La Vanguardia

El asiento trasero

Jugando en la banda derecha, Coutinho aprende que el fútbol de Iniesta aún no tiene fecha de caducidad

- CARLES RUIPÉREZ Barcelona

Jugar en el Barcelona no es tan fácil como parece a simple vista. Hay que aprender algunas lecciones antes de empezar a funcionar en el engranaje. La primera ley Philippe Coutinho la conoció en el derbi de la Copa. Y el mandamient­o reza que Messi sólo hay uno porque es el que decide y salva al Barça, día sí, día también. Lo hizo en la Copa y lo repitió ayer. La segunda enseñanza que se debe grabar a fuego es que Andrés Iniesta aún no se toca, que su fútbol no tiene todavía fecha caducidad. A ese examen se enfrentó ayer el brasileño, al que han colgado la etiqueta de sustituto del de Fuentealbi­lla. Y lo aprobó a duras penas. Aún hay jerarquías, como se vio en el duelo frente al Alavés.

Y eso que Coutinho ya ha hecho algo que nunca hizo, que se sepa, Neymar. El tridente de Luis Enrique era temible e inseparabl­e pero nunca llegó al Camp Nou unido, los tres en el mismo coche, como ayer los tres cracks de Valverde. Ser amigo de Luis Suárez abre algunas puertas en el vestuario del Barça. Por de pronto consigue que Leo Messi te mire con buen ojo. Al uruguayo, cuando llegó de Liverpool, también le ayudó por ejemplo conocer a Andrés Iniesta, con el que comparte agencia de representa­ción. Ayer Messi conducía. Luis Suárez era el copiloto. Y el nuevo iba sentado en el asiento trasero. Cada uno en su sitio. El argentino y el uruguayo marcaron. El brasileño no pudo.

El cambio del pasado jueves, cuando Coutinho entró en sustitució­n de Iniesta, se interpretó como algo simbólico, como una puerta del tiempo, a lo que se encamina el Barça. Valverde quiso demostrar que para imaginar un Barcelona sin el capitán de Fuentealbi­lla aún falta mucho y decidió probar al mundo que ambos son compatible­s. “Coutinho se asocia muy bien, tiene gol y talento. Queremos que se mezcle”, lo razonó Jon Aspiazu, el segundo técnico.

La realidad es que 23 minutos de Coutinho en la banda izquierda, como contra el Espanyol, valen más que toda una hora del brasileño en la derecha, donde jugó contra el Alavés. Estuvo Lost in traslation. No le facilitó las cosas que tampoco Semedo y Paulinho lleven mucho más en el club. Los vitorianos entraban fuerte y Wakaso le pisó el tobillo. Y no tuvo suerte cuando Duarte le sacó un disparo desde la frontal con la rodilla. Incluso los tacos le jugaron una mala pasada cuando se resbaló en la zona sin césped al intentar evitar que un balón se fuese fuera y cayó junto a la valla.

El Barcelona empezaba a estar acuciado por las prisas y el marcador. Valverde decidió hacer entrar a Alcácer y no le quedó más remedio que sacrificar a Coutinho en el minuto 62. Eligió dejar en el campo a Iniesta, por su clarividen­cia y sus conocimien­tos. Acertó. De las botas del manchego salió el empate de Luis Suárez pues el capitán llegó a la línea de fondo y centró al segundo palo donde apareció el uruguayo. Es el peso de la historia que Coutinho aún no tiene a sus espaldas. Dispone de todo el tiempo.

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TONI ALBIR / EFE Philippe Coutinho tratando de superar a Ibai Gómez durante el partido de ayer

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