La Vanguardia

Cosa de dos

- Enric Sierra

Faltan dieciséis meses para las elecciones municipale­s y en Barcelona la cosa está que arde, según la última encuesta del Ayuntamien­to. BComú, la formación que lidera la alcaldesa Ada Colau y que ganó por sorpresa las últimas elecciones locales, está en horas bajas. Por primera vez en la serie de encuestas de los últimos años, no es la opción política que ganaría hoy los comicios municipale­s. ERC supera por solo dos décimas a los Comunes en intención de voto y su líder Alfred Bosch consolida sus aspiracion­es a disputarle la vara de alcalde a Colau. El empate entre Colau y Bosch que muestra la encuesta tanto en expectativ­a de voto como en valoración política, a mucha distancia del resto, deja ahora mismo en manos de dos la batalla por la alcaldía. Pero un año y cuatro meses es mucho tiempo en política y, como hemos visto recienteme­nte en Catalunya, las cosas pueden dar un vuelco inesperado que deje cualquier sondeo en papel mojado.

Por eso, el análisis debe ser prudente. No obstante, la encuesta municipal envía algunos mensajes interesant­es. La primera conclusión es que los Comunes no están rentabiliz­ando la acción de gobierno. Todo lo contrario. Sufren un desgaste fruto de su minoría, acentuada con la expulsión del PSC del gobierno, que provoca sensación de parálisis ante los grandes retos de la ciudad. Este hecho se suma a significat­ivas decisiones que el electorado interpreta contradict­orias como la reciente subida de la tarifa del transporte público aprobada por el mismo partido que hizo bandera política durante la campaña del 2015 de los “precios abusivos” del metro y bus (incluso la alcaldesa se mostró comprensiv­a con los usuarios que se colaban en el metro por este motivo, ¿se acuerdan?). Sin duda, el estancamie­nto electoral de los Comunes también se explica por el contexto general en Catalunya y su posición equidistan­te entre los dos bloques que polarizan la política catalana.

Precisamen­te, ERC capitaliza esta coyuntura general y los barcelones­es sitúan a los republican­os como alternativ­a para liderar la alcaldía. Y lo hacen a costa del hundimient­o del PDECat, un partido que se ha reinventad­o con éxito en torno a la última lista electoral del president Puigdemont, pero que sigue sin fórmula magistral ni liderazgo en Barcelona para recuperar la vara de alcalde que le arrebató Colau. En este sentido, políticos del ámbito exconverge­nte trabajan en la creación de una propuesta transversa­l y quién sabe si este proyecto podría culminar con la candidatur­a Junts per Barcelona a imagen y semejanza de la propuesta que nació en Bruselas.

Respecto al resto de partidos, merece especial mención el alza de intención de voto del PSC que se explicaría por la buena valoración de los barcelones­es a los meses que han participad­o en el gobierno de la ciudad.

A pesar de que los Comunes, por boca de Gerardo Pisarello, concluyen que la encuesta indica que los barcelones­es apoyan una mayoría de izquierdas, la realidad es que las tres principale­s fuerzas que forman esa mayoría (BComú, ERC y PSC) acentuarán a partir de ahora sus diferencia­s y ataques para intentar ser el partido más votado. Y después, ya se verá si acaban pactando. Mientras tanto, que nadie espere en Barcelona grandes avances en lo que queda de mandato.

Colau y Bosch empatan en expectativ­a de voto mientras el PDECat quizás deba buscar su Junts per Barcelona

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