El toque Bruni conquista el Palau
La cantante y modelo italo-francesa presentó anoche en un Palau de la Música lleno su álbum ‘French touch’
Cantante, top-model, actriz, ex primera dama pero sobre todo persona con un charme innegable. Carla Bruni demostró anoche encontrarse a gusto en su condición de intérprete de canciones que siente suyas y que convierte en el vehículo perfecto para hacer cómplice al público. Como el que acudió y llenó anoche al Palau de la Música para escucharla en el concierto que ofreció dentro del Festival del Mil·lenni,
La también señora de Nicolas Sarkozy (que a diferencia de anteanoche en Madrid, no se desplazó a Barcelona para ver a su mujer) regresaba a la ciudad después de debutar en la Ciudad Condal hace tres años y medio, en los jardines de Pedralbes. En aquella ocasión venía a presentar su último álbum del momento, Little french songs, y ahora el motivo era la publicación de French touch, un agradable y primorosamente producido disco donde se recoge una serie de versiones de temas de los Rolling Stones, Depeche Mode, AC/DC, Lou Reed, ABBA o The Clash. En su recital, Bruni interpretó prácticamente todo el citado volumen, a los que añadió otros tantos cortes de sus anteriores obras hasta dar forma a un repertorio que se fue más allá de los veinte temas, incluidas varias propinas.
Arrancó la noche, cálida y cercana, siete minutos pasadas las nueve, poniendo voz desde un escenario cubierto de velas a Le chemin des rivieres, un clásico fijo de Julien Clerc. Bruni (Turín, 1967), ataviada enteramente de negro, con mallas de cuero, botines, camiseta, chaquetilla, fue desgranando –con una voz que se desenvuelve mejor en el tono quedo y el susurro que en tesituras más convencionales– el equilibrado repertorio con atractiva cadencia, consultando las letras de algunos temas en un libreto sobre un atril y sin abandonar nunca esa sonrisa que parece poder con todo.
A diferencia de lo que el aficionado recuerda de Pedralbes, en esta ocasión la polifacética artista franco-italiana estuvo arropada por un eficiente cuarteto de guitarrista, chelista-bajista-corista, percusionista y pianista-acordeonista-cornetista. Es decir, de una solvencia que daba mayor profundidad musical a un repertorio rockero o a clásicos franceses pero llevado a una cercanía familiar, gracias en buena medida a su presencia escénica y expresividad.
Tras el arranque ofreció cinco temas del French touch en clave muy personal. Así, ataco el Enjoy the silence de los Depeche Mode presentándola como “una canción divertida porque habla del silencio, algo que es muy necesario en nuestro mundo” e interpretada con instrumentación básica y voz casi susurrante. Le siguieron el Crazy, de Willie Nelson, o su adorada Perfect day, de Lou Reed, que sintetizó con un “es una canción fantástica de un compositor aún más fantástico” a lo que añadió “que no me imagino una noche más perfecta que estar con ustedes aquí y ahora”, o la irreconocible Jimmy Jazz de los Clash.
La inteligentemente atractiva intérprete se hizo con el atento y admirado público, dominando el espacio (interpretando, por ejemplo,
Le plus belle du quartier por el pasillo de la platea, silbando los acordes, o bordando Quelqu’un m’a dit guitarra en ristre), y encontrándose más cómoda y empática cuando ponía voz a temas de anteriores trabajos, de Trenet o los que sonaban en películas como La dama de Shanghai, Love letters o Desayuno con diamantes, por ejemplo.
Y para la recta final, la chocante
Highway to hell de los AC/DC en ese marco, el Miss you stoniano en clave casi de rumba flamenca y como colofón el infalible Hallelujah, de Leonard Cohen, que siempre queda bien y emociona lo suyo.
DOMINIO Y PRESENCIA
Con gran dominio escénico, ofreció más de 20 temas incluido un ‘Miss you’ rumbero