La Vanguardia

Nuevo desalojo de la residencia de estudiante­s okupas del Consistori­o

- LUIS BENVENUTY Barcelona

La concejal Gala Pin no tuvo ayer un plácido regreso de sus vacaciones navideñas. Agentes de la Guardia Urbana desalojaro­n a primera hora de la mañana el número 9 del pasaje Sant Bernat del barrio del Raval. Buena parte de los movimiento­s alternativ­os de la ciudad criticaron con mucha dureza a la edil responsabl­e del distrito de Ciutat Vella. En ocasiones incluso se ensañaron en las redes sociales. En un tuit muy retuiteado dijeron que la concejal estaba actuando como “brazo armado del capital”. También la acusaron de fomentar la especulaci­ón, de ponerse de lado de las inmobiliar­ias... A la activista forjada en unas cuantas okupacione­s muy reivindica­tivas tuvo que dolerle en el corazón. La alcaldesa Ada Colau tampoco se libró de las críticas. Los guiños que el gobierno municipal brinda a los okupas no son recíprocos.

El 9 de San Bernat es una finca de titularida­d municipal. Otrora fue una escuela de adultos. Tras diez años de abandono, en la primavera del 2016, el inmueble fue okupado por varios jóvenes con el objetivo de montar una residencia de estudiante­s alternativ­a y autogestio­nada. Su idea era prestar un ayuda a tantos estudiante­s de los alrededore­s de Barcelona que no tienen dinero para alquilar una habitación en esta ciudad. El gobierno de Colau dijo que permitiría a los okupas llevar a cabo sus planes, mientras que ello no obstaculiz­ara ningún proyecto municipal, que prefería que las propiedade­s del Ayuntamien­to sin ningún uso encontrará­n así una finalidad en lugar de degradarse lentamente. Entonces parecía que todos estaban de acuerdo. Esta estrategia se convirtió en política, como también lo demuestran los casos de antigua comisaría de Gràcia o las casitas de Hort de la Vila.

La verdad es que aquel destartala­do aspecto de la finca de Sant Bernat cambió muy pronto. Pero el 1 de diciembre la concejal Pin colgaba en su perfil de Facebook un largo y sentido texto donde lamentaba no tener otro remedio que desalojar el inmueble. Su mal estado desaconsej­aba cualquier uso ciudadano. Los okupas, no obstante, no le creyeron, respondier­on con un montón de matizacion­es, reokuparon la finca a los pocos días. Algunos vecinos sostienen que algunos okupas hicieron uso de un escondrijo durante el primer desalojo a fin de reokupar la finca desde dentro. Otros que el Ayuntamien­to no tomó las medidas de precaución oportunas. En un barrio asolado por los narcopisos, por las ocupacione­s realizadas para vender drogas, la usurpación de la propiedad tiene abierta una gran división ciudadana. “Con el 15-M, la gente pensó que salían nuevos partidos y una nueva política –dijo un representa­nte de los estudiante­s okupas tras el desalojo–. Y sí, son más simpáticos, se reúnen contigo, pero, a efectos prácticos, son lo mismo”. Fuentes municipale­s aseguraron que esta vez sí se llevaron a cabo los trabajos oportunos para que la finca no se okupe de nuevo. Una veintena de personas cortó la Gran Via durante unos minutos.

Movimiento­s alternativ­os acusan al gobierno de Colau de avivar la especulaci­ón inmobiliar­ia

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ACN La operación policial se produjo ayer por la mañana

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