El segundo adiós de un líder histórico.
El expresident renuncia para no perjudicar al partido y por el calendario judicial
Artur Mas definió ayer como un segundo “paso al lado” su renuncia a la presidencia del PDECat, dos años después de ceder a Puigdemont la presidencia de la Generalitat.
Hace dos años –el 9 de enero del 2016– Artur Mas daba un paso al lado al frente de la presidencia de Catalunya en beneficio de Carles Puigdemont y justo dos años después –el 9 de enero del 2018– ayer dio otro en la presidencia del PDCat en pleno choque, curiosamente, con la estrategia de su sucesor en torno a la investidura del presidente de la Generalitat. Una renuncia que llega, además, en vísperas de que se haga pública, el próximo lunes, la sentencia del juicio del caso Palau de la Música, de presunta financiación irregular de CDC. Aunque él desvincula la decisión de las dos circunstancias.
En una rueda de prensa convocada de urgencia en la sede del PDECat, en medio de una gran expectación mediática y acompañado de la dirección del partido al pleno y de su esposa, Helena Rakosnik, el expresidente de la Generalitat justificó su segundo paso al lado en un doble motivo: la voluntad de no dificultar la expansión de la formación y de facilitar nuevos liderazgos y la necesidad de dedicarse al calendario judicial que tiene que afrontar personalmente como consecuencia del proceso independentista. Y, de acuerdo con ello, aseguró que se trataba de una decisión “no precipitada”, sino “largamente meditada”, comentada desde antes del verano pasado con el propio Carles Puigdemont y con la coordinadora general del PDECat, Marta Pascal.
Mas esgrimió, en este contexto, que el buen resultado obtenido por Junts per Catalunya (JxCat) el 21-D era la oportunidad para que el PDECat “pueda ampliar la base de manera acelerada” y, en consecuencia, la primera razón para apartarse de la primera línea a fin de “no representar un freno al nuevo proyecto” y facilitar la “aparición de nuevos liderazgos” que lo asuman. Y en segundo lugar argumentó que el calendario judicial –la causa del 9-N y la del 1-O, sobre la que ayer mismo recibió la notificación del Tribunal Supremo que le comunica su imputación”– le resta margen de maniobra para dedicarse al partido y le aconseja centrarse en la defensa de sus intereses. La renuncia la comunicó ayer formalmente por carta a la dirección del partido y a la militancia, aunque precisó que en ningún caso se trata de una retirada de la política, sino sólo de la primera línea, y remarcó que seguiría vinculado al PDECat e “implicado y comprometido con el país” hasta el punto de no cerrar ninguna puerta de futuro. “La vida es muy larga, no se sabe nunca qué puede pasar”, señaló. Neus Munté, hasta ahora vicepresidenta de la formación, le sustituirá de momento como presidenta del partido.
La dirección ejecutiva del PDECat, por su parte, hacía tiempo que le había pedido que diera este nuevo paso atrás antes de que se conociera la sentencia del juicio del caso Palau de la Música, a pesar de que él desvinculó por completo una circunstancia de otra y afirmó que CDC, aún no habiendo sido condenada, ya había pagado con creces sus posibles errores con la desaparición. El caso es que, según cual
DECISIÓN MEDITADA
El hasta ahora líder de la antigua CDC desvincula su salida de la sentencia del caso Palau
LEJOS DE LA PRIMERA LÍNEA El nuevo paso al lado no es una retirada de la política; será sustituido en el cargo por Munté
sea la sentencia, el gesto de ayer permitirá al PDECat presentarse ante la opinión pública sin ninguna de las cargas del pasado.
Lo que sí hace, en todo caso, la decisión de Mas es producirse en pleno choque estratégico con
Puigdemont sobre la investidura, después de la presión creciente del PDECat para que no dilate la formación de Govern y, ante la más que previsible imposibilidad de resultar reelegido presidente de la Generalitat a distancia desde Bruselas, ceda el testigo a otro candidato del bloque independentista. Una presión que, como explicó La
Vanguardia en su edición de ayer, se puso en evidencia en la reunión del comité nacional del partido del lunes, en la que sobre todo el entonces todavía presidente del PDECat, después de constatar que el independentismo no había obtenido fuerza suficiente “para imponer su proyecto a corto plazo”, se pronunció a favor de constituir un Govern estable y duradero, descartó la eventualidad de unas nuevas elecciones y recordó, por experiencia propia, el valor que tienen en política los “momentos de generosidad”, en lo que los asistentes interpretaron como una indirecta precisamente a Puigdemont para que, si finalmente no es posible su investidura, deje paso a otras opciones a fin de garantizar la mayoría soberanista.
Mas, sin embargo, negó que su decisión y sus opiniones tengan como destinatario a su sucesor en la presidencia de la Generalitat. “Nunca he criticado públicamente sus decisiones y ahora tampoco lo haré, las respetaré sean las que sean”, recalcó, después de defender que ahora era Puigdemont quien debía “tomar sus decisiones” sobre la investidura. “Con mis decisiones hago honor a los principios que me han guiado, que se demuestran en los momentos complicados y que son primero el país, después el partido y al final la persona”, explicó para desvincularse de la posición de su sucesor, aunque algunos quisieron ver precisamente en estas afirmaciones señalando un camino de salida un mensaje implícito a Puigdemont. Y en esta línea Mas también descartó buscar la confrontación entre el PDECat y JxCat. “La fórmula de JxCat se engendró de forma consensuada en una reunión en Bruselas entre la dirección del partido y el president Puigdemont”, detalló para reivindicar el protagonismo del partido en esta “fórmula de éxito”.
El 130.º presidente de la Generalitat, mientras tanto, parece de momento inmune a la presión –que además del PDECat le ha llegado desde el primer día también de ERC– y ayer seguía resistiéndose a dar marcha atrás en sus planes por forzar a toda costa su propia investidura. “Sólo investiremos al president”, se limitaban a reiterar fuentes de JxCat, ajenas a los criterios del resto de protagonistas del bloque independentista. Una situación que dentro del PDECat, para el que la prioridad ahora es recuperar las instituciones de autogobierno y entrar en una legislatura estable, se interpreta como la muestra de que Puigdemont “está cada vez más aislado”. Y es que en el partido cada vez hay menos dudas de que una investidura a distancia es completamente imposible y se está convencido de que ésta será justamente la opinión que esgrimirán los letrados del Parlament para desaconsejarla jurídicamente.
A pesar de ello, el candidato de JxCat mantiene intactas sus previsiones. Una de las evidencias que no tiene intención de ceder a las presiones es que ayer mismo fue acreditado como diputado en el Parlament y que en una intervención por videoconferencia en un debate sobre la situación de Catalunya celebrado en Montpellier con ERC y la CUP insistió en su voluntad de regresar de Bruselas “con seguridad y garantías” después de ser investido presidente de la Generalitat.
“Ahora no es posible volver porque hay una amenaza de impedirme directamente conventirme en el president”, manifestó Puigdemont, que puso el caso de Córcega como ejemplo para una negociación con el Gobierno español, después de que tras las elecciones regionales los nacionalistas corsos y el ejecutivo francés “hayan empezado a hablar”, y obvió curiosamente la renuncia de Artur Mas. Y junto a todo ello, además, el viernes sigue en pie la convocatoria a todos los integrantes del grupo de JxCat en Bruselas para cerrar la propuesta de composición de la Mesa del Parlament y empezar a perfilar estrategias.
Mas: “Primero el país, después el partido y al final la persona son los principios que me guían”