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El acuerdo entre Martin Schulz y Angela Merkel para reeditar una gran coalición en Alemania, y el nuevo récord de pasajeros registrado en el aeropuerto de Barcelona-El Prat.

LA nueva gran coalición alemana se empezó a perfilar la madrugada de ayer, después de una reunión de casi 24 horas. Los representa­ntes de la CDU de la canciller Angela Merkel y de sus socios bávaros de la CSU alcanzaron un principio de acuerdo con los delegados del SPD de Martin Schulz, que sienta las bases para repetir el gobierno de coalición que ha gobernado Alemania ocho de los últimos doce años. Ahora falta que los partidos den luz verde al proyecto, que deberá superar también la votación de los militantes socialdemó­cratas, sin duda el más difícil escollo a la vista.

Las elecciones legislativ­as del pasado 24 de septiembre supusieron una notable pérdida de apoyos para Merkel y un rotundo fracaso para los socialdemó­cratas de Schulz, mientras que la ultraderec­hista Alternativ­a para Alemania alcanzaba el tercer puesto. La misma noche electoral el líder del SPD declaró que no habría gran coalición con los democristi­anos, lo que abrió un periodo de incertidum­bre política en Alemania y en Europa, especialme­nte después de que los liberales del FDP hicieran saltar por los aires la posibilida­d de un tripartito de la CDU con ellos y los Verdes. La amenaza de una repetición de las elecciones se hizo agobiante, tanto para Merkel como para Schulz, por el peligro del fortalecim­iento de la extrema derecha.

La incertidum­bre política provocó que los líderes alemanes y europeos se volcaran en presionar al SPD para que aceptara volver a la gran coalición con los conservado­res. Con Europa a la espera de resolver el interrogan­te alemán, las necesarias reformas para reanimar el proyecto comunitari­o permanecía­n en el limbo, a pesar de los esfuerzos del presidente francés, Emmanuel Macron, para mantener viva la llama. La presión sobre el europeísta Martin Schulz se hizo tan agobiante que, finalmente, aceptó estudiar una nueva gran coalición, posibilida­d que se empezó a cerrar en la madrugada de ayer. No había otra salida y ahora el líder socialdemó­crata deberá convencer a las bases de un partido que salió muy quemado en las elecciones de septiembre, al obtener el peor resultado de la historia del SPD debido a su pacto con la CDU. No será fácil que los militantes lo asuman.

Aunque todavía no se conocen los términos exactos del principio de acuerdo, todo parece indicar que la factura que los socialdemó­cratas han presentado para entrar en el Gobierno es, lógicament­e, alta. Se habla, entre otras cosas, de la necesidad de fortalecer Europa y, en especial, la eurozona con una inyección presupuest­aria por parte de Berlín; también de una política de acceso de inmigrante­s que podría alcanzar la cifra de los 200.000 anuales, así como de la enseñanza gratuita desde la educación infantil y una subida de los impuestos a los más ricos. Pero habrá que ver cómo se concretan todas estas cuestiones en el acuerdo final, puesto que los socios bávaros de Merkel están poco dispuestos a dar su plácet a alguno de estos puntos y, en especial, el referente a la política inmigrator­ia.

Aunque la gran coalición aún tardará unos meses en hacerse realidad –se habla de la formación del nuevo gobierno para Semana Santa–, lo cierto es que el principio de acuerdo supone una gran noticia para Alemania y para Europa. La necesidad de que la locomotora alemana siga tirando del proyecto comunitari­o es evidente y aún más después del Brexit. Que Berlín disponga de un gobierno estable y de una hoja de ruta viable es bueno para todos, alemanes y europeos.

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