Bajan las protestas sociales y suben las ayudas
La noche del viernes al sábado ha sido la más tranquila de la semana. Sólo en Sidi Bouzid, donde hace siete años arrancó la revolución, varios centenares de personas volvieron a la calle, donde recibieron la tanda habitual de gases lacrimógenos. El resto del país durmió tranquilo, sin pillajes ni barricadas, como había sido habitual desde el domingo, cuando el Gobierno aprobó los presupuestos del 2018 siguiendo las indicaciones del FMI, es decir, subiendo la gasolina, el IVA, los impuestos a la propiedad y los automóviles. El presidente Esebsi reunió ayer a los partidos del Gobierno, al sindicato UGTT y a la patronal para encontrar una solución que, sin romper el compromiso adquirido con los acreedores internacionales, permita respirar a las clases más desfavorecidas. La solución, después de dos horas de reunión en el palacio de Cartago, fue una partida de 70 millones de dólares para los más necesitados, subsidios que deberían servir para frenar las protestas. La represión policial, que a principios de semana causó un muerto, y que ha terminado con la detención de más de 800 personas, acusadas de vandalismo y agresiones a los antidisturbios, ha convencido a muchos tunecinos para quedarse en casa. La lluvia, el viento y el frío tampoco animaron a la subversión. Esebsi y el Gobierno ganaron así unas horas que ayer utilizaron para revitalizar el pacto de Cartago, un compromiso inspirado en la transición española.