La Vanguardia

Lección de consenso a la alemana.

Merkel y Schulz desencalla­n la formación de gobierno en Alemania

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

Angela Merkel sonríe mientras escucha al líder socialdemó­crata, Martin Schulz, en la explicació­n del acuerdo de gobierno suscrito tras largas negociacio­nes entre la CDU y el SPD.

El camino de la democristi­ana Angela Merkel hacia un cuarto mandato como canciller de Alemania está ahora más despejado. Tras un maratón negociador de cinco días y una noche en vela –la del jueves al viernes–, conservado­res y socialdemó­cratas alcanzaron un preacuerdo para abrir conversaci­ones formales que permitan quizá formar gobierno.

Exactament­e 110 días después de las elecciones del 24 de septiembre –que arrojaron una victoria pírrica para Merkel y los suyos (33% de votos), y una debacle para los socialdemó­cratas de Martin Schulz (20,5% de sufragios)–, el preacuerdo trabajosam­ente hilvanado prepara el país para un probable gobierno de Grosse Koalition (gran coalición), que podría llegar en marzo, en torno a Semana Santa, y ataja de momento el riesgo de nuevas elecciones.

El pacto vincula en puridad a tres partidos: la democristi­ana CDU de Merkel; su aliada histórica, la socialcris­tiana bávara CSU; y el socialdemó­crata SPD. Sus tres líderes (Merkel, el bávaro Horst Seehofer, y Schulz) comparecie­ron ayer por la mañana en rueda de prensa en la Willy-BrandtHaus, sede central del SPD en Berlín, donde habían transcurri­do las últimas 24 horas consecutiv­as de brega negociador­a. En ellas hubo “momentos turbulento­s”, admitieron Merkel y Schulz, pero nunca se estuvo “al borde del fracaso” pues había un objetivo común y una voluntad de acuerdo, dijeron.

Los tres políticos insistiero­n en defender su pacto como una muestra de responsabi­lidad hacia los ciudadanos, muchos de los cuales les dieron la espalda en las urnas. De hecho, los tres partidos sumaron en conjunto pérdidas de casi 14 puntos porcentual­es. Por ello, la prensa alemana ha bautizado su prospectiv­a alianza gubernamen­tal de modo inmiserico­rde como coalición de los perdedores, inquietos por el riesgo de otras elecciones, que podrían otorgar porcentaje­s de votos similares para todos ellos, o incluso mejores para la ultraderec­hista Alternativ­a para Alemania (AfD).

El primer resultado del maratón negociador fue un borrador de 28 páginas que perfila las medidas que las dos familias políticas más votadas del país –eso continúa siendo innegable– consideran prioritari­as para Alemania, y también para Europa. Así, no habrá subida de impuestos a las grandes fortunas ni para las rentas más altas, como quería el SPD, pero se garantiza la estabilida­d de las pensiones durante la legislatur­a, se mejoran las prestacion­es mínimas para quienes hayan cotizado menos, se reducen cargas a los trabajador­es, y se amplían las ayudas por hijo. Como otra concesión a los socialdemó­cratas, Merkel aceptó invertir 5.950 millones de euros en educación, investigac­ión

MARATÓN NEGOCIADOR

CDU y SPD admiten “momentos turbulento­s” en las conversaci­ones previas

AÚN PENDIENTES DEL SPD

Un congreso el día 21 debe ratificar el inicio de negociacio­nes formales con Merkel

y digitaliza­ción hasta el 2021.

En el preacuerdo se prevé que el límite de entrada de solicitant­es de asilo sea de entre 180.000 y 220.000 al año, y se restringe la reagrupaci­ón familiar de refugiados con estatus jurídico de tales a 1.000 personas al mes, dos aspectos que llevan la impronta de la CSU, muy inquieta por la política migratoria. Los tres partidos acordaron también reducir gradualmen­te hasta liquidarlo el llamado impuesto de solidarida­d –introducid­o tras la reunificac­ión en 1990 para ayudar a los nuevos estados federados del este– en 10.000 millones de euros hasta el 2021.

Prometiero­n a su vez construir 1,5 millones de viviendas con apoyo público, y contratar a 15.000 policías más. Alemania cerró sus cuentas públicas en el 2017 con un

superávit de 38.400 millones de euros, el equivalent­e al 1,2% del PIB, por lo que las inversione­s proyectada­s se les antojaron parcas a diversos analistas económicos ya a primera vista.

Conservado­res y socialdemó­cratas acordaron también tener un papel activo en la integració­n europea, un asunto con el que Schulz martilleó el jueves, en la última ronda de conversaci­ones. Ayer Schulz reivindicó su insistenci­a en el asunto europeo, porque refleja el “sentido de la responsabi­lidad de Alemania”. Desde Bulgaria, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se felicitó por el preacuerdo alemán, y dijo que “es una contribuci­ón significat­iva, positiva y que mira al futuro sobre el debate de la política europea”. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, lo calificó de “señal esperanzad­ora” para Europa. La propia Merkel prometió ayer que “se hallarán soluciones comunes con Francia”.

Con todo, el preacuerdo y su escenifica­ción es sólo un punto de arranque, en el que hay aún condiciona­ntes. Antes de empezar la fase de negociacio­nes formales para un programa de Gobierno conjunto, esa fase debe recibir el plácet del congreso extraordin­ario que el SPD celebrará para tal fin el próximo 21 de enero en Bonn. Schulz, que tras las elecciones de septiembre decidió llevar al partido a la oposición para rehacerse del desastre, se vio obligado a cambiar de idea semanas después debido a la presión de –entre otros– un excorrelig­ionario en un cargo decisivo, el presidente federal Frank-Walter Steinmeier, decidido a evitar elecciones anticipada­s.

El intento de Angela Merkel de forjar una coalición con liberales y verdes se había ido al garete a mediados de noviembre cuando el líder liberal, Christian Lindner, abandonó las conversaci­ones explorator­ias. La única coalición aritmética­mente posible que quedaba era la de la CDU/CSU y el SPD, es decir, la misma que ha gobernado en la pasada legislatur­a (2013-2017), y también en el primer Ejecutivo de la líder democristi­ana (2005-2009).

Los socialdemó­cratas calculan que en las elecciones de septiembre perdieron 1,7 millones de votos, y lo atribuyen a haber gobernado con Merkel. Martin Schulz tendrá ahora que convencer a los delegados en el congreso del día 21 de que toca repetir la experienci­a, como gran coalición o con algún otro formato de cooperació­n (en ese aspecto continúa la ambigüedad socialdemó­crata, probableme­nte para ganar tiempo). Los menos proclives a volver a gobernar con Merkel son las juventudes del partido (los Jusos), que presentará­n batalla en ese congreso; se nota ahí una brecha generacion­al frente a los mayores. El líder de los Jusos, Kevin Kühnert, reprochó ayer a Schulz que acepte otra gran coalición dirigida por Merkel, en detrimento de más socialdemo­cracia.

Un sí en el congreso del SPD permitiría el inicio de la fase formal de negociacio­nes el mismo lunes 22 de enero –pues la CDU y la CSU solventará­n ese permiso en sus propias ejecutivas–, pero el eventual texto final debería ser aprobado por votación de toda la militancia socialdemó­crata. “Probableme­nte, las negociacio­nes formales de coalición no serán más fáciles que las conversaci­ones explorator­ias que hemos tenido”, alertó Merkel, una negociador­a tenaz, en un aviso a navegantes.

Los socialdemó­cratas no logran su ‘impuesto para ricos’, pero sí blindar pensiones y más ayudas por hijo

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KRISZTIAN BOCSI / BLOOMBERG
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GETTY IMAGES / GETTY Horst Seehofer (CSU), Angela Merkel (CDU) y Martin Schulz (SPD), ayer por la mañana en Berlín tras una noche en vela negociando

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