La Barcelona más criminal, en cómic
El festival BCNegra dedica a las historietas una parte preferente de su programación
El cómic también dispara. Ese es el mensaje que lanza al público la nueva edición del festival BCNegra, que arranca mañana en Barcelona, dedicado a la literatura policíaca pero con una especial apertura a otros géneros, como el cine, la poesía el teatro... y la historieta. El equipo del comisario Carlos Zanón presenta en la biblioteca Jaume Fuster (lunes, 18.30 h) una exposición dedicada al dibujante Jordi Bernet (Barcelona, 1974), padre –con el guionista Enrique Sánchez Abulí– de ese gángster amoral conocido como Torpedo al que veneran lectores de medio mundo.
Para el librero Miguel Ángel Díaz, de Som Negra, “se está produciendo progresivamente un cambio, pues el cómic actual no era territorio del género negro, estaba dominado por los superhéroes. Pero últimamente cada vez más editoriales importantes están apostando por él”.
En esa línea, Tatuaje (Norma), con dibujo de Bartolomé Seguí y guión de Hernán Migoya, publicado en diciembre, supone la primera vez que el detective Pepe Carvalho es adaptado al cómic. La historia, versión muy documentada de la novela homónima de 1974 en la que un cadáver aparece en el mar, se ambienta en la Barcelona tardofranquista, con divertidos cameos de Nazario, Ocaña o el mismo Manuel Vázquez Montalbán paseando por la Rambla. Tatuaje es, según algunos, la novela que convirtió a Barcelona en la capital del crimen de ficción, una senda en la que nombres como Francisco González Ledesma y Andreu Martín se adentraron con fuerza. Una vez le preguntaron a Vázquez Montalbán qué actor sería ideal para interpretar a Carvalho y él respondió que Ben Gazzara, de ahí que Seguí le haya puesto su cara. “Yo le veo –afirma– como un bon vivant, le gusta comer, beber y follar bien... es un detective culto, de vuelta de muchas cosas, y que conecta con la realidad que vivimos ahora”. El propio Zanón está acabando una nueva novela del personaje.
La novedad que lanza el certamen es BCN Noire, un volumen colectivo con 23 historietas de género ambientadas en Barcelona. Son todos trabajos inéditos, coordinados por el guionista Raule (Barcelona, 1971), autor a su vez, con el dibujante Roger Ibáñez, de la serie Jazz Maynard, donde un ladrón hace de las suyas por el Raval. Raule cuenta que el proyecto se arrastraba desde el 2012 y que impuso una condición ineludible: todos los autores debían llevar años viviendo en Barcelona. En el prólogo, la escritora y periodista Cristina Fallarás afirma que el volumen “es un compendio de droga, sangre y putas, las cosas por su nombre” y que el cómic recupera esa “mirada sucia” propia de las historias de extrarradio, que desaparecieron de los medios de comunicación y de los “libros paridos en editoriales donde la realidad vuela en primera”. “Son historias muy canallas –admite el editor, Luis Martínez– trash, en la línea de lo que se hacía en los años 70 y 80 en revistas como El Víbora, una especie de cara b de la ciudad”. Para Zanón, el cómic “es necesario para recordarnos que una ciudad no es un museo ni un escaparate, ni una oferta de negocio ni un desiderátum político”, pues la novela gráfica “habla de forma directa, nos recuerda a los escritores y lectores que los mejores bailes, los mejores besos y las mejores aventuras pasaron antes de entrar en casa. En la calle”.
En el BCN Noire han colaborado dibujantes como Manu Ripoll, Sagar, Oriol Malet, Pedro Espinosa, Fernando Blanco, Joan Mundet o Ricard Efa, o guionistas como Enrique Sánchez Abulí, An-
“Me di cuenta enseguida de que la gracia de Torpedo era su falta de moral”
Sherlock Holmes en Barcelona, o la Vampira del Raval son algunas novedades
dreu Martín, Jorge Zentner, Hernán Migoya... Los escenarios de la Barcelona actual son múltiples, y las historias, muy diversas. Hay una mujer madura que prueba todo tipo de terapias alternativas después de que su marido la haya abandonado por una jovencita; unos jóvenes que atracan a homosexuales que practican sexo con chaperos en Montjuïc; una chica que investiga a camellos que venden una droga-caníbal en las inmediaciones de la plaza Reial; un ex boxeador que trabaja para la mafia rusa en locales como el Bagdad o la sala Apolo; una boda entre los actores de Hollywood Pat Britt y Angelica Jolie en el MNAC; un marido maltratador en Bellvitge; un investigador disfrazado del cantante Ferdie MerCurie que descubre por qué se quemó el Liceu; un pakistaní que vende latas de cerveza en las calles; un sintecho apalizado en el parque de la Ciutadella; un cadáver dentro de un sofá destinado a arder en una hoguera de Sant Joan; unas monjas supuestamente secuestradas en el hotel W; un detective al que encargan encontrar a una ex amante suya...
Los expertos sitúan los precedentes del cómic negro barcelonés en la rudimentaria serie Doctor Niebla (1948), de Rafael González y Francisco Hidalgo. El protagonismo de la ciudad llega a su auge en los años setenta y ochenta, con el Taxista de Martí (1982) como uno de sus grandes exponentes. De hecho, en el BCN
Noire abundan las historias de taxistas: uno que se enamora de una prostituta del este, otro que se toma la justicia por su mano y uno minusválido que esconde un deseo de venganza.
De todo ello se hablará, el próximo miércoles 31, en la Antiga Fàbrica Estrella Damm a partir de las 19.30 h, donde tendrá lugar la BCNegra Cómic Party, con bebida gratis, música y dibujo en directo, charlas específicas y presencia de los autores del volumen colectivo. La exposición de este festival, de formato reducido, es la consagrada a Jordi Bernet, con el crítico Joaquim Noguero como comisario. “Me atrae mucho el género –cuenta el dibujante de
Torpedo 1936–,
que he cultivado en varias series. Juego mucho con los contrastes, y casi siempre lo hago en blanco y negro, que encuentro muy directo y contundente, una llamada a los clásicos del cine. Existe algún Torpedo a color, tuve que hacerlo porque en Francia no entendían que no se coloreara, pero no me gustó el resultado”. El humor, “el género con el que empecé, siguiendo la
Doña Urraca de mi padre”, está muy presente en la serie, “por ejemplo con el uso de los secundarios”. “Es esa mezcla de violencia y humor lo que hace simpático al personaje, de lo contrario sería repugnante. Ese fue el motivo de que el dibujante estadounidense Alex Toth abandonara el proyecto, cuando ya había dibujado varias páginas, se veía incapaz de situar una dimensión moral en Torpedo. Yo, al contrario, me di cuenta de que cuanto más depravado y transgresor, mejor”. De ello dan fe los miles de seguidores en todo el mundo de este asesino al mejor postor –ahora dibujado por Risso–, entre ellos el cantante Loquillo, que le dedicó una canción con letra de Óscar Aibar.
“No me gusta el gore –explica Bernet– pero no rehúyo la violencia, simplemente intento que no sea gratuita”. Otra de sus características como dibujante, las chicas despampanantes, “no es algo fácil de conseguir, es complicado dibujarlas bien”, explica. Asimismo, “el Nueva York de los años 30 donde la serie se ha ambientado durante casi veinte años, procedía al completo de las antiguas películas, de John Huston, Bogart... No sé cómo quedaría hoy en día con actores, la adaptación teatral que hizo en 1993 Pepe Mirabete me causó una gran impresión, en especial por el actor italiano que encarnaba al personaje, Federico Fazioli”.
Bernet, autor también de westerns con pistoleros de gatillo fácil (Snake, Jonah Hex...), ha ilustrado asimismo la novela 1280 almas, de Jim Thompson, un clásico del género, en una bella edición de Libros del Zorro Rojo. Ahora trabaja en la ordenación de su archivo y acaba de publicar El
arte de Bernet (Panini), una recopilación de dibujos.
Lamenta Bernet, eso sí, la desaparición de las revistas de cómic en España –no en otros países–, lo que hace que “los jóvenes solo puedan publicar fuera, en EEUU. o en el mercado francobelga”. “Los 80 fueron una buena época –opina–, podías hacer lo que querías, lo vendías a una revista, luego a varios países extranjeros, y después hacías el álbum. Había ese recorrido, ahora todo depende del álbum, y las novelas gráficas no salen a cuenta, los autores cobran a 10 euros la página”. También cree que “ahora no hay genios, tíos como Toth, Milton Caniff... hay un nivel medio más alto, eso sí, pero falta el genio que antes salía de vez en cuando”. Entre los hitos del género, Yo,
asesino (2014), de Antonio Altarriba y Keko, monólogo interior de un asesino en serie catedrático de historia del arte en la Universidad del País Vasco y que, especializado en la crueldad en el arte, decide matar con un móvil estético. Por supuesto, la española
Blacksad, una obra maestra del guionista Juan Díaz Canales y el dibujante Juanjo Guarnido en la que todos los personajes son animales antropomorfos empezando por su detective felino. También la serie del detective Nestor
Burma, creada por Jacques Tardi en los años 80 a partir de las novelas de Léo Malet y que ahora continúa Emmanuel Moynot. O 100
balas, finalizada en el 2009, del norteamericano Brian Azzarello y el argentino Eduardo Risso, que se pregunta qué pasaría si una persona con la vida arruinada recibiera 100 balas irrastreables para asesinar a quien quiera. Títulos como Alack Sinner, de Sampayo y Muñoz, o The Fade Out, de Brubaker y Philips, son otros referentes. En el manga, destaca Oldboy de Garon Tsuchiya, 13 cómics sobre un hombre que abandona la prisión tras varios años.
A finales del pasado año, apareció La Vampira del Raval, de Miguel Ángel Parra, Iván Ledesma y Jandro González, sobre el caso real de Enriqueta Martí, quien, a principios del siglo XX, secuestraba, prostituía y sacrificaba niños del Raval para satisfacer las necesidades eróticas de la alta sociedad barcelonesa. Los autores eluden la “leyenda negra” vampírica y se han basado en la documentación de época.
Otro título interesante es Motorcity, del francés Berthet, un thriller policial ambientado en Suecia y que forma parte de un proyecto más amplio, en el que el autor va cambiando de guionista en cada entrega para reflejar todo el abanico de posibilidades del género.
Sherlock Holmes ha visitado también Barcelona, en los cómics de Sergio Colomino y Jordi Colomé. En el primero, ambientado en 1893, Holmes llega para investigar un caso pero se encuentra con el virulento enfrentamiento entre empresarios y anarquistas y formará parte de sonados hechos históricos sin haberlo pretendido.
El programa del festival BCNegra incluye, también mañana lunes, una mesa redonda sobre novela gráfica negra con Jordi Bernet, el también dibujante Rubén Pellejero (autor de Dieter Lumpen o del nuevo Corto Maltés), el novelista Carlos Salem –que presenta Que decidan las cerillas (Navona), en la que Kike Narcea dibuja sus historias negras–, y el guionista Sergi Álvarez. Los organizadores del festival creen, en suma, que “hay muchas personas que, de adultas, no han abierto jamás un tebeo pero que, si conocieran este tipo de obras, se daría cuenta de que son historias que también les hablan a ellos”. Por haber, habrá hasta dibujos de retratos robot, el domingo que viene... en la Modelo.