Oda ‘clandestina’ al libro deportivo
Autores y periodistas hablan de la relación entre literatura, fútbol y otros deportes
Sin apenas atención mediática pero con ganas de repetir concluyó ayer la primera edición de Rècord. Mostra del llibre esportiu, iniciativa llevada a cabo gracias al empeño personal de Oriol Rodríguez, también responsable del Offside Festival, dedicado a los documentales de temática futbolística que ya va por la cuarta entrega. El escenario escogido para hablar de libros y deporte fue la barcelonesa Antiga Fàbrica Estrella Damm, local polivalente que se ofrece con generosidad a multitud de causas.
Para empezar, a media mañana, entrada libre y dos cervezas gratis, una bienvenida perfecta para sobornar el juicio del cronista si no fuera por la calidad de los ponentes, excelente en algunos casos aunque el visitante hubiera tenido que pagar ticket. Ramon Besa, por ejemplo, transmite a una audiencia bastante joven esa pasión, necesariamente cascarrabias y enormemente contagiosa, de defensa a ultranza del oficio, en este caso el de periodista deportivo de prensa escrita, especie amenazada tal y como la conocíamos. “Cuando mi padre leía el periódico en casa aquello era un acto sacro”, dice Besa, que llora la desaparición del quiosco de la Facultad de Bellaterra como si le hubieran extirpado un riñón y se define como un producto caducado aunque para gozo de sus lectores sea mentira. Besa compara las webs con una cajonera desordenada en la que se pierde como usuario y pide a los jóvenes una revolución para que el periodista recupere su posición y no sea un tipo de redacción descuidada y/o apresurada, contenido frívolo y sueldo bajo. Las preguntas se las hace Aitor Lagunas, editor de la revista Panenka, que deja que Besa fluya con buen criterio.
Llega el turno de Sergi Pàmies, acompañado de Galder Reguera, autor de Hijos del fútbol y responsable de algo tan subversivo como una fundación que organiza festivales de cine y literatura bajo el paraguas del Athletic Club de Bilbao. Filósofo de formación, Reguera se sintió felizmente defectuoso el día en que dejó de avergonzarse por “disfrutar más con Julen Guerrero que con Platón”. He ahí algo en lo que se insiste du-
rante la jornada: el deporte y su teorización, siempre que no se caiga en un exceso del intelectualismo más plomizo, pueden mezclar bien.
La intervención de Pàmies, como siempre, provoca admiración y envidia sana. Sus reflexiones aportan conocimiento extremo sobre cualquier materia, una sabiduría que comparte y con la que ilustra mientras hace sonreír, hábil como es en el manejo de la ironía y un cinismo muy característico, personal e intransferible, como el carnet del Barça. Según Pàmies el buen libro deportivo está a la altura de cualquier otro libro, sea una novela o “un tratado sobre bacalao”. Se confiesa devorador del género desde los 10 años, cuando, viviendo en Francia, un vecino de escalera le regaló una biografía “malísima” de Pelé. Recomienda Pàmies unas cuantas lecturas, en particular precisamente las biografías por las que siente debilidad (Arthur Ashe, Roberto Perfumo, Sócrates, el inigualable George Best...) y da paso a otros ponentes, entre ellos el escritor Jordi Puntí, que aportará su punto de vista ya por la tarde.
Después de una maratón de ponencias (ocho en total, desde las doce de la mañana hasta las nueve de la noche), cuando acaba el día el objetivo se cumple. Pese a la semi clandestinidad del evento (para entrar a la sala hay que bajar unas escaleras, la luz es tenue y el atrezo mínimo, la gente susurra incluso para comprar uno de los libros expuestos, o para adquirir una camiseta de merchandising, o para pedir una dedicatoria a cualquiera de los autores presentes...), muchos de los que han acudido a la muestra salen con ganas de leer una biografía . O lo que es peor, de escribirla.
LOS PONENTES
Ramon Besa reivindica su oficio con vehemencia; Sergi Pàmies es un devorador del género