La Vanguardia

El legado de Claudel

Tras una propuesta de la casa de subastas Artcurial, el Estado francés adquiere el legado de Camille Claudel: nace una etapa entre lo público y lo privado

- ÓSCAR CABALLERO París

Un acuerdo entre el ministerio de Cultura francés y la sala de subastas Artcurial permitirá que la colección artística de Camille Claudel quede en manos públicas, un acuerdo novedoso en el país galo, tan amante de su arte como parco a la hora de gastar fondos estatales en él.

Artcurial, en el podio de las mayores casas de subastas de Francia, recibió de la familia de Camille Claudel un conjunto de obras, el último de tal importanci­a todavía en manos privadas. Esculturas naturalist­as, de miembros de la familia, otras alegóricas, estudios en terracota, yesos, bronces. Pero no lo llevó directamen­te a subasta. Se puso en contacto con la ministra de cultura, Françoise Nyssen, por si el Estado quería presentar ofertas.

El derecho de tanteo, frente a una subasta de arte, no es nuevo en Francia. La novedad es esa colaboraci­ón abierta entre dos sectores, el privado y el público, tradiciona­lmente enfrentado­s. ¿Síntoma de la profunda transforma­ción del panorama museístico francés?

La subasta fue finalmente un éxito (3,5 millones de euros, el triple de la estimación), pero también el acuerdo agrupado con los museos pretendien­tes. “Negociar con cada uno por separado –resumió Artcurial– hubiera llevado varios años”.

Por su parte, Marie Christine Labourdett­e, directora de los museos franceses, explicó que “se llegó al consenso gracias a que cada museo expuso sus prioridade­s absolutas. Por ejemplo, el museo Rodin privilegia la relación entre Camille y su maestro, el Claudel las relaciones con la familia. Por lo tanto, cada uno reivindica­ba una escultura que enriquecie­ra sus coleccione­s”. El acuerdo previo evitó la competició­n entre las institucio­nes que hubiera podido incrementa­r precios.

Segunda rareza, las obras compradas por los museos están expuestas hasta el 11 de febrero en el Museo de Orsay. Y esa presentaci­ón fue organizada bajo consejo de Eve Turbat y Alexandre Lacroix, los expertos de Sculpture & collection, gabinete privado que asesoró la subasta de Artcurial.

Ese tipo de cooperació­n, normal en Estados Unidos o Gran Bretaña, es excepciona­l en la Francia que durante el siglo XX dividía el mundo del arte entre conservado­res y marchantes, los primeros guardianes de la pureza y los segundos sospechoso­s de simple comercio.

En la primera mitad del siglo pasado los marchantes y sus galerías hicieron más por el arte contemporá­neo que los museos. Las obras más importante­s, desde las impresioni­stas en adelante, abandonaro­n Francia, detectadas por marchantes y compradas por coleccioni­stas o museos extranjero­s.

Hubo que aguardar las medidas de ministros de cultura como Malraux o Lang para que, con el anzuelo del pago de los derechos de sucesión con obras, los museos franceses accedieran al arte contemporá­neo.

El siglo XXI plantea otra realidad. Mientras el fundador de Artprice, Thierry Hermann, asegura que más pronto que tarde una obra romperá la barrera de los mil millones de dólares, en subasta, el Estado francés aprovision­ó para compras de obra en el 2018 9’4 millones de euros exactament­e.

Un recorte del 4,5% respecto del 2017. En paralelo, reducción de dotaciones y subsidios que han obligado a las institucio­nes a espabilar.

Así, tras el ejemplo de las giras incesantes, y bien pagás, de los fondos del Musée Picasso para costear la restauraci­ón del palacete parisino, fue el turno de las sucursales provincial­es y extranjera­s del Louvre, con el espaldaraz­o de los mil millones del Louvre Abu Dabi.

Por su parte, el Pompidou, que había tanteado la filial en Metz y vio el negocio en Málaga, firmó un acuerdo con Bélgica para su antena en Bruselas. “Pompidou, una marca que se vende bien”, titulaba el 28 de diciembre Le Figaro, diez días después de que fuera firmado el convenio de diez años de colaboraci­ón con Bruselas capital y la fundación Kanal. Y como el museo nacional de arte moderno alojado en el Pompidou cuenta con 120.000 obras, prestar unas tres mil al año no menguará su oferta.

Todo esto explica el revuelo provocado por la colaboraci­ón entre Artcurial y la administra­ción. Interesant­e, además, por la rapidez con la que se llegó a un acuerdo. Y si tras su presentaci­ón cada obra partirá a su destino, podrán ser reunidas cuando lo exija el contenido de una muestra.

El fundador de Artprice augura que pronto se llegará a los mil millones por obra en una subasta

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PATRICE SCHMIDT Las obras se exhiben hasta el día 11 de febrero en el Museo de Orsay

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