El legado de Claudel
Tras una propuesta de la casa de subastas Artcurial, el Estado francés adquiere el legado de Camille Claudel: nace una etapa entre lo público y lo privado
Un acuerdo entre el ministerio de Cultura francés y la sala de subastas Artcurial permitirá que la colección artística de Camille Claudel quede en manos públicas, un acuerdo novedoso en el país galo, tan amante de su arte como parco a la hora de gastar fondos estatales en él.
Artcurial, en el podio de las mayores casas de subastas de Francia, recibió de la familia de Camille Claudel un conjunto de obras, el último de tal importancia todavía en manos privadas. Esculturas naturalistas, de miembros de la familia, otras alegóricas, estudios en terracota, yesos, bronces. Pero no lo llevó directamente a subasta. Se puso en contacto con la ministra de cultura, Françoise Nyssen, por si el Estado quería presentar ofertas.
El derecho de tanteo, frente a una subasta de arte, no es nuevo en Francia. La novedad es esa colaboración abierta entre dos sectores, el privado y el público, tradicionalmente enfrentados. ¿Síntoma de la profunda transformación del panorama museístico francés?
La subasta fue finalmente un éxito (3,5 millones de euros, el triple de la estimación), pero también el acuerdo agrupado con los museos pretendientes. “Negociar con cada uno por separado –resumió Artcurial– hubiera llevado varios años”.
Por su parte, Marie Christine Labourdette, directora de los museos franceses, explicó que “se llegó al consenso gracias a que cada museo expuso sus prioridades absolutas. Por ejemplo, el museo Rodin privilegia la relación entre Camille y su maestro, el Claudel las relaciones con la familia. Por lo tanto, cada uno reivindicaba una escultura que enriqueciera sus colecciones”. El acuerdo previo evitó la competición entre las instituciones que hubiera podido incrementar precios.
Segunda rareza, las obras compradas por los museos están expuestas hasta el 11 de febrero en el Museo de Orsay. Y esa presentación fue organizada bajo consejo de Eve Turbat y Alexandre Lacroix, los expertos de Sculpture & collection, gabinete privado que asesoró la subasta de Artcurial.
Ese tipo de cooperación, normal en Estados Unidos o Gran Bretaña, es excepcional en la Francia que durante el siglo XX dividía el mundo del arte entre conservadores y marchantes, los primeros guardianes de la pureza y los segundos sospechosos de simple comercio.
En la primera mitad del siglo pasado los marchantes y sus galerías hicieron más por el arte contemporáneo que los museos. Las obras más importantes, desde las impresionistas en adelante, abandonaron Francia, detectadas por marchantes y compradas por coleccionistas o museos extranjeros.
Hubo que aguardar las medidas de ministros de cultura como Malraux o Lang para que, con el anzuelo del pago de los derechos de sucesión con obras, los museos franceses accedieran al arte contemporáneo.
El siglo XXI plantea otra realidad. Mientras el fundador de Artprice, Thierry Hermann, asegura que más pronto que tarde una obra romperá la barrera de los mil millones de dólares, en subasta, el Estado francés aprovisionó para compras de obra en el 2018 9’4 millones de euros exactamente.
Un recorte del 4,5% respecto del 2017. En paralelo, reducción de dotaciones y subsidios que han obligado a las instituciones a espabilar.
Así, tras el ejemplo de las giras incesantes, y bien pagás, de los fondos del Musée Picasso para costear la restauración del palacete parisino, fue el turno de las sucursales provinciales y extranjeras del Louvre, con el espaldarazo de los mil millones del Louvre Abu Dabi.
Por su parte, el Pompidou, que había tanteado la filial en Metz y vio el negocio en Málaga, firmó un acuerdo con Bélgica para su antena en Bruselas. “Pompidou, una marca que se vende bien”, titulaba el 28 de diciembre Le Figaro, diez días después de que fuera firmado el convenio de diez años de colaboración con Bruselas capital y la fundación Kanal. Y como el museo nacional de arte moderno alojado en el Pompidou cuenta con 120.000 obras, prestar unas tres mil al año no menguará su oferta.
Todo esto explica el revuelo provocado por la colaboración entre Artcurial y la administración. Interesante, además, por la rapidez con la que se llegó a un acuerdo. Y si tras su presentación cada obra partirá a su destino, podrán ser reunidas cuando lo exija el contenido de una muestra.
El fundador de Artprice augura que pronto se llegará a los mil millones por obra en una subasta