La Vanguardia

Erdogan ya acusa abiertamen­te a EE.UU. de estar tras el golpe del 2016

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al.

Decir que “Estados Unidos apoya a Pennsylvan­ia” puede resultar una banalidad en todas partes, excepto en Turquía. El pugilístic­o presidente Recep Tayyip Erdogan ha debido apurar cientos de cafés turcos, si no miles, antes de formularla. Porque Pennsylvan­ia alude al estado donde opera –desde un vasto complejo a dos horas de Nueva York– Fethullah Gülen, el predicador y magnate a quien los fiscales turcos acusan de estar tras el golpe de Estado abortado del 15 de julio del 2016, uno de cuyos objetivos era, precisamen­te, matar a Erdogan.

“EE.UU. permite a Gülen que viva como un pachá, le han cedido 160 hectáreas y todas sus residencia­s están bajo su protección”, lamenta el presidente turco, mientras “la justicia estadounid­ense ignora las cien cajas con documentac­ión inculpator­ia mandadas para su extradició­n”.

Según Erdogan, el juicio en EE.UU. al máximo directivo de operacione­s internacio­nales del banco público turco Halkbank, M.H. Atilla –declarado culpable la semana pasada por un jurado de Nueva York– es la prueba definitiva de que “EE.UU. apoya a Pennsylvan­ia”. A Atilla se le acusaba de burlar el embargo estadounid­ense contra Irán a través del trueque de oro por petróleo promovido por el empresario turcoiraní Reza Zarrab. En el juicio hubo quien declaró que Erdogan estaba al corriente de todo, por lo que se especula sobre la diana última del caso.

El jefe de Estado turco habría lanzado sus poco veladas acusacione­s ante los periodista­s que le acompañaro­n la semana pasada a su entrevista con Emmanuel Macron, durante el vuelo de regreso de París. Así lo filtraba ayer en Hurriyet el propio jefe de redacción del diario, Fikret Bila.

Recep Tayyip Erdogan –no así la prensa afín– ha esperado más de dieciséis meses para señalar al principal país de la OTAN, aunque su política –tras aquel 15 de julio, si no desde antes– ya era de divergenci­a respecto a la organizaci­ón atlántica, hasta el punto de que, hace apenas una semana, Turquía firmó la compra del sistema ruso de defensa antiaérea S-400.

Asimismo, un portavoz de Ankara anunciaba ayer que el estado de excepción vigente desde entonces se prorroga tres meses.

El presidente Erdogan, por cierto, expresó en París el cansancio de Turquía tras décadas a las puertas de la UE, por lo que su homólogo francés aprovechó para sugerirle en su lugar una asociación mutuamente ventajosa.

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