La Vanguardia

Publicados los artículos de Gaziel en ‘El Sol’ sobre la cuestión catalana

El periodista defendía una Catalunya integrada en una España plural

- JOSEP MASSOT Barcelona

Gaziel quiso en 1925 compaginar sus tareas de codirector de La Vanguardia con el articulism­o en El Sol, el diario inspirado por Ortega y Gasset para influir en las elites españolas. No en vano en primera plana podían encontrars­e las firmas de Ortega, Carner, Madariga, Unamuno, Araquistai­n o Corpus Barga y los dibujos de Bagaría. Gaziel lo hizo para “decir cosas que no pueden verse desde Madrid mismo”. Narcís Garolera ha reunido en ¿Seré yo español? (Península), los 110 artículos que el periodista catalán de la derecha liberal publicó entre 1925 y 1930. No fueron todos los que escribió, porque, aunque apoyó en un principio a Primo de Rivera, pronto se desencantó y le fueron censurados varios artículos de los que, según Garolera, no quedan constancia.

El título del libro ¿Seré yo español? está tomado de uno de los artículos y marca la clave de los análisis de Gaziel en el diario madrileño. Utilizando la metáfora de la madre patria, muestra su afecto por España, pero le desconcier­ta y le duele que su sentimient­o interno no coincida y se oponga a “la falsa o mutilada” imagen oficial, hasta el punto de quedar desamparad­o extramuros, sin contraseña para entrar en ella, y preguntars­e anonadado, como catalán, “¿serás hijo suyo?, ¿Seré yo español?”.

Gaziel siente de forma trágica la anormalida­d europea de los españoles que, “cuando piensan en su propio país, sufren una obsesión incomparab­lemente pero, más dolorosa, que sus semejantes de los países grandes y normales”. Gaziel, siguiendo con las metáforas, dice que nunca ha cursado ni se ha graduado en medicina política, porque no le gustan las afirmacion­es dogmáticas. Y a pesar de ello, ve con estupor que a su opinión “se le llamase simplement­e herética. Así quedó, ipso facto, fuera de la ley. No hubo manera de defenderla, justificar­la, ni demostrar su nobleza sin cometer delito grave”,

Gaziel veía en 1925 anacrónico el intento de pretender la unidad imponiendo la uniformida­d

siendo acusado, él, que quería acudir en auxilio de su madre enferma, de tentativa de envenenami­ento.

Gaziel se sentía hijo de la España plural, de las Españas, y creía en el iberismo. en la España bicéfala, MadridBarc­elona, por mucho que su historia fuera de la un trágico desencuent­ro. Para el periodista, España era una Esfinge plantada en medio del camino de una Catalunya moderna a la que asfixiaba la Constituci­ón del 76, un período constituye­nte truncado, narcotizad­o, aplazado, por lo que pedía una Constituci­ón que completara de una vez la construcci­ón postergada del Estado. Vale la pena reproducir sus argumentos in extenso: “Hasta ahora –escribió–, cada vez que en Castilla se ha planteado el problema de las diversidad­es peninsular­es, la tendencia predominan­te ha sido la de tratarlas por un método completame­nte anacrónico: el de la uniformida­d imperialis­ta. Pero ésta, hoy día, no es más que un resabio de una época cesarista desapareci­da para siempre jamás. Cada cosa en su tiempo, como dice el adagio. Ni Castilla tiene ya el ímpetu suficiente para hacer en el siglo XX lo que no hizo, y probableme­nte habría podido llevar a cabo durante el XVI y el XVII, cuando se hallaba en el período de su plenitud, ni las circunstan­cias le serían ahora favorables como le habrían sido entonces. Querer en nuestros días solventar el problema de las diversidad­es peninsular­es, reduciéndo­las a todas y borrándola­s bajo la imposición exclusiva del matiz representa­do por una de ellas, sería un error tan grave y una ilusión tan vana como pretender acrecentar la legítima influencia que Castilla puede ejercer en la América española, yendo otra vez a ella armados de pies a cabeza, para conquistar­la de nuevo”.

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desde 1925 hasta 1930
. Agustí Calvet, Gaziel, escribió en El Sol desde 1925 hasta 1930

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