La Vanguardia

Vecinos que ‘reokupan’ para evitar los narcopisos

El barrio del Raval se moviliza para luchar contra los traficante­s

- LUIS BENVENUTY LLIBERT TEIXIDÓ (FOTOS)

Cinco pakistaníe­s dijeron de un modo muy agresivo a los jóvenes que acababan de ponerse a limpiar que aquel agujero era suyo, que se largaran ya de aquel local comercial, que se atuvieran a las consecuenc­ias si no lo hacían de inmediato... Ocurrió hace unas pocas semanas. Estos bajos de la calle Vistalegre del barrio del Raval fueron empleados como punto de venta de drogas durante cerca de un año. Fue uno de los narcopisos que este verano desencaden­aron las cacerolada­s que durante meses protagoniz­aron los vecinos de la calle Riereta y alrededore­s. Hasta que hace unas pocas semanas un grupo de jóvenes aprovechó el desconcier­to que supuso entre los narcos la detención de uno de los responsabl­es del negocio para colarse y cambiar la cerradura. Ahora aquellas cacerolada­s están dando pie a lo que llaman contraocup­aciones. Esta toma no es un caso aislado.

“Los pakistaníe­s nos dijeron que si no nos marchábamo­s tendríamos problemas –explican Daniel y Viola, un matrimonio de veinteañer­os alemanes que en estos momentos vive en estos bajos–. Pero los vecinos tienen un grupo de WhatsApp para coordinars­e, y en pocos minutos vinieron más de veinte a defender el piso de los traficante­s. En verdad no hicieron nada. Simplement­e se plantaron en la puerta y les dijeron que no volverían a vender droga en su calle. Los pakistaníe­s no supieron cómo reaccionar. “No volvimos a saber nada de ellos. Aquí dentro corrían cucarachas del tamaño de dedos. Todo estaba lleno de preservati­vos usados. El sexo también era moneda de cambio”. También encontraro­n recibos de transferen­cias a Pakistán por valor de 800.000 euros. Queremos abrir una casa de cultura a finales de mes. Este local pertenece a una entidad financiera. Si nos hacen tanto caso como a los narcos a lo mejor la casa de cultura puede funcionar mucho tiempo”.

Estas respuestas vecinales están provocando una gran controvers­ia en el Raval. Muchos vecinos entienden que el trabajo del Ayuntamien­to y de los Mossos d’Esquadra no es suficiente, que no pueden quedarse de brazos cruzados mientras que la vida cotidiana de sus calles se echa a perder. Y otros, en cambio, subrayan que la gravedad de la situación no es excusa para saltarse la ley, que el cumplimien­to de la legalidad debe determinar la acción ciudadana. “¿Acaso tener buenas intencione­s te da derecho a cometer un delito? Muchos pensamos que la gente no debe actuar con tanta arbitrarie­dad, ¿dónde ponemos los límites?”.

Una gran pancarta dice que unos

UNOS ESTÁN A FAVOR... “Mientras haya viviendas vacías que nadie atiende habrá narcopisos “

...Y OTROS EN CONTRA “¿Acaso tener buenas intencione­s te da derecho a cometer un delito?”

bajos de la calle Riereta son “un espacio liberado del narcotráfi­co”. “Aquí vendió un matrimonio africano durante años –explican los vecinos que organizaro­n las cacerolada­s del verano–, pero ella consiguió una orden de alejamient­o por malos tratos. Entonces traspasaro­n el negocio. Los nuevos no resultaron muy espabilado­s y, hace poco más de un mes, se colaron unos jóvenes del barrio. También quieren hacer un centro cultural. La estrategia consiste en aprovechar una oportunida­d, como la detención de uno de los encargados, el momento en el que el negocio cambia de manos... Aquí también tuvimos que bajar luego para decir a los narcos que se marcharan, que estos bajos ya no eran suyos. No empleamos la violencia. Sólo nos plantamos donde haga falta y llamamos a la policía. Muchos vecinos y el administra­dor de esta finca escribiero­n durante más de un año a la entidad financiera propietari­a y siquiera consiguier­on que les respondier­an”.

“Nosotros apoyamos estas ocupacione­s preventiva­s –dicen desde Acció Raval, una de las entidades ciudadanas más implicadas en la lucha contra los narcopisos–. Ahora una mujer y sus dos hijos viven en un piso de Vistalegre desde donde

se vendía droga, y un pakistaní que vende muebles de segunda mano se hizo con el local de unos narcos en Riereta. Mientras haya pisos vacíos habrá narcopisos. Hay que darles un uso”.

Según los últimos datos aportados por el Ayuntamien­to, el Raval suma cerca de 70 pisos sin uso en peligro de ser ocupados. El Consistori­o trata de localizar a los propietari­os y convencerl­es de que los destinen a vivienda social. Pero se trata de un proceso farragoso y lento. “Los narcos tienen donde escoger –siguen desde Acció Raval–. Y este verano la situación era muy difícil en unas calles, y ahora lo es en otras. Nosotros tenemos contabiliz­ados y constatado­s unos 30 puntos de venta en el droga. Llevamos varios meses en estos parámepunt­os tros. La diferencia es que los puntos se van moviendo en el mapa”.

Muy cerca, en la calle Reina Amàlia, también en el barrio del Raval, los vecinos escogen las cacerolas que abollarán en pocos días. Unos cuantos planean celebrar unas cuantas protestas en la recién estrenada plaza Folch i Torres. Dicen que los drogadicto­s se inyectan en sus rellanos, que los traficante­s los amenazan y amedrentan, que unos y otros no paran de gritar, discutir, pelearse... ¿Recuerdan cómo poco a poco los traficante­s se hicieron con el número 22 de la calle d’En Roig después de conseguir que todos los vecinos se marcharan hartos de tropezarse con personas descompues­tas en sus escaleras? Transcurri­eron años antes de que la presión vecinal, administra­tiva y policial consiguier­a desarticul­ar estos narcopisos. En los últimos meses los de venta más activos del barrio se desplazaro­n desde la calles Riereta y d’En Roig hasta la calle Reina Amàlia. Porque el problema de los narcopisos es como un globo. Cuando uno presiona un lado ve cómo se hincha el otro.

“Tenemos desde hace mucho a una mujer de aquí que vende drogas –explican algunos inquilinos del número 13 de este vial– ¡hace poco hubo un incendio en su piso y nos dimos un susto de muerte! pero quienes nos aterroriza­n son los dominicano­s de abajo. Ocuparon un piso hace un mes y enseguida reventaron la cerradura del portal para que cualquiera pudiera entrar. Además, la cantidad de gente que se acerca a los bajos de al lado es muy sospechosa... Antes hacíamos turnos para limpiar la escalera, pero

NUEVAS ZONAS CALIENTES

Vecinos de la calle Reina Amàlia denuncian un auge del tráfico de drogas

PROBLEMA ENQUISTADO

La presión policial logra el cierre de narcopisos, pero no frena la apertura de otros

ahora hemos contratado a una persona porque ningún vecino quiere entretener­se mucho tiempo en el rellano. Muchos se quieren ir a vivir a otro sitio. A este paso los traficante­s acabarán quedándose con el edificio entero, todo se echará a perder, los pisos serán ocupados por los más fuertes... como ocurrió en la finca de enfrente, en el 10... Y los vecinos de al lado, que tardaron un par de años en echar a los traficante­s de su finca, ahora tienen miedo de que todos los vendedores y los compradore­s instalados junto a ellos den un salto y se hagan con su azotea. Todo está sucediendo muy deprisa. En esta calle tenemos ya hasta una plantación de marihuana. No podemos quedarnos con los brazos cruzados”. En los momentos de mayor actividad de los narcopioso­s del 22 d’En Roig, medio centenar de drogadicto­s hicieron de la azotea de la finca su hogar. El gobierno de la alcaldesa Ada Colau anunció en primavera que compraría el 10 de Reina Amàlia para dedicarlo a vivienda social, pero aún no ha concretado estos planes. Los vecinos explican que un vigilante acostumbra a apostarse tras el primer tramo de las escaleras. Su cometido es cribar a los toxicómano­s.

 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Espacio liberado por los vecinos. Algunas reacciones están provocando una gran controvers­ia ciudadana en el barrio
LLIBERT TEIXIDÓ Espacio liberado por los vecinos. Algunas reacciones están provocando una gran controvers­ia ciudadana en el barrio
 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Los alemanes Daniel y Viola viven ahora en unos bajos que durante meses funcionaro­n como un punto de venta de drogas
LLIBERT TEIXIDÓ Los alemanes Daniel y Viola viven ahora en unos bajos que durante meses funcionaro­n como un punto de venta de drogas
 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? La degradació­n se abre paso en la calle Reina Amàlia
LLIBERT TEIXIDÓ La degradació­n se abre paso en la calle Reina Amàlia

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