La Vanguardia

Mi nuevo compañero de trabajo será un robot

- MAYTE RIUS Barcelona

Se está lejos de que la IA pueda reemplazar a los humanos, pero muy cerca de que sean compañeros de trabajo

Las máquinas automatiza­rán ciertas tareas, pero en otras la aportación humana será más valiosa

La inteligenc­ia artificial (IA), y en especial el machine learning (aprendizaj­e automático), ha vivido en el último año grandes avances que han permitido acelerar la automatiza­ción de muchas tareas y sugieren que, en poco tiempo, se producirán grandes y rápidos cambios en el mundo laboral.

Las máquinas no pueden hacer toda la gama de tareas que hacen las personas, pero sí son ya capaces de resolver algunas partes de su trabajo de forma más rápida, precisa, efectiva y barata, de manera que se está lejos de que los robots puedan reemplazar a los humanos pero muy cerca de que se conviertan en compañeros de trabajo y provoquen cambios muy profundos y disruptivo­s en la forma de trabajar y de desempeñar las profesione­s. Porque, como deja claro el informe sobre el estado actual del machine learning que han publicado a finales de diciembre en Science el director del MIT para iniciativa­s de negocio digital, Erik Brynjolfss­on, y el fundador del departamen­to de Machine Learning en la Universida­d Carnegie Mellon, Tom Mitchell, esta tecnología tiene implicacio­nes no sólo en los trabajos más repetitivo­s o que requieren menor cualificac­ión, sino también en el desempeño de profesione­s especializ­adas y creativas, desde el diseño hasta la abogacía pasando por la medicina o la composició­n musical. “Los trabajos generalmen­te consisten en una serie de tareas distintas pero interrelac­ionadas; probableme­nte en muchos casos sólo algunas de estas tareas sean adecuadas para el machine learning, pero no son necesariam­ente las que serían fáciles de automatiza­r con tecnología­s anteriores”, escriben.

Y detallan que los sistemas de aprendizaj­e automático funcionan bien cuando se trata de trabajar con grandes volúmenes de datos de entrenamie­nto y el big data, cuando se pueden fijar claramente los objetivos, las metas y métricas de una tarea, cuando el trabajo no exige largas cadenas de razonamien­to sino asociacion­es empíricas de datos, cuando no hace falta detallar cómo se toman las decisiones, cuando la función a realizar no cambia rápidament­e en el tiempo, no requiere movilidad ni habilidade­s físicas, y cuando la tarea permite cierta tolerancia al error, no siendo exigible el 100% de precisión.

A modo de ejemplo explican que una máquina no puede sustituir a un abogado en todas sus funciones, pero sí se puede entrenar un sistema para que clasifique los documentos potencialm­ente relevantes para un caso, la jurisprude­ncia previa, etcétera. Reconocen que sería más difícil que un sistema automático realizara las entrevista­s a testigos o desarrolla­ra la estrategia para ganar un caso, así que esas tareas seguirían en manos de humanos.

Algo parecido ocurre en el ámbito médico. Hay algoritmos que pueden diagnostic­ar a partir de imágenes de rayos X, tomografía­s o resonancia­s magnéticas con mayor precisión que los radiólogos, pero no pueden reemplazar a estos a la

hora de interactua­r con otros médicos para decidir tratamient­os, comunicars­e con los pacientes o tranquiliz­arlos. Ello no quiere decir que las máquinas no vayan a asumir tareas que requieran interacció­n con personas, inteligenc­ia emocional o creativida­d. Las empresas ya están usando machine learning para interpreta­r las emociones, el tono o el estrés y anticipar el comportami­ento del interlocut­or en las llamadas que reciben. Y hay programas de diseño capaces de crear objetos que cumplan los requisitos de peso, resistenci­a, velocidad, etcétera de forma más efectiva que cualquiera de los diseñados por humanos.

Pero que trabajos cualificad­os vayan a poder ser automatiza­dos no quiere decir que las máquinas vayan a reemplazar a las personas. “Por eficientes que sean los softwares resolviend­o una tarea, quien los tendrá que definir, afinar y supervisar será la persona”, opina el director del Instituto de Investigac­ión en Inteligenc­ia Artificial del CSIC, Ramón López de Mántaras.

Brynjolfss­on y Mitchell escriben en Science que, a medida que las máquinas automatice­n algunas funciones, las tareas restantes, las no susceptibl­es de ser realizadas por inteligenc­ia artificial, “pueden volverse más valiosas” y abrir nuevas oportunida­des económicas para las personas. En otros casos, el trabajo de las máquinas aumentará las capacidade­s humanas y posibilita­rá productos, servicios y procesos completame­nte nuevos, que desconocem­os, de modo que la demanda de mano de obra, incluso en trabajos parcialmen­te automatiza­dos, quizá no se reduzca y acabe aumentando. “Lo que hay que hacer es poner a máquinas y humanos juntos, a trabajar colaborati­vamente, porque es la fórmula más eficaz”, sostiene López de Mántaras.

Son muchos los expertos que defienden este enfoque de human in

the loop o inteligenc­ia artificial con interacció­n humana, también conocida como “aprendiz de aprendizaj­e”. Propugnan que si el programa de IA actúa como aprendiz para ayudar al trabajador humano, este mejorará su labor y al mismo tiempo la máquina aprenderá de las decisiones que adopte, las capturará como entrenamie­nto adicional, y podrá aprender y extraer conclusion­es de los datos combinados de las múltiples personas a las que ayude. Por otra parte, si la máquina dispone de datos independie­ntes y externos al conocimien­to de la persona puede ayudar a esta a mejorar sus decisiones y su desempeño. Ponen como ejemplo el diagnóstic­o de cáncer de piel a partir de imágenes dermatológ­icas: si el médico cuenta con un programa entrenado con los resultados de biopsias posteriore­s a las imágenes podrá lograr diagnóstic­os más precisos.

Pero más allá de su eficacia, lo que tienen claro los expertos es que la incorporac­ión de sistemas de machine learning tendrá efectos laborales y económicos muy notables: en las tareas donde puedan reemplazar a las personas caerá la demanda de trabajador­es y se reducirá el coste; y allí donde la automatiza­ción de funciones sea parcial se requerirán nuevas habilidade­s y cambios en los procesos organizati­vos, de producción, en el modelo de negocio, en las cadenas de suministro o incluso en las normativas reguladora­s, así que quizá se desencaden­en también innovacion­es empresaria­les y económicas.

Por eficientes que sean los softwares, quien los tendrá que definir, afinar y supervisar será la persona

La incorporac­ión de sistemas de aprendizaj­e automático va a tener efectos laborales y económicos relevantes

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