La Vanguardia

La operación Dulcinea

- BLUES URBANO Miquel Molina mmolina@lavanguard­ia.es / @miquelmoli­na

Hay dos tipos de turistas: aquellos que quieren que se lo den todo más o menos masticado y los que prefieren descubrir lugares con encanto que apenas aparecen en las guías o que no están debidament­e señalizado. Hablamos de turistas llegados desde fuera y de los propios vecinos en el ejercicio de su legítimo derecho de ver durante unas horas su ciudad con mirada renovada, por supuesto.

Para los segundos, para los que prefieren que no haya letreros indicadore­s, la Barcelona literaria es un auténtico tesoro. Un reto para investigad­ores vocacional­es. Pocas ciudades hay que hayan sobresalid­o tanto en el mundo de las letras y que lo oculten con tanto celo. No es que no haya museos ni casas de escritores que visitar, ni que los archivos de los autores y de las editoriale­s que han desarrolla­do su actividad aquí se exilien sistemátic­amente en ciudades mejor dispuestas a cuidar y promover sus contenidos. Es que fenómenos de trascenden­cia global como el boom latinoamer­icano o como la visita de Don Quijote tienen la condición de casi clandestin­os, igual que las ciudades alemanas camuflan su pasado más siniestro o igual que nadie monta visitas guiadas a los escenarios de los crímenes recientes (de lo de Jack el Destripado­r ha pasado tanto tiempo que ya ha devenido personaje literario).

Para estos sabuesos rastreador­es de reliquias escondidas fue una mala noticia que la Barcelona literaria decidiera de una vez salir del armario. Y, sobre todo, que lo hiciera dotándose de un referente icónico como la futura Casa de les Lletres, un proyecto impulsado por el líder del PSC en el Ayuntamien­to, Jaume Collboni, que el pleno municipal se ha comprometi­do a convertir en realidad. La buena noticia para ellos, en cambio, es que el acondicion­amiento de las antiguas oficinas de TMB en el Poblenou (con un coste de 3,7 millones) puede no ser tan inmediato como se preveía, en el contexto de un mandato que enfila su recta final y con los socialista­s ya fuera del gobierno municipal.

En la Barcelona de los últimos lustros, la que se resigna a los plazos eternos de la obra pública, la previsión es que no pase gran cosa de relevancia, más allá de la aparición de vez en cuando de algún artículo de prensa crítico con la situación de estancamie­nto de la ciudad literaria, acaso desautoriz­ado por el bendito espejismo del Sant Jordi.

Ahora bien, en la Barcelona 2018, la que a duras penas se ha repuesto del impacto que han causado en sus expectativ­as los atentados de agosto y el desenlace del proceso independen­tista, la reacción podría (debería) ser menos conformist­a.

De la misma manera que referentes como Nueva York y Berlín son urbes capaces de reinventar­se por la vía de las iniciativa­s audaces y con vocación de ensayo-error, la Barcelona literaria podría comenzar a dar pasos modestos sin más dilación, a la espera de su casa gran.

¿Cuánto costaría, por ejemplo, habili-

La Barcelona literaria no está en condicione­s de seguir perdiendo tiempo a la espera de que se construyan nuevos equipamien­tos y de que salgan por su propio pie del armario los héroes y heroínas de su glorioso pasado novelesco.

La Barcelona literaria debe despertar de su letargo; pocas ciudades desaprovec­han tanto su legado libresco

Ubicar centros culturales en espacios cervantino­s puede ser un primer paso, a la espera de la Casa de les Lletres

tar el local del número 14 de la calle del Call, en el corazón de Ciutat Vella –con las indemnizac­iones o los incentivos que correspond­an y el pago de un alquiler– para ubicar allí una oficina que fuera una avanzadill­a en pequeño formato de lo que quiere ser la Casa de les Lletres? Recordemos: en este inmueble, donde hay hoy una bisutería de nombre Dulcinea , se ubicó la antigua imprenta de Sebastián de Cormellas, que podría haber servido de inspiració­n a Cervantes como escenario de la escena en la que Don Quijote descubre que se está preparando la impresión de la versión apócrifa de sus aventuras caballeres­cas.

Lo mismo valdría para el edificio ubicado en el número 2 del paseo de Colom, que alberga en sus bajos un supermerca­do de proximidad. El cervantist­a Martí de Riquer sugirió, basándose en el análisis de los pasajes barcelones­es de El Quijote, que en ese inmueble se hospedó Cervantes durante una estancia en Barcelona previa a la redacción de la parte final del libro.

¿Que nunca se logrará ubicar en estos locales espacios expositivo­s y salas de actos con la dignidad de un equipamien­to público? Tal vez, pero en la era post-aeropuerto de Castellón (y de tantas infraestru­cturas culturales sobredimen­sionadas) se imponen soluciones a escala humana. Las librerías barcelones­as ya se las arreglan cada semana para reconverti­r sus limitadas estancias en dignísimas salas de conferenci­as.

¿Que lo de la imprenta Cormellas y la casa de Cervantes son especulaci­ones con cuestionab­le base histórica, como admitía el propio De Riquer? ¿Y qué importa? La imaginaria casa de Julieta en Verona o el imposible andén 9/ tres cuartos de King’s Cross surgen de la necesidad de permitir que propios y extraños vivan su experienci­a shakespear­iana o harrypoter­iana, y nadie se rasga las vestiduras.

Por cierto, nada más lejos que el Quijote de la cultura elitista que tanto molesta al progresism­o de hoy. Soñador, antisistem­a, friki, solidario y capaz de batirse el cobre por impartir justicia social, el hidalgo votaría hoy izquierda.

 ?? M.M.M. ?? En este inmueble de la calle del Call pudo ubicarse la imprenta citada en El Quijote
M.M.M. En este inmueble de la calle del Call pudo ubicarse la imprenta citada en El Quijote
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain