Museos catalanes, lejos de la excelencia
QUÉ es lo más importante para un museo: el número de visitantes o la oferta museológica y la capacidad para producir grandes muestras propias y atraer otras foráneas? Por supuesto, ambas cosas. La cifra de visitantes está relacionada con la capacidad pedagógica y promocional de la institución, tanto en lo referido a las visitas escolares como a las de los turistas. Y esa capacidad de atracción está relacionada con la gestión de sus principales directivos y con la disponibilidad de recursos.
Los museos catalanes han terminado el 2017 con nota correcta en lo que hace al número de visitantes, a pesar de los atentados terroristas de agosto y del retraimiento del turismo. El Picasso y el MNAC de Barcelona, así como el Museu Dalí de Figueres, han tenido un aumento notable de entradas, con especial referencia al casi 10% más de la institución de la calle Montcada, que ha superado el millón de visitantes. A destacar dos exposiciones temporales –1917, Picasso a Barcelona y Arthur Cravan, maintenant?– abiertas desde el pasado octubre hasta finales del presente mes. También las dedicadas a Ramon Pichot y Francesc Torres del MNAC han contribuido a lograr casi un 6% más de visitantes (870.000). En el Teatre-Museu de Figueres destaca la exposición Dalí, aprenent de pintor, que ha ayudado a que la institución haya superado este año el listón de los 1,2 millones de visitantes.
Pero los museos catalanes están lejos de la excelencia por cifra de visitantes, así como por el nivel de las exposiciones temporales. En especial si las comparamos con las de otros museos españoles de rango similar de Madrid o Bilbao, ciudades con menor nivel turístico que Barcelona: el Reina Sofía ha recibido 3,8 millones de visitantes; el Prado, 2,8; el Guggenheim, 1,3. Por tanto, si la capital catalana y el país en su conjunto tienen una tradición museística –y, por tanto, capacidad de gestión cultural–, así como una larga experiencia pedagógica museística, ¿por qué sus museos no obtienen los resultados de Madrid? Una razón es la cortedad de recursos, debida a la crisis. Y, aunque esa carestía ha afectado también a los casos citados más arriba, lo cierto es que tanto en Madrid, por su condición de capital, como en Bilbao, donde el Guggengheim se ha acreditado como una exitosa operación de Estado del Gobierno vasco, ciertos museos gozan de unas fuentes de recursos extraordinarias, superiores a las de Catalunya.
Los museos son un activo principal para toda ciudad y país. Conviene no olvidarlo. Y conviene que el futuro Govern de la Generalitat y otras instituciones con competencias en este sector obren en consecuencia.