El conjunto blanquiazul no da la talla en Leganés
Los blanquiazules caen con bochorno ante un Leganés de suplentes y Sánchez Flores estalla contra el club
Malas vibraciones en la previa, desconcierto en el campo y guerra abierta en la sala de prensa. Esa es, de forma sucinta, la película de una crisis que se fraguó el sábado en Sant Adrià y estalló ayer en Leganés, como una broma macabra a ese orgullo de extrarradio que el Espanyol trata de lucir estos días. El papel que representó ayer el equipo en Butarque fue bochornoso ante un rival lleno de suplentes. Hasta nueve cambios de caras realizó en su equipo Asier Garitano respecto al partido ante el Real Madrid que lo ha llevado a las semifinales de Copa. Aun así, un Espanyol que salió con todo no pudo hacer más que el ridículo para gozo de una afición local que acabó haciendo la ola a su equipo. Dos goles en propia puerta y uno a favor de rebote completaron el circo.
Tras el partido, Sánchez Flores saltó contra algunos de sus jugadores por su falta de liderazgo, contra la dirección deportiva por su intención de traspasar a Javi Fuego al Villarreal y contra los gestores del club por su incapacidad de llevar adelante un proyecto del que ayer firmó el acta de defunción. Todo ello, para más inri, a una semana de un derbi que vuelve a llegar en el peor momento.
Dispuesto a ir de entrada a por el partido, el técnico no dejó nada en el banquillo y ya salió de inicio con sus tres delanteros disponibles: Sergio García, Gerard Moreno y Baptistão, a quienes dispuso como cúspide de ese 4-3-2-1 que ya había ensayado con un resultado desigual. David López ocupó el papel de mediocentro, tratando de sacar el juego de su equipo desde atrás para cubrir uno de los muchos déficits que evidenció el equipo ante el Sevilla la jornada anterior. Pero ni por esas.
Que el Espanyol no tiene gol es un evidencia que muestran unas cifras que lo sitúan como uno de los equipos con menos tantos de la Liga. Como que sólo el canterano es el
que está rindiendo a su mejor nivel, porque ni Sergio García ni Baptistão están dando muestras últimamente de ser lo que eran. Aunque ayer se vio que el problema del gol no es sólo de los delanteros, sino de la incapacidad del equipo de llegar con claridad al área rival. De hecho, el único que lo hizo y que demostró su valentía y su capacidad de desborde fue un Marc Navarro que marcó un golazo y que envió un disparo al larguero después de una excelente acción personal.
Pero el fútbol es un deporte de equipo, y ni el lateral con su desparpajo y su excelente remate ni el esforzado Gerard, protagonista de la acción que dio esperanzas –vanas– a su equipo a última hora pueden hacerlo todo en solitario.
Hubo actitud y hubo entrega, como quiso también destacar el técnico tras el partido, pero también hubo desconcierto, y mucho. Pérdidas de balón absurdas, abuso de balones en largo, centros sin rematador... Demasiadas acciones impropias de la categoría que demuestran que los jugadores, por más calidad que tengan, no saben a lo que juegan. Porque en realidad el Espanyol no jugó ayer a nada y acabó convirtiéndose en un pelele ante un Leganés de saldo, que necesitó muy poco para marcar aprovechando los regalos de su rival y ganó el partido posiblemente más fácil que ha disputado esta temporada. Con una buena dosis de suerte, como también quiso señalar Quique, pero con más rigor y merecimiento que su rival.
El proyecto que inició el técnico la anterior campaña ha pasado de la ilusión al desconcierto sin solución de continuidad. Los episodios de San Paolo, la titularidad de Pau, la destitución de Ramon Robert o la aparición y desaparición en escena del Stoke City no son sino capítulos de una crisis latente que al final ha explotado. Lo que acabe pasando con Javi Fuego y la charla que tendrán estos días el técnico y Chen Yansheng marcarán su desenlace. Aunque nada volverá ya a ser como era antes.