Las vecinas australianas de Sants
Barcelona tiene 11.000 palmeras de 19 especies, pero algunas sólo prosperan en dos calles
El paseante despistado que aterrice sin querer en dos recoletos rincones de Sants, las calles Premià y Ciceró, descubrirá unas palmeras elegantísimas, las de Cunningham (Archontophoenix cunninghamiana). Originarias de Australia, en algunos países son una especie invasora, como en Brasil. En Barcelona, sin embargo, son muy escasas. En el plan director del arbolado municipal sólo constan 27, sin contar las de recintos particulares u otras que hayan podido escapar al censo oficial.
Bill Bryson, autor de la divertida En las antípodas (RBA), asegura que Australia es un país apasionante porque tiene una cerveza excepcional y porque no hay otro que haya perdido a un primer ministro tragado por una ola (cierto: Harold Holt, que desapareció mientras se bañaba en la playa de Cheviot, el 17 de diciembre de 1967). Pero Australia es única por mil razones, entre otras por su increíble biodiversidad.
El distrito de Sants-Montjuïc tiene más vecinos procedentes de esta isla continente, como las mimosas azules, los árboles de la calle Hostafrancs. Pero pocas presencias naturales de las antípodas subyugan tanto como las Archontophoenix, en griego, las jefas de
las palmeras (“king palms”, las llaman los anglófonos). La esbeltez de su tronco y su porte majestuoso, con una altura que puede superar los 20 metros, no dejan indiferente a nadie, incluso en una ciudad con casi 11.000 palmeras. El palmar de Barcelona tiene 19 clases diferentes, aunque el 80% corresponden a sólo cuatro especies: la washingtonia (2.813 ejemplares), la datilera (2.625), la de California (1.669) y la de Canarias (1.558). Los distritos del podio son Sant Martí (con 2.335), Ciutat Vella (2.001) y Sants-Montjuïc (1.878). En los últimos puestos, con sólo 345 y 334, están Sant Andreu y Gràcia.
La palmera más alta, de 27 metros, es la de Can Verdaguer, en Nou Barris. Una de las más longevas es la datilera de la Casa de l’Ardiaca, que data de 1873. De 1896 es otro ejemplar de la misma especie de la calle Lancaster. También son centenarias las californianas de Can Sert, en la avenida República Argentina. Barcelona tiene catalogadas 24 palmeras o conjuntos de palmeras por su antigüedad, historia o belleza.
Desgraciadamente, el ejemplar epónimo de la plaza de la palmera de Sant Martí (que también tiene un colegio, un bar y una asociación de vecinos con el mismo nombre) tuvo que ser talado el año pasado por el escarabajo rojo. La icónica palmera fue sustituida por otra más resistente a estos insectos. La plaga se detectó en la capital catalana en el 2007 y sólo ahora la ciudad comienza a recuperarse de sus estragos.
En agosto, por primera vez en los últimos diez años, Barcelona volvió a plantar palmeras, señal inequívoca de que los expertos dan por estabilizado el problema. De las 117 palmeras que se plantaron el año pasado en la ciudad, sólo siete eran Archontophoenix cunninghamiana. La práctica totalidad de las representantes de esta especie son las de las calles Premià y Ciceró, muy cerca del parque de la Espanya Industrial.
La primera de estas vías, parcialmente vetada a los coches, tiene 18 ejemplares. Y la segunda, totalmente peatonal, siete (aunque entre ambas suman seis alcorques vacíos). Hay dos palmeras más de Cunningham, aisladas. Una está en la cercana calle de Fructuós Gelabert, uno de los padres del cine; y la otra, en la plaza Joan Corrades, otro pionero, fundador en 1840 de un hostal que dio nombre a todo un barrio: bautizó el local como Hostafrancs, en honor a su pueblo natal, Hostafrancs de Sió. “Entre la pena y la nada, elijo la pena”, dice Faulkner en Las palmeras salvajes .Yen Casablanca Bogart se consuela así: “Siempre tendremos París”. Entre las dificultades de viajar al tesoro natural de Australia y la nada, siempre tendremos Sants.
El ejemplar más alto, de 27 metros, está en Nou Barris; y el más longevo, de 144 años, en la Casa de l’Ardiaca