Un nuevo paso al lado
DOS años después, otro 9 de enero, Artur Mas ha vuelto a dar un paso al lado. Entonces decidió ceder la responsabilidad de presidir la Generalitat a Carles Puigdemont, ante la negativa de la CUP a votarle. Ahora ha resuelto abandonar la presidencia del PDECat ante el calendario judicial que tiene por delante y discrepando políticamente de Puigdemont, dispuesto a bloquear el Parlament si no puede ser investido. La carrera de Artur Mas es propia de una tragedia de Shakespeare: dos veces no pudo reinar a pesar de ser el más votado y, cuando lo consiguió, la crisis económica le condenó a una política de recortes. Luego, hizo una lectura equivocada de la manifestación del 11 de septiembre del 2012, así que, a pesar de disponer de 62 diputados, convocó elecciones y se quedó con cincuenta. Cuando tres años después volvió a ganar en las urnas, los cuperos le cerraron la puerta. Ha asegurado que nunca se ha arrepentido de haber cedido el paso al alcalde de Girona, pero es indudable que esta decisión ha marcado la historia del país. Tenía en la mano haber ido de nuevo a unas elecciones, pero hizo caso a sus colaboradores. Lo mejor de Mas en política nunca han sido sus hombres de confianza.
El presidente del PDECat se lo comunicó a la coordinadora general a primera hora de la tarde. En la carta explica que no quiere frenar los proyectos de Junts per Catalunya, ni obstaculizar la nueva etapa del partido. Resalta que tiene por delante un apretado calendario judicial (vista de su inhabilitación en el TS, juicio ante el Tribunal de Cuentas por el 9-N y declaración como imputado ante el magistrado Llarena por la causa ampliada del 1-O). No citó la sentencia del caso Palau, que se conocerá el día 15 y que afecta a la financiación de CDC. Mas se va del primer plano de la política, pero como testamento deja sus palabras en la ejecutiva de anteanoche:
Puigdemont debe ser generoso para poder formar un gobierno cuanto antes mejor. Así de claro.