La Vanguardia

Deber de Estado

-

Recuerdo cuando, hace años, se daba la cifra anual de los asesinados por ETA. El número caía como un golpe seco contra la libertad de los demócratas. Nos hacíamos un ovillo pensando en los niños que asistieron a la muerte de sus padres sobre los adoquines ensangrent­ados. Actuaron entonces la política y la sociedad civil, con las familias de las víctimas a la cabeza, además de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Si leyéramos que en el 2017 hubo 48 víctimas mortales por terrorismo en España, nos sentiríamo­s atravesado­s por un rayo, y los gobernante­s se llenarían la boca de solemnidad y hablarían del enemigo número uno de una sociedad civil pacífica e inocente.

Pienso en los muertos de primera y los de segunda: 48 mujeres han fallecido a manos de sus parejas o exparejas en el año que hemos despedido. Tenían entre 18 y 85 años. Algunas eran madres, otras sólo tuvieron tiempo de ser hijas. No eran poderosas. Mujeres normales y corrientes, con sus silencios y sus risas francas, que llevaban la fiambrera al trabajo, dejaron una novela a medio leer en la mesilla de noche, que antes de tener ojeras negras, bailaban. Desde el 2003 se registran oficialmen­te las muertes por violencia machista. Y ya suman casi mil. Ninguna medida ha sido suficiente. A principios del pasado año se anunció a bombo y platillo “un pacto de Estado contra la violencia machista”. Respiramos. No se aprobó hasta el verano, por mayoría pero sin unanimidad (debido a la abstención de Unidos Podemos). El Gobierno tenía dos meses para ponerlo en marcha: hoy en día sigue en dique seco. Hace pocos días, el Gobierno se reunió con las comunidade­s autónomas para acordar las primeras 26 medidas –de las 213 que contiene el acuerdo–, para las que aún no existe presupuest­o. Desde luego, una voluntad más firmemente expresada que implementa­da. La historia de las mujeres siempre al ralentí. Al tiempo que los políticos discutían y se demoraban, casi cincuenta hombres las iban matando. Jessica recibió cinco tiros a bocajarro delante de su hijo, y a Andrea la estampó contra una gasolinera de Benicàssim. Amor de pólvora. También asesinaron a ocho niños: una agónica muerte en vida para ellas, las que osaron salir del círculo vicioso que confunde el vínculo con la dependenci­a.

En su controvert­ido Down girl: the logic of misogyny (Oxford), la filósofa Kate Manne expone un sólido argumento sobre la violencia sexual: “La visión de los violadores como monstruos exonera por caricatura”, escribe, instándono­s a reconocer “la banalidad de la misoginia”. Cómo tomarse en serio un asunto tan complejo si no se arranca su raíz envenenada: el machismo. Los asesinos son seres humanos, igual que nosotros, que degradan su propia condición y acaban convirtién­dose en inhumanos. Acaso sean necesarias 213 medidas para atajar el terrorismo de género, pero, por favor, no pospongan más la aplicación de las cinco más vitales para detener este desangre.

Desde el 2003 se registran oficialmen­te las muertes por violencia machista; y ya suman casi mil

 ??  ?? Joana Bonet
Joana Bonet

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain