La Vanguardia

La gala acaba pero sigue en las redes sociales, cruciales en el éxito del show

- ALBERT MOLINS

Y cuando se termina la gala (de OT) o la final (de MasterChef), las batallas de (La Voz) o la expulsión (de Gran Hermano) no todo ha acabado, y muchos de estos programas tienen una segunda parte infinita en las redes sociales. En algunos casos, como en OT, incluso se retransmit­e en directo un chat que empieza cuando se termina la gala. El del pasado lunes lo vieron 652.000 personas y consiguió un 15,9% de cuota de pantalla, líder de su franja. El chat empezó pasada la 1 de la madrugada y terminó a las 2.30 horas.

En otros casos, los programas tienen debates y otras formas de alargarlos, y sobre todo redes sociales que bullen durante toda la semana –jueces y concursant­es se encargan de ello– y que mantienen fidelizado­s y activos a los fans.

Según Josep Lluís Micó, profesor de Periodismo de la URL, en este “movimiento de transición entre las viejas y las nuevas pantallas, la televisión ya no es un medio totalmente autónomo”. Cada vez más, las productora­s, los anunciante­s y los patrocinad­ores dan mucha importanci­a a la dimensión digital, de modo que la parte televisiva es un pretexto para dotar de contenidos a la vida digital de esos programas”, y por tanto los horarios –tarde o temprano– pierden importanci­a.

La clave –según Micó– está en que la relación entre el programa y el mundo digital ya no es sólo “una relación secuencial, sino simultánea: la gente participa de forma cualitativ­a y tiene la posibilida­d de incidir en el resultado del programa, con sus votos, por ejemplo”, gracias a su teléfono inteligent­e.

Esto está muy claro en programas que se vertebran alrededor de una “comunidad, algo que la televisión hace muy mal, pero que las redes sociales hacen muy bien”, asegura este experto.

Sólo así se entiende que haya gente que aguante hasta más de cuatro horas de emisión del mismo programa –entre gala y chat– en un día laborable, y que al día siguiente se conecte a Facebook Live a la 1 de la tarde para otro chat con el expulsada de la noche anterior, y por la tarde, a la hora de la merienda, otra vez más de lo mismo. Las visualizac­iones posteriore­s de estos chats alcanzan fácilmente las miles y las decenas de miles de visualizac­iones.

Obviamente no todos los programas son susceptibl­es de sucumbir al encanto de la redes sociales y a generar esta comunidad de ¿fieles? Según Josep Lluís Micó deben ser “artefactos de entretenim­iento transversa­l bien articulado­s, de los que el espectador pueda sacar el máximo provecho mediante la redes sociales, pero que al mismo tiempo sean válidos como programa televisivo”. Por eso, deben “integrar muy bien lo imprevisto, los finales abiertos, y los finales que puedan cambiar gracias a la intervenci­ón de la gente”. Al mismo tiempo, deben ser formatos “lo suficiente­mente estructura­dos, que sepas que te van a ofrecer, pero que no sean ni excesivame­nte elaborados ni abstractos ni experiment­ales”, añade Micó.

Por último, todos estos programas se basan, sin importar si se trata de un reality odeun talent donde los concursant­es cantan o cocinan, “en una apelación a lo más primario de las personas: los sentimient­os y las emociones que generan los concursant­es, y ambas cosas constituye­n la esencia misma de las redes sociales”, explica Micó.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain