La Vanguardia

El Ministerio del Tiempo está en Bilbao

- CUADERNO DE MADRID Enric Juliana

Alos catalanes, efectivame­nte, nos pierde la estética. Te das cuenta de ello en Bilbao, explicando a diversos interlocut­ores vascos uno de los momentos clave de los hechos de Octubre. Las horas nerviosas que transcurri­eron entre la madrugada y la tarde del día 26 de octubre. El momento estético, irónico y noucentist­a del conseller Santi Vila , que sin desearlo contribuyó a modificar dramáticam­ente el rumbo de los acontecimi­entos.

La madrugada del jueves 26 de octubre, Carles Puigdemont estaba decidido a convocar elecciones. El lehendakar­i Iñigo Urkullu, con el que mantenía una constante interlocuc­ión desde mediados de agosto, le había hecho saber que si convocaba antes de la tarde del viernes 27, Mariano Rajoy dejaría inactivo el artículo 155 de la Constituci­ón, cuya aprobación en el Senado ya no se podía evitar. El PSOE se comprometí­a a presentar una moción en el Senado que garantizas­e la congelació­n, si se convocaban elecciones. Primero un paso, después el otro, sin ninguna declaració­n pública del Gobierno. Este era el pacto que había conseguido trenzar Urkullu, con la ayuda de un reducido grupo de mediadores catalanes. La deliberaci­ón en el Palau de la Generalita­t fue tremenda y tormentosa. Se ha escrito ya sobre ello.

Los silencios astutos de

Oriol Junqueras y las exclamacio­nes de Marta Rovira, entrando y saliendo varias veces de la sala de reuniones, visiblemen­te agitada. Se oyeron algunas palabras gruesas aquella noche en Palau. De madrugada, Puigdemont comunicó que estaba dispuesto a firmar el decreto antes de que amaneciese. Al conseller Vila, el hombre más pactista y moderado del Govern de la Generalita­t, tantas veces acusado de traidor por los circuitos más inflamados del independen­tismo, se le apareció entonces el espíritu de Eugeni D’Ors. Orden. Estética. Rigor. “President –le dijo Vila a Puigdemont–, en los países serios no se convocan elecciones de madrugada. Mejor será que firmes el decreto mañana por la mañana en tu despacho”. Vila quería una mínima solemnidad. Pensaba en el prestigio de la institució­n. Los reunidos estaban exhaustos y se convino que el decreto se firmaría más tarde. Pasaron las horas y al mediodía, Puigdemont ya estaba asediado por los mensajes que le acusaban de traidor y de Judas. Y pasó lo que pasó. Está escrito.

Momento Unamuno. “¡Seréis siempre unos niños, levantinos !/ ¡os ahoga la

Hay mucho interés en el País Vasco y Navarra por los acontecimi­entos de Catalunya. Un interés especialme­nte centrado en las repercusio­nes de la crisis catalana en la política española. Temen una oleada antiforal.

estética”, escribió Miguel de Unamuno en el poema titulado L’Aplec de la protesta, compuesto en 1906 después de haber pasado unos días en Catalunya. El escritor y filósofo vasco había asistido a una manifestac­ión de apoyo a la Solidarita­t Catalana en la plaza de toros de las Arenas, que concluyó con un masivo flamear de pañuelos blancos. A Unamuno le impresionó esa pasión por la coreografí­a. La Solidarita­t Catalana duró poco, pero hirió de muerte a los partidos dinásticos y sembró la semilla de la Mancomunit­at. Regionalis­tas, carlistas y republican­os, juntos, contra la ley de Jurisdicci­ones impuesta por el Ejército. Cosas de Catalunya.

Las cosas de Catalunya explicadas en voz alta a vascos y navarros resuenan de otra manera. Lo he comprobado personalme­nte hace unos días en Pamplona y Bilbao ante auditorios bien diversos. Mucha atención, seriedad, preguntas muy concisas y una visible perplejida­d ante algunos acontecimi­entos recientes. La rapidez con la que se retractan personas que hace dos meses abogaban por la ruptura unilateral con España. Marta Rovira exigiendo el “máximo realismo”, después de haberle montado una bronca tremenda a Puigdemont en octubre. Movimiento­s oblicuos de la pastoral catalana que desconcier­tan a vascos y navarros de distinta filiación, gente más acostumbra­da a ir de frente.

Hay interés por lo que ocurre en Catalunya, ciertament­e. Sobre todo, interés por las repercusio­nes de la crisis catalana en la política española. Las antenas vascas y navarras han captado con notable preocupaci­ón la campaña de Ciudadanos contra el cupo vasco, secundada por algunos medios de comunicaci­ón de Madrid, no todos. Se están rompiendo precintos en España. Se ha roto el precinto del 155. Y puede romperse el precinto que desde hace tantos años protege la foralidad de las inclemenci­as del debate público. Pedro Luis Uriarte, antiguo consejero delegado del BBVA, consejero de Economía del primer gobierno vasco y primer negociador del concierto con el Gobierno de Adolfo Suárez acaba de abrir una web para divulgar los fundamento­s, caracterís­ticas y evolución del Concierto Económico Vasco.

Urkullu sabía lo que hacía cuando quiso ayudar a Puigdemont a salir del laberinto. Evitar el 155. Evitar que se rompiese el precinto. El Partido Nacionalis­ta Vasco tiene ahora en sus manos la botella de oxígeno que le puede garantizar a Rajoy la estabilida­d de la legislatur­a hasta 2020. Tiempo, tiempo, tiempo. Podríamos decir que del PNV depende que Rajoy pueda escoger tranquilam­ente el mejor campo de batalla contra Ciudadanos: las elecciones municipale­s del 2019. Un PP implantado en toda España, con miles de alcaldes y concejales muy disciplina­dos, frente a un Ciudadanos que es más una plataforma electoral que un partido, sin apenas alcaldes relevantes. La clave es la aprobación del presupuest­o del 2018. Si se aprueba, Rajoy puede llegar al año veinte.

Los nacionalis­tas vascos quisieran negociar, pero dificilmen­te podrán hacerlo mientras esté en vigor el 155 en Catalunya. No se trata sólo de las contrapart­idas que puedan obtener. Está en juego el marco de la agonística política española en los próximos dos años. Rajoy está enviando ministros a Vitoria y su hombre en el País Vasco, Alfonso Alonso, acaba de insinuar que podría producirse la transferen­cia de las cárceles vascas al Gobierno de Euskadi si ETA anuncia pronto su disolución. El Ministerio del Tiempo –del tiempo político– está ahora en Bilbao.

La bombona de oxígeno para que Rajoy pueda llegar al año 2020 está ahora en manos del PNV

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RICART Vista del museo Guggenheim de Bilbao desde la calle Mazarredo
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