Conmoción por la brutal violación de una mujer en Llavaneres
El agresor desfiguró la cara de la víctima a golpes y la arrojó a las rocas del espigón
Un nuevo caso de agresión sexual ha conmocionado el Maresme. Una mujer fue salvajemente golpeada y violada la madrugada del pasado 28 de diciembre junto a las vías del tren en Sant Andreu de Llavaneres. Los investigadores también buscan a varios testigos que no prestaron auxilio a la víctima.
Sobre la siete de la mañana, una mujer de origen colombiano, de 42 años, residente en Mataró, fue salvajemente violada y golpeada en el camino que transcurre por el lateral de las vías del tren, junto a la escollera marítima. Se trata de un camino sin señalizar, muy utilizado por pescadores, y submarinistas, ya que en la zona hay un acantilado sumergido muy atractivo para los amantes de la pesca submarina.
El camino que recorría a diario la mujer es una ruta muy frecuentada, ya que une la ciudad de Mataró con la estación de Sant Andreu de Llavaneres. A primera hora de la mañana se pueden encontrar numerosas personas que pasean el perro y practican deporte.
La agredida, como hacía cada mañana, recorría los tres kilómetros que hay entre su domicilio, en un barrio de Mataró próximo a la zona agrícola, hasta una de las lujosas viviendas de Llavaneres, donde cuidaba de un joven con una minusvalía y, al mismo tiempo, trabajaba como servicio doméstico. Allí, los vecinos, muy impactados por los hechos, destacan su educación y simpatía.
Su asaltante se había aprendido su rutina diaria y la esperó a la altura de la estación, a pocos metros del paso subterráneo que cruza las vías. La sorprendió. Tras golpearla brutalmente hasta desfigurarle por completo el rostro, le arrancó con violencia toda la ropa y consumó la violación. A continuación, para dificultar que fuera encontrada, la arrojó entre las rocas del espigón y la dejó abandonada, gravemente herida, posiblemente al creerla muerta, y huyó.
Al poco tiempo, los desgarradores gritos que la mujer empezó a proferir desde las rocas, a pocos metros del mar –donde hubiera perecido ahogada si hubiera llegado a caer, como parecía ser la intención de su asaltante– no fueron atendidos por varios transeúntes. Como mínimo tres personas que paseaban por el lugar, al ver la escena, huyeron atemorizadas sin detenerse a prestar auxilio al cuerpo que yacía ensangrentado y desfigurado en el espigón de la playa.
La víctima, como pudo, se arrastró entre las piedras y el camino de tierra hasta la estación de ferrocarril, donde fue atendida por el personal de la cantina. Allí dieron aviso a los cuerpos de socorro, que la trasladaron al hospital. Los Mossos han abierto una investigación paralela para dar con la identidad de los tres transeúntes que, posiblemente alarmados por el estado en que se encontraba la mujer, hicieron caso omiso a su petición de socorro. Podrían imputarles un delito de denegación de auxilio.
Una vez la mujer se encontró a salvo, según los testigos, dio algunos detalles de su agresor, pero pronto cayó en un trance traumático que la silenció. Los psicólogos forenses trabajan ahora para obtener más información ya que están convencidos que la víctima conocía a su agresor, como también han apuntado algunos testigos que aseguraron que podría ser un conocido de su entorno.
El juez ha impuesto el secreto de sumario, por lo que las actuaciones policiales no han podido trascender. En la última reunión de coordinación de las policías en la zona los expertos recalcaron la brutalidad de los hechos y los mandos ya lanzaron la advertencia de que la cuestión debía ser tratada con extremada sensibilidad.
El agresor le desfiguró la cara a golpes, la desnudó y la arrojó a las rocas del espigón
Los Mossos buscan a tres personas que huyeron sin pararse a socorrer a la víctima