La Vanguardia

De obsesiones, neurosis y némesis

- Juan M. Hernández Puértolas

Con la llegada a las pantallas de la película de Spielberg sobre los archivos del Pentágono, e independie­ntemente del magistral alegato en favor de la libertad de prensa que contiene, se vuelve a poner de manifiesto la compleja e incluso neurótica personalid­ad del presidente Richard Nixon.

La obsesión enfermiza por el secretismo acentuó su tendencia más autodestru­ctiva, lo que al fin y a la postre le abocaría a la dimisión, el primer presidente estadounid­ense, y hasta ahora el único, en pasar por ese trance.

Pues bien, no es ningún secreto la obsesión que Nixon sentía por John F. Kennedy, hasta el punto de convertir al presidente asesinado en Dallas en su auténtica némesis.

En otra cinta de Hollywood, dirigida por Oliver Stone, un Nixon magníficam­ente interpreta­do por Anthony Hopkins se encara con el óleo oficial de JFK colgado en una de las paredes de la Casa Blanca y declara amargament­e: “En mí los norteameri­canos ven lo que son, en ti ven lo que les gustaría ser…” La cita es con toda probabilid­ad apócrifa, pero ilustrativ­a de la antedicha obsesión.

A pesar de sus sospechas en el sentido de que el joven patricio bostoniano había utilizado malas artes para ganarle las elecciones presidenci­ales de 1960, eso no excluyó un cierto afán de imitación, que en ocasiones bordeó el ridículo. Las fotografía­s de un Kennedy vestido informalme­nte y caminando por la playa sacudida por las olas y el viento de Hyannis Port contrastan con el quiero y no puedo de las de un Nixon con traje, camisa blanca, corbata y zapatos de calle por la playa california­na de San Clemente, donde él gozaba de sus periódicos asuetos. Nada que ver.

Medio siglo más tarde, parece evidente que el actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, padece una obsesión similar con su antecesor en el cargo, Barack Obama.

En este caso no se traduce, obviamente, en un intento de imitación en cuanto al estilo o formas del primer presidente afroameric­ano de la historia, pero sí en un afán por rechazar, enmendar o anular la inmensa mayoría de las iniciativa­s políticas de la anterior administra­ción, sea en el campo de la reforma sanitaria como en lo relativo al cambio climático, pasando por la política migratoria o la desreglame­ntación de los negocios financiero­s.

Por otra parte, aunque Trump llevaba deshojando la margarita de una eventual campaña a la

Nixon estaba obsesionad­o con Kennedy, igual que Trump lo está con Obama

presidenci­a desde hacía décadas, su entrada radical en política se produjo a través del fenómeno llamado birther, la negación de que Obama hubiera nacido en territorio estadounid­ense, privado por tanto constituci­onalmente de optar a la primera magistratu­ra.

Las crónicas también recuerdan un ágape de los correspons­ales ante la Casa Blanca, ocasión tradiciona­l de intercambi­o de pullas y bromas, en la que Obama hizo objeto de chanzas particular­mente ácidas al magnate neoyorquin­o, algo que este nunca le perdonó y que le ayudó a superar sus dudas sobre embarcarse en una campaña presidenci­al. Plus ça change…

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BRIAN SNYDER / REUTERS Te echamos de menos. Este es el lema que lleva esta mujer de Cambridge (Massachuse­tts) en la pancarta con la foto de Obama, un presidente sin los tumultos psicológic­os de Trump
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