La Vanguardia

La vía del acuerdo

- Fèlix Riera F. RIERA, editor

Desde el independen­tismo político se habla de negociar con el Estado español cuando lo que debería plantear es un acuerdo previo que permita avanzar hacia una viable y verificabl­e negociació­n. El acuerdo debería verse como el paso previo que permita superar la desconfian­za que hoy impide iniciar una negociació­n. Lo que es evidente es que entramos en una fase del conflicto entre el independen­tismo político y el Estado español en que es necesario y urgente buscar vías de acuerdo que garanticen una negociació­n que abra un camino de entendimie­nto que lleve a alejarnos de la vía del conflicto permanente. Si esto ocurre, el catalanism­o político, que ha sido motor desde principios de siglo de la modernizac­ión de Catalunya y España, puede apoyar todo empeño, dentro de la legalidad, orientado en defender las demandas de Catalunya.

Como exponía Miquel Roca en su libro Per qué no?, desde Catalunya se debe romper la imagen primaria que tiene el Gobierno español que identifica los intereses de Catalunya como sectarios e insolidari­os. De la misma forma que el independen­tismo político debe moderar su particular memorial de Greuges, el Gobierno del PP debe asumir que no podrá mantener una España unida sin el concurso del catalanism­o. Si el independen­tismo político es capaz de acordar una agenda política de mínimos que la mayoría de fuerzas políticas catalanas puedan asumirse gobernar, se crearán las condicione­s para acordar los aspectos que deban ser negociados.

Nada debilita más al propósito de llegar a acuerdos para avanzar en una futura negociació­n que el hecho de no ser capaces de iniciar la legislatur­a haciendo efectiva la gobernabil­idad. Tras el resultado de las elecciones del 21 de diciembre, Catalunya debe priorizar y poner el acento en el modelo de sociedad que persigue y dejar sin efecto los antagonism­os que tanto fortalecen la determinac­ión del Gobierno español de aplazar la discusión sobre la reforma de España. Si el Gobierno español ve un mínimo de unidad política en Catalunya, para superar la etapa anterior, será posible no exigirle crear las condicione­s para un acuerdo que desemboque en una negociació­n. Nada mejor para espantar los fantasmas que nos asolan que hacer de la política “una propuesta superadora de centenares de años de enfrentami­entos, de incomprens­ión, recelos y desconfian­za” como planteó ya Miquel Roca en 1982.

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