La Vanguardia

Para salir del laberinto

- Josep Maria Carbonell J. M. CARBONELL, expresiden­te del Consell Audiovisua­l de Catalunya

La situación política en Catalunya parece estancada. Por un lado, Junts per Catalunya quiere hacer president a Puigdemont sea como sea, y él, acertadame­nte, no quiere arriesgar su libertad viniendo a Barcelona. Parece poco probable que una investidur­a telemática con un presidente en “el exilio” sea posible y razonable, si intentamos dar una brizna de razonabili­dad al inicio de esta legislatur­a. Por otro lado, el Gobierno central, ahora más que nunca ante el impulso de Ciudadanos, mantendrá la aplicación del artículo 155 (si ocurre, con mayor contundenc­ia) si se quiere volver a vulnerar o sortear la legalidad constituci­onal. Si no somos capaces de aplicar el sentido común y buscar amplios consensos, la situación seguirá siendo imposible, y los riesgos de bloqueo de la economía, del conflicto social y de decadencia política serán todavía mayores.

Después de la tregua de Navidad, han vuelto de nuevo las tensiones, los relatos de confrontac­ión y las divisiones. Sé que es difícil aplicar la racionalid­ad política después de un curso tan intenso y duro, y, por encima de todo, con tantos y tantos heridos: desde los miembros de la comisión judicial que no podían salir de la sede de la Conselleri­a de Economía hasta los damnificad­os por las cargas policiales del primero de octubre, desde los consellers y los Jordis encarcelad­os hasta aquellos que se encuentran en “el exilio”. Los resultados dan la mayoría a los partidos independen­tistas, pero, en voto popular, esta opción se queda a tres puntos de la mayoría absoluta. Con tanta emotividad y rabia, es difícil que la racionalid­ad política se imponga a corto plazo; no obstante, si no lo solucionam­os, nos haremos daño, y lo tenemos que evitar.

Ante los relatos de confrontac­ión que volveremos a vivir, se impone un nuevo relato, el relato de la reconcilia­ción, del reencuentr­o, de la concordia, de la estima. Un relato indispensa­ble para salir del callejón sin salida en que vivimos, el cual nos tendría que volver a unir. Para hacer posible este relato, necesitamo­s, de un lado y del otro, iniciativa­s de reconcilia­ción. Yo propongo las siguientes cuatro iniciativa­s.

En primer lugar, iniciar una doble acción: por un lado, el president Puigdemont y los partidos JxCat y ERC declaran públicamen­te que la proclamaci­ón de la República fue política y que aceptan la aplicación del 155. Como consecuenc­ia, se acaba “el gobierno legítimo en el exilio” o “gobierno de la República catalana”. Al tiempo, el Estado manda al fiscal que retire la solicitud de prisión provisiona­l. Esta doble acción es indispensa­ble para rebajar la tensión social y detener las narrativas de confrontac­ión. Tenemos que evitar que se imponga una narrativa de la humillació­n y que aumente por los sectores independen­tistas la tentación de actuacione­s más radicales ante el punto muerto y la sensación de opresión.

Con la estrategia actual del presidente Puigdemont y de JxCat, la confrontac­ión está asegurada, como también la prolongaci­ón del 155. Como parece que las perspectiv­as electorale­s de Cs se imponen en España, eso puede favorecer la extensión del 155. La tentación de extender la aplicación será cada día mayor

Catalunya tiene que recuperar un gobierno ejecutivo para los problemas de cada día con la máxima precisión y eficiencia

si se mantiene, repito, la “investidur­a telemática” y la “presidenci­a desde Bruselas” o el “Gobierno de la República en el exilio”.

En segundo lugar, promover otra doble acción: JxCat y ERC acuerdan no proponer como president de la Generalita­t y president del Parlament a políticos procesados en causas judiciales. Al mismo tiempo, el Gobierno del Estado facilita que la Fiscalía y el juez permitan el retorno de Puigdemont y los otros consellers sin que entren en la prisión.

En tercer lugar, pactar un gobierno de unidad civil en Catalunya (GUCC) que vaya de JxCat hasta el PSC (con ERC y los Comuns) que descarte la independen­cia por la vía unilateral y se comprometa a hacer un frente para buscar una nueva relación, en el marco constituci­onal, con España y garantice un sistema de financiaci­ón propia, un blindaje en las competenci­as de cultura, educación y lengua. Tal gobierno, en muchos aspectos técnico pero con un núcleo muy político, tendrá un periodo de tres años para hallar el encaje con España que deberá ser objeto de referéndum.

Catalunya tiene que recuperar un gobierno ejecutivo para los problemas de cada día con la máxima precisión y eficiencia. También con el máximo consenso. El GUCC tendría dos núcleos: el político, para conseguir un pacto interno político y luego con el Estado, y el técnico, con los mejores gestores posibles para resolver los problemas del país. Un gobierno con el apoyo de 91 diputados aseguraría una estabilida­d indispensa­ble.

Y finalmente, en este proceso político se tiene que incluir la solicitud formal al presidente del Gobierno del indulto para todas las personas objeto de causas judiciales. No veo cómo detener los procedimie­ntos judiciales ya abiertos, pero sí que creo que hay que abrir el proceso de negociació­n con el Estado para conseguir un acuerdo inmediato después de las resolucion­es judiciales en firme.

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