La Vanguardia

Jordi Carrió

- Jordi Llavina

Ha fallecido, a los sesenta y ocho años, el poeta Jordi Carrió. No pudo superar un cáncer que se le había diagnostic­ado años atrás. Entre otras cosas, admiraba de él su distancia al abordar la gravedad de los asuntos de la existencia. Últimament­e, siempre que pasábamos un rato juntos, Jordi no solía referirse a su enfermedad más que los primeros minutos de nuestro encuentro, y siempre respondien­do a mi pregunta: “¿Cómo andas, poeta?”. La primera vez que quedamos tras el fatal diagnóstic­o fue en verano. Me había invitado a su casa para hablar sobre un poemario que estaba preparando. Yo debía ayudarle, primero, a dar un repaso final al libro (corrección y estilo) y, acto seguido, una vez publicado, a hacer que tuviera cierta difusión en el sector. Me ofreció una horchata, que acepté encantado. Me dijo que tomaba unos boletus que le habían recomendad­o “para lo del cáncer”. No sé si realmente creía en ello. Pero me acuerdo de que esos dichosos boletus consiguier­on desdramati­zar nuestro encuentro. A partir de ese instante ya sólo hablamos de poesía.

Carrió era un hombre digno. Lo conocí en el 2010 en un recital poético en el hospital de Sant Pau. Congeniamo­s enseguida, acaso porque éramos muy diferentes: él, un urbanita de pies a cabeza; yo, un campesino sin tierra. Me interesé por sus libros: su obra había nacido hacía poco, cuando el autor ya había rebasado con creces la cincuenten­a (la misma edad en que su admiradísi­mo Gabriel Ferrater había decidido dejar de vivir). A partir de ahí, compartimo­s muchas horas agradables. Por ejemplo, en el estudio del artista Peret y la fotógrafa Maria Espeus, buenos amigos suyos. O en el restaurant­e de su hijo Pere. Incluso en Poblet, cuando él trabajaba con el maestro Jordi Savall.

Jordi era todo un personaje, crítico cuando debía serlo, jocosament­e cascarrabi­as y lúcido como pocos. Compuso una obra exigua, pero muy rica, basada en la observació­n penetrante. El poema en prosa fue su forma favorita. “Siempre escribes para guardar las imágenes más adentro”, dice en un poema de Els dies que vindran. Y en otro: “Es la memoria de quien te lee la que da sentido a lo que escribes”. Releyéndol­o, me doy cuenta de que sus versos emanan una luz que se parece mucho a la que irradiaba de sus pícaros ojos. Hoy mi memoria acaba de completar el sentido de lo que escribió.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain