Una obra de teatro para Llullu
Màrius Serra crea un montaje a partir de su libro ‘Quiet’, sobre su hijo con parálisis cerebral
La obra ya está escrita, pero por ahora sólo se va a representar como lectura dramatizada. Va a ser hoy en la Sala Beckett, con todas las entradas ya vendidas y con el propio autor de la pieza tomando el escenario para darle vida. El autor es el verbívoro Màrius Serra, que ha convertido su emocionante libro Quiet (Empúries) –en el que narraba siete años de vida de su hijo Lluís, más conocido como Llullu, nacido con parálisis cerebral– en teatro, en Qui-ets.
Serra (Barcelona, 1963) recuerda que el libro apareció en el 2008 y en breve empezó a ser traducido. Incluso al coreano. Y el año siguiente, en junio, se realizó una lectura pública de Quiet ilustrada con música en el marco del concierto benéfico Mou-te pels quiets. “Muchos de los que participaron vieron fuerza dramática. Un mes después del concierto murió mi hijo, pero me quedó la idea de hacer la adaptación teatral y he estado trabajando en ella los últimos tres años”, señala Serra. Y hoy se realizará una lectura dramatizada del texto en la que el escritor se atreve –por ser sólo una lectura y no un montaje teatral– a darse vida en escena. Estará acompañado de dos actores jóvenes, Laia Alsina y Jordi Centelles, dirigidos todos por Israel Solà. La presencia de Llullu la dará una silla de ruedas vacía.
“La mayoría de las escenas en las que está pautada la pieza, entre las cuáles la transición será musical y en vivo con Dani Alegret, vienen del libro. Pero también hay una parte de material nuevo, sobre todo el inicio, que es casi un cuento que durante los años he ido creando oralmente a lo largo de las intervenciones que hacía para hablar del libro pero que no había escrito nunca. Aun así el núcleo de la obra es la experiencia vivida en el libro”. Un libro, Quiet, en el que la estructura no era cronológica, recuerda, sino que había “un orden emocional, era una partitura en la que había situaciones dolorosas junto a otras con sentido del humor, y eso se ha mantenido. Tenemos el apoyo de una pantalla grande en la que en las transiciones habrá imágenes en las que Llullu igual puede aparecer en el Vaticano en el 2001 que en Hawai el 2006. El paso del tiempo no altera nunca la relación de Llullu con el mundo, es un bebé perpetuo y por eso rompí en el libro la linealidad”.
Serra reconoce que en el 2008 escribir la obra “era una necesidad muy expresiva, encontré en Quiet una vía de explicarme y explicar lo que pasaba, de verbalizar una situación que vivíamos en casa dura e intensa desde hacía siete años”. En cambio ahora “ha habido un proceso largo, de casi nueve años, y en este tiempo el libro se ha traducido y he hablado con colectivos diversos, tanto literarios como de discapacitados y profesionales médicos, y he visto el efecto del libro. Y pasado el duelo eso me ha creado cierta conciencia y hoy la voluntad es llevar a un lenguaje escénico experiencias que habitualmente no se tocan por miedo o desconocimiento”.
Serra concluye recordando un regalo que les dejó Llullu: “A la familia nos aportó un cambio de mirada. La introducción de la obra habla de eso. En ella hay una silla de esas de los hospitales en las que a veces has de pasar la noche y las sientes como un potro de tortura. Y se compara con una silla de primera clase de un vuelo transoceánico. Las medidas son idénticas pero esta te parece el mayor lujo. Es una buena comparación para ver la fuerza que te da la mirada. Tenemos fuerza limitada para cambiar las cosas, ves la impotencia de los humanos para enfrentarnos a algunas enfermedades, pero en cambio tienes poder total para decidir cómo miras la realidad, con más luz u oscuridad. Llullu me ha cambiado la mirada. En Quiets está el juego de descubrir quién eres estando al lado de los quiets”.
“Tenemos una fuerza limitada para cambiar las cosas, pero un poder total para decidir cómo mirar esa realidad”