la bonanza económica, ni habríamos oído hablar de separatismo. Pero en una época de recortes y denuncias de corruptelas, algo había que hacer para desviar la atención”.
El escritor donostiarra utiliza el término separatismo “porque es el más exacto, ya que aquí el objetivo es segregar y quebrar”. Y aclara: “No me refiero a romper la unidad de España, expresión que no utilizo en el libro, sino la unidad de la ciudadanía. Lo que debería inquietar no es que la derecha utilice el término separatismo, sino el hecho de quienes practican tal separatismo son ellos mismos reaccionarios en el sentido más fuerte”.
Incide Savater en el “germen carlista” de los nacionalismos, alentados además –a su juicio– por una educación antiliberal a cargo de “unos curas que se oponían a las ideas de los ilustrados españoles y catalanes”; incluido el centralismo, “porque era una idea anticlerical, laica y desamortizadora”.
Ya después, nacionalistas e independentistas se habrían repartido los papeles: “Mientras los moderados se ocupaban de administrar las ventajas económicas de la autonomía, la educación e información se dejaban en manos de los más radicales”. Así se entiende que gran parte de las nuevas generaciones “hayan salido como han salido”, dice”.