Los temas del día
Las derivadas políticas de los problemas de circulación causados por la última tormenta de nieve, y la remodelación del Gobierno de Theresa May para afrontar la nueva fase de negociación del Brexit.
EL Brexit se está convirtiendo en una pesadilla para los conservadores británicos, hipotecados por lo que fue una apuesta personal del expremier David Cameron para imponer su autoridad interna y segar el auge del euroescéptico y xenófobo UKIP. Gestionar aquella herencia electoral es un campo de minas para su sucesora, la primera ministra Theresa May, que hoy concluirá una remodelación ministerial a fin de dar cohesión al Gobierno y al Partido Conservador ante la segunda ronda de las negociaciones con la Unión Europea para, a partir de marzo, definir el marco de las futuras relaciones comerciales, el meollo de las negociaciones entre Londres y Bruselas.
La necesidad de avanzar en la agenda reformista de May y de arrancar un buen Brexit han sido las dos razones citadas por el 10 de Downing Street para esta remodelación de su equipo a la que tampoco es ajena la estrategia de modificar la percepción social de que los conservadores son varones de una cierta edad, blancos y con unos estratos sociales privilegiados, un cliché reforzado con los escándalos sexuales desvelados en Westminster en los últimos meses. De ahí el aumento de las ministras y una mayor pluralidad étnica en el Gabinete aunque sus pesos pesados se mantienen en los mismos puestos: Boris Johnson (Asuntos Exteriores), Philip Hammond (Economía), Amber Ruud (Interior)... También continúa el ministro encargado de la negociación con la UE, David Davis, pese a las críticas de los entusiastas del Brexit, que le acusan de plegarse a la abultada factura presentada por Bruselas. La continuidad de Davis es una noticia tranquilizadora para la UE en este año decisivo para fijar la relación bilateral una vez la salida haya sido completada en el primer trimestre del 2019. A diferencia de Boris Johnson, Davis mantiene la cordialidad y el respeto hacia la UE, de la que no se hubiera marchado, en la línea de pensamiento de la primera ministra.
Los cambios reflejan los equilibrios de un partido, el de los tories, que tiene el alma dividida en lo que a la relación con Europa se refiere y al que le pesa el pasado. La primera ministra ha impuesto como nuevo presidente del partido y ministro sin cartera a Brandon Lewis, con el deseo de aumentar la sintonía con los diputados y evitar humillaciones como la indisciplina de once diputados en una votación relativa al Brexit el pasado 13 de diciembre. Si algo no necesita May son noticias o colaboradores que alimenten el estereotipo de líder pasajera. Todo hace pensar que May quiere llegar con posibilidades a las próximas elecciones, en el 2022.