Melbourne, con Djokovic y sin Murray
Hace tiempo que los grandes del circuito alegan idénticos males: la intensidad del calendario les pasa factura. En su momento, Roger Federer (36) decidió bajarse del autobús, en un ejemplar ejercicio de autogestión: Federer compite lo justo, selecciona los torneos y diseña ciclos de forma. Él mismo lo dice: ya no piensa en recuperar el número uno, sino en llegar a Melbourne, París, Wimbledon o Nueva York (escenarios de los cuatro Grand Slams) en las mejores condiciones. No todos se han dosificado de la misma manera. Novak Djokovic (30) está en Melbourne, pero lo hace entre dudas, consecuencia de su lesión en el codo. Lleva seis meses sin saltar a la pista en partido oficial, con un amago de última hora hace un par de semanas, en el torneo de exhibición de Abu Dabi: “Mi equipo médico me ha recomendado no arriesgar”, dijo el serbio en aquellos días, renunciando a Abu Dabi. Hoy es el 14.º jugador del ATP. Otros, como Andy Murray (30), ni siquiera tendrán la opción. Número uno del mundo a inicios del 2017, Murray ha vivido un año terrible, con apariciones esporádicas y una leve ventana en primavera, antes de difuminarse por completo. Acaba de operarse de la cadera. Stan Wawrinka (32) ha llegado por los pelos, lastrado por un problema persistente en el cartílago de su rodilla izquierda. En Melbourne, nadie verá a Nishikori (muñeca), a Raonic (muñeca), a Berdych (espalda) o a Nick Kyrgios, controvertido ídolo local (cadera).