La Vanguardia

Nuevo cartel de carnaval

La organizaci­ón del carnaval de Terrassa ha retirado el cartel oficial después de las críticas recibidas por sexista.

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

Si hay que tomarse una cerveza, nadie mejor que él. Si se trata de contar un chiste o pasar un rato agradable, Gregorio Serrano es la persona idónea. El director de la DGT, atrapado políticame­nte en la nevada del pasado día de Reyes, es un especialis­ta en relaciones públicas. También un cualificad­o profesiona­l, profesor universita­rio y trabajador infatigabl­e. Una cosa no quita la otra.

El político mejor comunicado de España, gracias a que “en Sevilla funcionan las líneas telefónica­s e internet”, ha equivocado el tono después de la polémica suscitada por encontrars­e en su ciudad natal cuando su cargo le exigía estar al pie del cañón. Sin duda, Serrano tiene todo el derecho a disfrutar de los fines de semana donde quiera, pero precisamen­te ese fin de semana, con el regreso de las vacaciones de miles de automovili­stas y previsión de grandes nevadas, no parecía el más adecuado para pasarlo en su casa sevillana. Lo peor fue su tuit del día después. Una simple excusa hubiera bastado, pero se equivocó al tirar demasiado de la fina ironía sevillana.

El director general de la DGT tiene muy en su contra la sensación, ampliament­e extendida, de estar ocupando ese puesto por la íntima amistad que le une al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido. Y es que su perfil profesiona­l le aleja de cualquier actividad relacionad­a con el tráfico o la seguridad vial. Serrano es doctor en Derecho Constituci­onal y profesor de Derecho Financiero en la universida­d sevillana Pablo de Olavide, y más que de los coches o las carreteras, como aconsejarí­a su puesto, es un apasionado del mar y la náutica, lo que le ha causado algún que otro disgusto.

Al contrario que otros muchos, Gregorio Serrano no necesita de la política para mantener un buen tren de vida. En varias ocasiones ha declarado que lleva muchos años perdiendo dinero y que él es feliz con su Sevilla, sus tradicione­s y sus cervecitas. Su vocación de servicio público, sin embargo, le hizo entrar en las listas municipale­s del PP hace ya muchos años. Antes de que Zoido arrasara en las elecciones del 2011, cuando logró 20 concejales de 31, Serrano ya llevaba años fajándose en la pelea municipal.

Abierto, extroverti­do y muy gracioso, se convirtió enseguida en la mano derecha, y muchos creen que también en la izquierda y el cerebro, de Zoido en el Ayuntamien­to hispalense. Mientras el entonces alcalde y ahora ministro del Interior se encargaba de poner cara al Consistori­o, Serrano asumía las funciones de encargado de Economía y Empleo, de Turismo y de Fiestas Mayores, una labor de gran importanci­a en Sevilla. Pero también se las tenía que ver con la crisis de Mercasevil­la (la empresa donde se originaron los ERE presuntame­nte fraudulent­os) y con la de Onda Giralda, la deficitari­a televisión local que tuvo que terminar cerrando. Hombre sensible, ambas crisis le dejaron huella porque tuvo que despedir a decenas de trabajador­es.

Serrano ha debido echar mano de su forma de ser alegre y abierta para hacer frente a varias polémicas. Cuando era concejal de Turismo en Sevilla editó una guía de tapas de la ciudad en la que no se le ocurrió otra cosa que incluir el salmorejo. Una afrenta que los cordobeses no dejaron pasar por alto y que causó una agria polémica.

En julio del 2016, Zoido y Serrano se ausentaron misteriosa­mente de Sevilla. Ya se encontraba­n ambos en la oposición municipal, porque Zoido dilapidó en solo cuatro años la que había sido una gran victoria electoral. El tándem Zoido-Serrano se las ingenió para conseguir que el alcalde socialista Juan Espadas adelantara al jueves un pleno municipal que estaba previsto para el viernes. El motivo era poder alcanzar un avión que los trasladarí­a a Galicia, donde les aguardaba el Juan Sebastián Elcano en el puerto de A Coruña. Juan Ignacio Zoido había sido invitado por la Armada a realizar un crucero de seis días en el buqueescue­la, y allí que se llevó a Gregorio Serrano.

Cuando se descubrió el viaje, que se mantuvo en secreto incluso para los miembros del grupo municipal popular, ambos tuvieron que dar muchas explicacio­nes. Como también las tuvo que dar cuando, recién nombrado director de la DGT, salió a la luz pública que había solicitado alojarse durante su estancia en Madrid en un piso propiedad de la Guardia Civil, pabellón en el argot de la institució­n. Un piso que la Benemérita destinaba a los altos mandos que se encontraba­n de paso por la capital y cuya remodelaci­ón costó 50.000 euros al erario, hasta que quedó al gusto de Serrano.

Aunque Serrano no es miembro de la Guardia Civil, sus relaciones con el cuerpo siempre han sido excelentes. El todavía jefe de la DGT reconoció ante un juez que durante su época de concejal del Ayuntamien­to hispalense medió para que la empresa Fitonovo llevara a cabo diversas mejoras en inmuebles de la institució­n, como la instalació­n gratuita de un parque infantil en el acuartelam­iento de Montequint­o (Sevilla). Fitonovo está en los tribunales, acusada de haber repartido mordidas a diestro y siniestro a cambio de contratos públicos.

Doctor en Derecho Constituci­onal, más que de coches y carreteras, es un apasionado del mar y la náutica

Extroverti­do y gracioso, se convirtió en la mano derecha (también en la izquierda y el cerebro) de Zoido

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J.J. GUILLÉN / EFE Gregorio Serrano, en el punto de mira por la deficiente gestión de la nevada del día de Reyes

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