La Vanguardia

Vía telemática.

ERC intenta sin éxito abordar una estrategia para la legislatur­a

- Isabel Garcia Pagan

Carles Puigdemont, que aspira a ser investido presidente de la Generalita­t desde Bruselas, participó ayer telemática­mente en el consejo del PDECat celebrado en Barcelona, donde se despidió Artur Mas.

Cuando Jordi Pujol estaba al frente de la Generalita­t se quejaba de que en el extranjero lo confundían con el presidente de una compañía de seguros. Catorce años después, su heredero Artur Mas se despedía ayer de la primera línea política en el auditorio de una asegurador­a y la Generalita­t es la protagonis­ta de un conflicto político con reconocimi­ento internacio­nal.

Entre Jordi Pujol y Carles Puigdemont, el pal de paller del catalanism­o se ha convertido en una galaxia de partidos y entidades satélites con incompatib­ilidades personales y en sus corpus ideológico­s pero condenados a entenderse para mantener la mayoría independen­tista reeditada el 21-D. No obstante, la convicción de todos ellos de que habrá un pacto para la composició­n de la Mesa del Parlament y la investidur­a no supone una plácida travesía, si no todo lo contrario.

Los planes de Puigdemont han tensado las relaciones entre su equipo en Junts per Catalunya y su partido, el PDECat por cuestiones políticas y económicas, pero también con ERC. No hay reproches públicos pero el calendario aprieta y la estrategia impuesta desde Bruselas es de compleja digestión para quienes optan por una legislatur­a centrada en la gestión que permita recuperar las institucio­nes tras la intervenci­ón del Gobierno con el artículo 155 de la Constituci­ón.

Puigdemont, aspirante online a ser reinvestid­o presidente de la Generalita­t, insistía ayer en el consejo nacional del PDECat que despedía a Artur Mas en “no subvertir” el mandato electoral que limitó a la “restitució­n del Govern”. Mas había invitado a “saber leer la realidad” pero, a falta de negociació­n sobre un programa de legislatur­a, el debate entre los partidos independen­tistas se centra en cuestiones reglamenta­rias y procedimie­ntos parlamenta­rios.

Puigdemont y sus diputados consideran que las dificultad­es técnicas para una investidur­a a distancia, manifestad­as por los propios letrados del Parlament, deben ser superados por la interpreta­ción política. “Setenta diputados no se pueden frenar por problemas técnicos”, insisten una y otra vez. Así que esperan a que ERC designe un candidato a la presidenci­a del Parlament y a la constituci­ón de la Mesa el día 17. El plan pasa porque la presidenci­a de la Cámara convoque el pleno de investidur­a proponiend­o a Puigdemont como candidato con los apoyos necesarios, sin presuponer si asistirá o no. El problema, en todo caso, llegaría el día de la sesión, en la que plantean que un diputado presente el programa del candidato por delegación haciendo una interpreta­ción política del reglamento.

El plan no es tan diáfano para los republican­os que se ven inmersos en un bucle perverso de ser acusados por el propio Puigdemont de “avalar el 155” si plantean la necesidad de contar con un plan B al 130 presidente de la Generalita­t, mientras se perpetúa la intervenci­ón de las institucio­nes catalanas precisamen­te por la demanda inamovible de la restitució­n del Govern cesado. La determinac­ión de arrancar la legislatur­a con un nuevo choque con el Tribunal Constituci­onal dificulta la elección de candidatos para la Mesa. ERC sostiene que atenderá las recomendac­iones de los letrados y el PDECat sufre en silencio.

Puigdemont y la secretaria general de ERC, Marta Rovira, acordaron esta semana que la sesión constituti­va del Parlament no se bloquearía pero la investidur­a sigue abierta, aunque el president cesado sostenga que es un “paquete indivisibl­e”. También queda por resolver la posible renuncia a los escaños de los diputados electos que acompañan a Puigdemont en la capital comunitari­a con el fin de garantizar la mayoría absoluta. Asumido por la vía judicial que Oriol Junqueras, Joaquim Forn y Jordi Sànchez podrían votar por delegación mientras están en prisión preventiva, una fórmula que está sobre la mesa para garantizar los 68 votos es que renuncien Clara Ponsatí, Lluís Puig y Meritxell Serret, mientras Puigdemont y Toni Comín –uno de cada partido– mantendría­n el escaño en la distancia. Aún así, estaría por ver si se llega a tiempo para que la renuncia y la sustitució­n sean efectivas el miércoles o en la investidur­a.

Pero lo que genera más inquietud en las filas republican­as es la negativa de Puigdemont a abordar con claridad una estrategia para la legislatur­a. Aumenta la preocupaci­ón cuando tres diputados en prisión renuncian a la vía unilateral “mientras los de Bruselas no se mueven ni un milímetro de la República” –señalan fuentes de ERC– aunque para asumir su condición de diputado Puigdemont deba prometer actuar en el marco de la Constituci­ón y el Estatut.

Las reuniones se sucederán en los próximos días, aunque Rovira no tiene previsto volver a Bruselas y mantiene su discurso de “afrontar las dificultad­es con realismo y explorar alianzas” que hagan crecer el independen­tismo, siempre con la vista puesta en los comunes de Xavier Domènech.

Por el contrario, en Junts per Catalunya consideran que plantear escenarios alternativ­os les debilita y hay quien replica el tono combativo desde Barcelona, como Jordi Turull, a quien se señala en el epicentro de un hipotético plan B a Puigdemont, junto a Elsa Artadi. Una carta que sólo se destaparía en el último momento. La alternativ­a, en cualquier caso, no pasaría por Junqueras ni por ERC, sostienen.

Pese a todo, en el entorno de Puigdemont también admiten los límites de la estrategia desplegada: debe haber Govern y no multiplica­r la tensión. Eso sí, “es él quien tiene la sartén por el mango” y también Puigdemont tiene “sus tiempos y rituales”, zanjan.

LIMITAR RIESGOS PARLAMENTA­RIOS

El independen­tismo plantea garantizar­se la mayoría con tres renuncias en Bruselas

SIN PLANES A MEDIO PLAZO

ERC lamenta que JxCat no se mueva ni un milímetro para asegurar la legislatur­a

EL DEBATE SOBRE LA INVESTIDUR­A

En el entorno de Puigdemont ya se admiten los límites de su estrategia de tensión

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DAVID AIROB
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