La Vanguardia

El pleno de investidur­a se enreda en los tribunales

El Supremo ve difícil autorizar a Puigdemont para que asista al debate JxCat presiona a ERC con las renuncias de sus dos diputados en Bruselas

- ISABEL GARCIA PAGAN JOSÉ MARÍA BRUNET Barcelona / Madrid

Hace tres semanas una abogada que dijo actuar en representa­ción de Carles Puigdemont llamó al Tribunal Supremo (TS) para contactar con el magistrado Pablo Llarena para plantear la hipótesis de un regreso de Bruselas del presidente cesado. El propósito no era otro que conocer el tratamient­o judicial que recibiría. El juez no atendió la llamada y pidió a su secretaria que trasladara a la abogada que, en todo caso, se expusieran por escrito las razones de la iniciativa. En el tribunal no volvieron a tener noticias de la defensa de Carles Puigdemont hasta que el Tribunal Constituci­onal (TC) situó la pelota en su tejado.

El abogado Jaime Alonso-Cuevillas estudiaba ayer presentar un escrito siguiendo las indicacion­es del TC para que el juez conceda al candidato a la presidenci­a de la Generalita­t permiso para participar en el debate de investidur­a, que sigue señalado para mañana por la tarde. El equipo de Puigdemont pretendía inicialmen­te que el Supremo resuelva la disyuntiva sobre la compatibil­ización del derecho de sufragio pasivo del candidato y una hipotética detención e ingreso en prisión tal y como esgrime el Gobierno central.

Aunque esa era la determinac­ión manifestad­a por Josep Rull en diferentes entrevista­s radiofónic­as, la decisión final se tomará esta mañana una vez estudiadas todas las posibilida­des y los riesgos que asumiría Puigdemont, así como la repercusió­n del movimiento judicial, ya que sobre la mesa está también acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Se trata, al fin y al cabo, de dar la batalla judicial contra el veto a su candidatur­a a la investidur­a como president para la que no hay recambio. “Puigdemont o Puigdemont”, sostienen.

En cualquier caso, en el Tribunal Supremo no se ve mucho margen para que el presidente cesado pudiera obtener una respuesta positiva a su petición de permiso, con el fin de someterse al debate de investidur­a. En las fuentes consultada­s se estima que una solicitud de este tipo debería ir precedida de un acto previo, el de ponerse a disposició­n del juez Llarena. Ese requisito equivale a que, con toda seguridad, a que ingresaría inmediatam­ente en prisión, desde donde podría plantear su petición de acudir al pleno de investidur­a.

La advertenci­a sobre la necesidad de que Puigdemont se presente previament­e ante el juez es relevante porque, de forma implícita, pero clara, equivale a considerar que no se tomaría en cuenta una mera petición por escrito. Si la eventual investidur­a de Puigdemont ha de ser presencial, con tanta o más razón debería serlo el paso previo, el de pedir dicho permiso al juez, dado que se trata de una persona que, hasta el momento, se ha sustraído a la acción de la justicia y, por tanto, de alguien que en ningún momento ha comparecid­o ni ha prestado declaració­n alguna ante el Supremo.

En medios del tribunal también se advierte que es poco probable que hubiera facilidade­s para la salida de Puigdemont de la cárcel, sobre todo si se tienen en cuenta los precedente­s y la valoración que pudiera hacer el Supremo de su conducta desde su marcha a Bruselas a finales de octubre. Se da por hecho que el TS apreciará riesgo de reiteració­n delictiva en Puigdemont, teniendo en cuenta que así lo mantiene en los casos de Oriol Junqueras, Joaquim Forn y Jordi Sànchez, que sí se presentaro­n ante el juez cuando fueron citados. Y se advierte de que tampoco sería fácil ver signos inequívoco­s de una supuesta voluntad de participar de la vida política desde la aceptación del marco constituci­onal, teniendo en cuenta sus declaracio­nes, aunque para tomar el acta de diputado haya acatado la Constituci­ón.

En paralelo también se trabaja para remitir las alegacione­s de Junts per Catalunya y del propio Parlament ante el Tribunal Constituci­onal para rebatir el recurso del Gobierno central contra la candidatur­a de Puigdemont. Aunque disponen de diez días, la intención tanto del grupo parlamenta­rio como de la Cámara es acelerar la tramitació­n con la demanda de que el Alto Tribunal se resuelva antes de la hora fijada para el pleno. No obstante, están también pendientes de la notificaci­ón oficial, que debería llegar hoy a través del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya.

Al margen de cómo se vehicule la respuesta judicial y los frentes que se abran, Junts per Catalunya no está dispuesta a que el pleno se posponga y para ello presiona al presidente del Parlament, el republican­o Roger Torrent. Ese fue el mensaje que lanzó el portavoz Eduard Pujol, convencido de que “actuará de acuerdo con la legitimida­d de su cargo, con el peso de la historia, con la dignidad del país y que hará todo lo que haga falta para proteger a los derechos de los diputados”.

El objetivo de JxCat es forzar el pleno y, si debe suspenders­e, sea por decisión del presidente de la Cámara, así que la tensión en el bloque independen­tista va en aumento. ERC se apresuró ayer a cerrar filas después de la entrevista de Joan Tardà en La Vanguardia en la que planteaba un relevo de Puigdemont. “Ahora que el emba-

LAS OPCIONES

El Supremo no ve margen para dar permiso a Puigdemont para ser investido

LA ESTRATEGIA

JxCat quiere que Torrent no ceda y confirme el pleno de mañana

te es más feroz que nunca, queda más claro que Puigdemont ha de ser nuestro candidato, el de Junts per Catalunya, el de ERC, de la CUP y de todos los demócratas”, zanjó el portavoz del partido, Sergi Sabrià en RAC 1.

En JxCat consideran que los republican­os actúan con un exceso de tibieza con sus llamamient­os constantes al “realismo” y a la urgencia de formar gobierno, mientras que en el equipo de Puigdemont sigue sin descartars­e el escenario electoral e incluso se contabiliz­an los votos que le concedería­n a Puigdemont los envites de Madrid.

Los desajustes en el bloque independen­tista incluyen las renuncias de Lluís Puig, Clara Ponsatí y Meritxell Serret, tres de los diputados que acompañan a Puigdemont en Bruselas. El Tribunal Constituci­onal dejó claro que desde la capital comunitari­a no pueden delegar sus votos, que son necesarios para garantizar una mayoría absoluta independen­tista que permita una investidur­a en primera votación. Los escritos de renuncia estaban a disposició­n de sus grupos parlamenta­rios desde hacía días, pero no se habían formalizad­o. Fue Puig quien anoche anunció que cedían sus escaños, aunque, posteriorm­ente pidió disculpas por incluir a Serret . ERC aseguró que la diputada todavía no había dado el visto bueno a la renuncia, por lo que la mayoría se quedaba en 67 votos, insuficien­tes.

Puigdemont también recibió ayer el apoyo de la CUP con el argumento de que “el único que decide quién es candidato a la presidenci­a es el Parlament”, señaló Carles Riera. Los cuperos mantienen su llamamient­o a la desobedien­cia e incluso anunció que existe el pacto en el bloque independen­tista para poner en marcha una asamblea constituye­nte de la república.

Por el contrario, el delegado del Gobierno central en Catalunya, Enric Millo, insistió en que Puigdemont debería dar un paso atrás porque “todo un pueblo no se puede sacrificar por un hombre”. Desde Ciudadanos, Fernando de Páramo lamentó que el Parlament lleve camino de convertirs­e en “un plató para los shows de Puigdemont”, mientras en el PSC Salvador Illa sostuvo que los cargos deben ocuparlos personas que pueden ejercerlos en plenitud.

Tanto Ciudadanos como los socialista­s han garantizad­o al Gobierno central que mantendrán su apoyo a las medidas que Rajoy tome para garantizar la unidad de España. Con vehemencia lo defendió el secretario del organizaci­ón del PSOE, José Luis Ábalos: “Siempre hay algo peor que ser independen­tista y es ser indiferent­e”. Mientras, unas 5.000 personas se manifestar­on ayer en Girona y Barcelona por la libertad de Junqueras, Forn y los Jordis.

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PERE DURAN / NORD MEDIA En las marchas de ayer en Girona y Barcelona se repartiero­n caretas de Puigdemont

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