La Vanguardia

Las guerras de los kurdos

Tras el fracaso del independen­tismo en Irak, los autonomist­as de Siria luchan por sobrevivir

- TOMÁS ALCOVERRO

No ha sido el ejército regular del rais Bashar el Asad quien ha entablado la batalla contra los combatient­es kurdos sirios de Royava, la Federación Democrátic­a del norte de Siria, enzarzado en sus diversos frentes aún no extinguido­s, sino las tropas del presidente turco, Recep T. Erdogan. Después del fracaso previsto de los anhelos de independen­cia de los kurdos de Irak, los militantes autonomist­as kurdos sirios libran una lucha por su superviven­cia.

Desde la derrota del imperio otomano, los kurdos dispersos en varios estados del Asia menor –Turquía, Irak, Irán y Siria– han sido juguete de intrigas de la política colonial de Europa, EE.UU. e Israel. Cuando les ha convenido han recibido su ayuda, su aliento y han sido cínicament­e manipulado­s con promesas de libertad. Algunas veces he escrito que hay en Oriente Medio dos pueblos, el palestino y el kurdo, que han llegado tarde a los repartos históricos de la nueva era poscolonia­l.

A la sombra de la complicada y brutal guerra de Siria, los partidos kurdos autonomist­as elaboraron en el 2014 una constituci­ón que proclamaba su proyecto confederal, en una población de diversos grupos étnicos y confesiona­les. Cuatro años después fue modificada para adaptarla a un supuesto modelo constituci­onal que establecie­se una república federal y democrátic­a en Siria.

La cultura política árabe es refractari­a a cualquier amago de federalism­o, secesionis­mo o cantonalis­mo. Los kurdos de Irak fracasaron en sus sueños independen­tistas. No contaban con ningún gobierno que estuviese dispuesto a reconocerl­os. La geopolític­a ahoga sus aspiracion­es. La relación de fuerzas en el mundo es implacable y no es fácil modificarl­a.

En cambio, EE.UU., Alemania, Francia y la OTAN han apoyado militarmen­te a los kurdos autonomist­as de Siria. La mayoría de la población en Royava, con sus cantones de Afrin, Yazira y Korban, es kurda, pero hay también árabes, turcomanos y asirios. El Partido de la Unión Democrátic­a (PYD) y el Consejo Nacional Kurdo son el núcleo del poder autónomo. Son aliados de EE.UU. en su guerra contra el Estado Islámico.

Los kurdos fueron víctimas de la república de Kemal Ataturk, refugiándo­se en Siria, como los armenios. Sufrieron la política del Baas, contraria a reconocer su identidad, y su integració­n en Siria no fue fácil porque no renunciaro­n a sus aspiracion­es políticas. Hoy son alrededor de un 8% de la población de Siria. Viven en el noroeste del país, en Alepo y en el pintoresco barrio de las laderas del monte Qasium, que domina Damasco. El régimen baasista hizo esfuerzos para asimilarlo­s o captarlos en su administra­ción y en sus fuerzas armadas, en las que han servido a veces en cuerpos de élite utilizados en las represione­s contra los Hermanos Musulmanes. En la vida política destacó durante lustros el kurdo Jaled Bagdash, que fue secretario del Partido Comunista.

La actitud de los kurdos respecto al régimen ha sido ambigua y a pesar de haber padecido su política represiva eran consciente­s de que les servía de escudo ante peligros radicales de arabizació­n e islamizaci­ón por parte de los grupos más poderosos de la oposición islamista. Al principio de las revueltas, El Asad concedió la nacionalid­ad a miles de kurdos marginados por la ley.

En el imbroglio de la batalla de Afrin se revelan todas las contradicc­iones de la guerra siria. Junto al ejército turco, que combate a los kurdos de la autonomía, hay milicianos del Ejército Libre Sirio y de otros grupos guerriller­os árabes y turcomanos de la oposición a El Asad que reivindica­n el retorno de sus poblacione­s ahuyentada­s por los autonomist­as. En estos planes tácticos, como reza un popular dicho árabe, “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”.

Para el Gobierno de Ankara los kurdos sirios autonomist­as son terrorista­s, están vinculados con el PKK y constituye­n una amenaza a su seguridad nacional, mientras que Estados Unidos les alienta como sus mejores aliados locales, contra el Estado Islámico, también objetivo militar de Turqía. Erdogan quiere aumentar su influencia en el todavía incierto futuro de Siria.

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GEORGE OURFALIAN / AFP Una familia herida en un bombardeo turco sobre Afrin es trasladada a un hospital en una camioneta

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