Clase media
El periodismo de datos ayuda a hacer radiografías sociales que explican las circunstancias de un colectivo, una ciudad o un país. El informe que presentó el pasado lunes el Ayuntamiento de Barcelona sobre la renta familiar disponible de los barceloneses tenía la virtud de mostrar con cifras las diferencias en el nivel de vida de los ciudadanos y permitía establecer comparaciones entre los barrios. Pero también introducía valores que resultaban desconcertantes.
La información abrió la sección Vivir el martes con el titular “La clase media recupera peso aunque persiste la desigualdad” y continuaba en la página 2 con este otro: “El eje Besòs concentra la mayoría de los barrios con menos ingresos”. En el texto y en el gráfico adjunto se desgranaban los numerosos datos que dibujan la realidad actual de la ciudad. Entre ellos, por ejemplo, que el 47,9% de los barceloneses son considerados rentas medias; que formar parte de la clase media en Barcelona es tener unos ingresos anuales brutos de entre 16.400 y 26.200 euros per cápita. Y que, a la hora de comparar barrios, una persona empadronada en Pedralbes tiene siete veces la renta familiar disponible per cápita de un vecino de Ciudad Meridiana, diferencia que se ha reducido ligeramente desde el 2015 porque los vecinos de Pedralbes han visto disminuir sus rentas.
El lector Joan-Enric Torrent nos envió una carta en la que, entre otras consideraciones, planteaba dos cuestiones centrales: a) que es incorrecto asimilar clase media con ingresos medios y b) que las rentas que recoge el estudio resultan irreales, al menos en lo que se refiere a los barrios más ricos. “¿No da risa decir que, en Sarrià, la renta media familiar es de 33.072 euros brutos anuales?”, se preguntaba.
David Guerrero, redactor de Vivir y autor de la información publicada, explica que “la clase media como concepto al que se refiere el estudio del Ayuntamiento es la clase media matemática, por decirlo de alguna manera, dejando de lado consideraciones sociológicas. Partiendo de la renta familiar disponible per cápita de toda la ciudad, sale una media que se considera base 100 y, a partir de ahí, todos los que se encuentran entre 20 puntos por debajo y 26 por encima se consideran clase media, en el primer caso clase media-baja y en el segundo clase media-alta”.
“La cifras de las que se habla –sigue diciendo David Guerrero– son per cápita, de manera que si, según el Ayuntamiento, los domicilios están formados por 2,36 habitantes de media, estaríamos hablando de que en Sarrià los ingresos en ese hipotético hogar de 2,36 habitantes serían de 78.049,92 euros”.
“Con todo, como se explica en el artículo, la cifra resultante de renta media es un indicador teórico que se construye en base a ingresos pero también tiene en cuenta variables como la tasa de paro, el nivel de estudios, la evolución y potencia del parque automovilístico y los precios del mercado inmobiliario residencial de segunda mano y de esa manera hace un retrato más acertado de los 73 barrios de Barcelona”.
Joan-Enric Torrent hacía otra pregunta: “¿Puede ser que los medios de comunicación, para conseguir calma social, quieran inflar la citada clase media?”. Lo cierto es que el titular de la información destacaba que persisten las desigualdades. David Guerrero apunta que “quizá deberíamos plantearnos si una persona con 16.000 euros brutos anuales (que viene a ser un mileurista si habláramos de salario neto) puede ser considerado clase media en Barcelona, teniendo en cuenta el precio de los alquileres y el coste de los servicios más básicos”.
Un lector plantea que las cifras de renta familiar per cápita que ofrecía el informe del Ayuntamiento de Barcelona resultan irreales