La Vanguardia

Oprah ‘for president’, o no

La estrella mediática copa titulares como posible candidata demócrata

- FRANCESC PEIRÓN

Otra tormenta –¿en un vaso de agua?– sacude Estados Unidos.

Esta se llama Oprah Winfrey. Todavía no está claro si será un vendaval, un tornado pasajero o un huracán de fuerza cinco capaz de remover los cimientos de la Casa Blanca. O, simplement­e, si es un culebrón de temporada, tan propio de los seriales.

Tras su poderoso discurso en la entrega de los Globos de Oro, en la lucha contra los abusos sexuales y de sumisión al poder que sufren las mujeres, la estrella mediática se ha convertido en sensación de las redes sociales por su posible carrera hacia la presidenci­a de EE.UU. De las redes sociales y más: este martes no había diario de prestigio que no abordara la especulaci­ón sobre las elecciones del 2020. En otra época podría haber sonado una extravagan­cia, pero no hoy en día.

No se olvide que el actual “comandante en jefe” del país más poderoso del mundo no deja de ser un hijo de la telerreali­dad.

Se habló del “fin de la historia” con la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética. La consagraci­ón del trumpismo parece marcar, en cambio, el fin de la ideología. En el país del cine y la televisión, lo que cuenta es la imagen y cómo se luce.

Que no pare el show. De momento, Winfrey calla. Pero otros otorgan en su nombre. “Esta noche ella ha lanzado un cohete”, declaró la actriz Meryl Streep al The Washington Post esa misma madrugada del lunes. “No tengo ni idea si tenía intención alguna (de declarar su voluntad política), pero ahora ya no tiene elección”, añadió Streep.

Oprah Winfrey, de 63 años, es un icono para los estadounid­enses. Una afroameric­ana que surgió del medio oeste, después de sufrir en su propio cuerpo y en su mente el dolor de la violación, y que se ha convertido en uno de los grandes ejemplos de esa filosofía tan estadounid­ense de la mil millonaria que se ha hecho a sí misma, contra viento y marea.

Y a pesar de su traumático origen, a lo largo de su carrera se ha caracteriz­ado por ofrecer una imagen de optimismo y alentar la capacidad de cada uno para lograr sus metas.

Su imagen resulta el contrapunt­o a un Trump siempre insultante, con una cara de ira en la que se lee de habitual la expresión pugilístic­a del “voy a por ti”.

Amiga de Barack Obama, por el que hizo campaña en el 2007 –apoyo a Hillary Clinton, aunque evitó salir al ruedo del mitin–, su posible irrupción ha sido recibida con fervor por no pocos demócratas, en plena travesía del desierto, sin un líder claro para frenar el temporal populista tan en boga. En Oprah encuentran esa figura que acabe con la discordia interna y les una en el fin último: sacar a Trump del 1600 de Pennsylvan­ia Avenue de la capital.

En su figura observan una potencial candidata que atrae a las mujeres –de manera más unánime que Clinton– y que apela a las minorías. Su poderío ha servido para levantar negocios que tenían toda la determinac­ión de encaminars­e a la ruina. Su club de lectura –sí, ella lee, a diferencia de “iletrado” Trump-, ha aficionado a millones de amas de casa y provocado que volúmenes poco apreciados en el mercado fueran superventa­s gra-

cias a sus dotes de influencia.

Sin embargo, su capacidad como Rey Midas que transforma en oro todo lo que mira está en cuestión respecto al funcionami­ento de su propio canal, que no se distingue por ratings de audiencia estratosfé­ricos.

Pero su intervenci­ón en Los Angeles al recibir el premio Cecil B. Demille por su exitosa carrera, se ha interpreta­do por no pocos demócratas como un momento visceral en el escenario nacional que impulsa la discusión de quién promociona­r dentro de casi tres años. Independie­ntemente de que ella esté dispuesta a meterse en semejante berenjenal, en el que se expondría a escuchar todo tipo de cosas, sus palabras de esperanza en medio de la desesperac­ión, en pleno epidemia de denuncias por abusos sexuales, han generado el elogio general de un sector progresist­a que se halla en el punto de mira de la administra­ción Trump. “Es una mujer muy inteligent­e, pero hoy no deja de ser una especulaci­ón”, comentó ayer Bernie Sanders, que perdió la nominación frente a Hillary.

El círculo más cercano a Winfrey no se ha caracteriz­ado en las horas siguientes por tratar de aplacar el frenesí. “Está sobrepasad­a por el enorme apoyo que ha recibido”, declaró Richard Sher, viejo colega de Oprah. “Si se lo plantea, ganará”. Su gran amiga Gayle King confesó ayer en su programa de la CBS que Oprah “está intrigada por la idea” Luego aclaró: “En este punto, no pienso que ella consideré esta idea, pero escuchad, hay muchos que han dicho que quieren ser sus directores de campaña”.

El eco llegó a la Casa Blanca. Trump aseguró que, si se enfrentan, él ganará. “Habría mucho humor”, prosiguió, aunque vaticinó que “no creo que entre en la carrera, la conozco bien”.

Sus palabras de esperanza generan el elogio de un sector progresist­a en el punto de mira de Trump

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KEVIN LAMARQUE / REUTERS Reivindica­tiva En un acto conmemorat­ivo en el 2013 (arriba) y en la gala de los Globos de Oro
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