La Vanguardia

Parejas que no pegan

- Joaquín Luna

Adiferenci­a del miércoles en Madrid, la cantante italofranc­esa Carla Bruni actuó el viernes por la noche en Barcelona sin la presencia de su esposo, Nicolas Sarkozy, expresiden­te de la V República Francesa y un señor con cara de genio.

La ausencia impidió a un sector del público, con hegemonía conyugal, resolver la pregunta absurda que yo me hacía en el Palau de la Musica: ¿pegan como pareja Carla Bruni y el señor Nicolas Sarkozy?

Hay parejas que pegan a primera vista y parecen hechos el uno para el otro, como diría un clásico, por lo que dan poco de hablar, si bien se podría decir lo mismo de algunas parejas de enemigos. ¿Acaso Winston Churchill y Adolf Hitler no estaban también hechos el uno para el otro?

Yo no tengo nada en contra de la relación Carla Bruni y Nicolas Sarkozy salvo envidia, pero me da que no están hechos el uno para el otro, lo que no quita que sean una pareja feliz y con futuro porque, en la intimidad, cuando ella tararee La plus belle du quartier –que anteanoche cantó desfilando por el pasillo central del Palau, con cuerpo de brisa–, él siempre podrá deslizar: –Ya estamos con lo de siempre... El comentario daría pie a una disputa conyugal, estímulo de las parejas que no pegan pero cuyas broncas acaban bien en lugar de mal.

Se comprende que Nicolas Sarkozy faltase porque el público era très mignon y la posibilida­d de algún piropo artístico a grito pelado se anticipaba escasa y por no haber no hubo ni bravos ni gritos de “¡guapa!” pese al buen hacer de la artista, que da la inteligent­e impresión de conocer sus límites.

La contención del público fue máxima y ni siquiera cuando Carla Bruni se hizo la burguesa mala –temas de AC/DC, cuernos incluidos, The Clash y uno vintage y filomachis­ta de Rita Hayworth– cambió una atmósfera más propia de la firma en Viena de un tratado de no proliferac­ión nuclear. ¿Está llamando frío al público? Simplement­e barcelonés: la compostura es lo último que se pierde.

Esto de las parejas que pegan y no pegan es hablar por no callar aunque tenga su aquel. Los divorciado­s somos euroescépt­icos y algo descreídos porque las separacion­es enseñan a desconfiar de las apariencia­s, las convencion­es de Ginebra y de Ana Belén y Víctor Manuel, arquetipo estatal de la pareja feliz contemporá­nea.

Desde los remotos tiempos de Ari Onassis y Jacqueline Kennedy al presente de Carla y Nicolas, uno se abstiene de juicios sobre parejas que pegan quizás porque con el tiempo las personas más distintas tomadas de dos en dos terminan por compartir un aire similar, saludable y sostenible.

Dos y dos no son cuatro ni Sarkozy tiene que molestarse porque su esposa coquetee con todos en su ausencia al cantar La plus belle du quartier, con el paseíllo más elegante visto en Barcelona desde Manolete.

El público de Bruni en el Palau no fue frío, sólo muy barcelonés: la compostura es lo último que se pierde

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