La Vanguardia

Llarena: un encarcelad­o, un voto

- Isabel Garcia Pagan

En el equipo de Carles Puigdemont se sostiene con vehemencia que si hay 70 votos para su investidur­a se debe buscar la manera de hacerlo posible. “El mecanismo debe adaptarse a la voluntad de la mayoría absoluta del Parlament, no la mayoría absoluta del Parlament al mecanismo”. La negociació­n política propia de una investidur­a ha sido sepultada por un bombardeo de artículos del Reglamento de la Cámara, la ley de la Presidènci­a de la Generalita­t, la ley del Régimen Jurídico del Sector Público y hasta la ley de Enjuiciami­ento Criminal sobre cómo gestionar políticame­nte la estancia en Bruselas del candidato a la presidenci­a de la Generalita­t.

Pero las urgencias del bloque independen­tista pasan hoy por “recuperar el Parlament” y garantizar en el pleno del miércoles una mayoría que propicie la presidenci­a de la Cámara para ERC. Y entre diputados, letrados del Parlament y abogados del Estado…, el magistrado Pablo Llarena ha dado un paso adelante que está lejos de ser inocuo: un diputado encarcelad­o, un voto.

Es a Oriol Junqueras, Joaquim Forn y Jordi Sànchez, “y no otros”, a quienes el juez permite que ejerzan su derecho de representa­ción. Y son ellos, desde Estremera y Soto del Real, frente a Puigdemont y los otros cuatro diputados electos refugiados en Bruselas, quienes pueden impedir “la modificaci­ón de la aritmética parlamenta­ria configurad­a por la voluntad de las urnas”.

El mecanismo se adapta, no a la voluntad de la mayoría absoluta, si no a la prisión preventiva. Llarena es un intérprete adelantado del reglamento del Parlament. Coge el artículo que regula la delegación del voto y decide convertir a los políticos presos en “diputados en situación de incapacida­d prolongada debidament­e acreditada”, aunque hasta ahora en la Cámara sólo se había contemplad­o en términos médicos. Y no sólo podrán votar, sino que el juez les blinda ante las tentacione­s del bloque constituci­onalista de impulsar expediente­s de suspensión por sus ausencias en los plenos y las comisiones. Los 62 votos garantizad­os del independen­tismo se convierten en 65, pero la tranquilid­ad parlamenta­ria no llega hasta los 66. Falta un voto y está en Bruselas...

Junqueras, Forn y Sànchez han prometido cumplir con la Constituci­ón y el Estatut ante el Supremo, de manera más o menos explícita, pero también por escrito en el Parlament para formalizar la toma de posesión de su acta de diputado. Igual que los 36 diputados de Ciudadanos y los 4 de la CUP. Pero ahí el juez no atiende al fondo, sino a la interpreta­ción de las formas y, para que salgan de la prisión, ya no hay mecanismo que valga.

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