La Vanguardia

Responsabi­lidad

- Pilar Rahola

Siempre es bochornoso ver a un político sacudiéndo­se la responsabi­lidad del cargo. Es posible que se vea como una reacción natural, porque todo el mundo está preparado para los vinos y las rosas del éxito, pero no para la acidez de los errores y fracasos. Este mecanismo de autodefens­a, que pasa por querer el poder lleno de pompa pero despojado de responsabi­lidad, puede ser frecuente pero siempre es deplorable, sobre todo si es un cargo público. Porque si hay una cualidad intrínseca a la institució­n pública es justamente la responsabi­lidad que exige. Los ministerio­s, las direccione­s generales, todos ellos no son pasarelas de moda para salir en la foto, sino espacios de representa­ción y gestión del bien común, y exigen gente capaz de asumir el peso del cargo. Es aquello tan esencial de la rosa, en la conversaci­ón entre el Principito y el zorro, cuando el Principito descubre que su rosa es única porque él es el responsabl­e.

La responsabi­lidad política, pues, o más bien la falta de ella, ha sido uno de los aspectos más lamentable­s del escándalo sobre las miles de personas que quedaron clavadas en plena autopista, en medio de la nieve. Con una previa: no soy de los que niegan la

Ni prever quitanieve­s, ni tener asistencia preparada, ni, eventualme­nte, cerrar la autopista; nada

parte de culpa que pueden tener los conductore­s por no llevar cadenas, o no hacer caso a los avisos, o etcétera. Estamos inmersos en una sociedad sin culpas, donde nadie asume la propia responsabi­lidad, felizmente acomodados en la idea del poder como un padre padrone que lo controla todo. En este caso, pues, como en otros parecidos, es evidente que hay una cierta irresponsa­bilidad individual, y que la suma de miles de pequeñas irresponsa­bilidades puede crear una muy grande. Pero estamos hablando de una autopista controlada por un concesiona­rio, controlado a su vez por el ministerio de turno. ¿Cómo es posible que, con la informació­n meteorológ­ica tan explosiva, no hicieran nada ni los unos ni los otros?

Ni prever quitanieve­s, ni tener asistencia preparada, ni, eventualme­nte, cerrar la autopista. Nada. Dejaron que el clima explosiona­ra sin prever ningún plan de choque y el resultado es la dramática situación de miles de personas, encerradas en el coche con las familias, en medio de un clima gélido, durante horas. Este grave incidente colectivo es responsabi­lidad directa del poder público, que es el que tiene que prever que una cosa como esta nunca pase.

En este punto, y vuelvo al principio, lo más bochornoso ha sido el espectácul­o de los cargos implicados expulsándo­se de encima las pulgas, con el tal Gregorio Serrano, de la DGT, disparando a diestro y siniestro para evitar su responsabi­lidad. Sin embargo, si en un caso así no tiene ninguna responsabi­lidad, ¿qué carajo hace en el cargo? Y, sobre todo, ¿qué cree que es un cargo público? ¿Una promoción, un modus vivendi, un premio? No señor, un cargo público es un servicio al público, y no al revés.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain